¡Octubre no es el fin de la temporada para nuestros cultivos! Incluso en invierno, nuestro huerto puede seguir ofreciéndonos productos increíbles. Muchas coles, tubérculos y algunas lechugas prefieren el clima fresco y, a veces, saben mejor cuando han estado expuestos al frío, ¡incluso con temperaturas bajo cero!
Pero… ¿Por qué este cambio en el sabor? Simplemente porque las heladas activan procesos en algunas plantas que convierten el almidón en azúcar, lo que mejora su sabor. Además, el frío constante sin heladas también contribuye a un sabor más delicioso. Cuando la planta reduce su metabolismo, el azúcar y los sabores se concentran más en remolachas, tubérculos y hojas, sin que la planta los procese más.
Para el huerto tradicional, el otoño supone el final de una temporada, la de los abundantes frutos del verano, y el principio de otra marcada por el frío. El otoño es una estación con un clima muy variable, que puede ir desde días casi veraniegos hasta noches bajo cero.
Se acerca el invierno y, con él, el frío. En esta estación, que se caracteriza además de por el frío, por días cortos y noches largas, puede que nos resulte complicado cultivar en nuestro huerto debido a las condiciones climáticas. Las heladas que se pueden llegar a producir por el frío intenso de algunas zonas, pueden resultar devastadoras para nuestro huerto, pero aunque no llegue a helar, deberemos dedicarle unos cuidados especiales.
Si no disponemos de un huerto lo suficientemente amplio deberemos de proporcionar un espacio a los cultivos de invierno que vamos a cultivar. Empezaremos, como de costumbre, retirando los cultivos que tengamos a medida que se van agotando. Así mismo procederemos a la limpieza del terreno de las posibles malas hierbas. Posteriormente removeremos la tierra para airearla.
Una de las ventajas de sembrar verduras en esta estación es que requieren menos cuidados que en verano. Gracias a que el agua tarda más tiempo en evaporarse, se necesita poco riego, en algunos casos bastará con una o dos veces a la semana, por lo que el ahorro en agua es bastante significativo. Otro punto a favor es que como la temperatura es baja, hay menos riesgo de plagas de insectos y la tierra no sufre tantos daños.
Pero no todo son buenas noticias. Una de las desventajas a la que se enfrenta este tipo de plantación es que necesita días cálidos o una mayor exposición solar para crecer en condiciones favorables.
Los cultivos de invierno, además de proporcionarnos verduras frescas durante los meses más fríos, tienen varios beneficios para nuestro huerto:
· Mejora la salud del suelo: Los cultivos de cobertura, como las leguminosas, pueden fijar nitrógeno en el suelo.
· Disminución de plagas y enfermedades: El frío controla naturalmente muchas plagas.
· Disminución en la frecuencia de los
riegos.
· Diversificación en nuestra dieta: Los
cultivos de invierno pueden añadir una nueva dimensión a nuestra alimentación.
Cultivar en invierno puede parecer desafiante al principio, pero los resultados, tanto en términos de productos como de satisfacción personal, son inmensamente gratificantes.
Como he dicho anteriormente el riego, en esta época, resulta obvio que la zona en la que nos encontremos determinará mayormente la frecuencia de riego necesario. Así, en las zonas del norte, y dadas las elevadas precipitaciones, es posible que no solo la frecuencia de riego centre nuestra atención, y tengamos que dedicar parte de nuestro esfuerzo a vigilar el drenaje de la tierra.
Por el contrario, en territorios menos fríos y más secos, sí que deberemos estar más atentos al tema del riego, si bien es cierto que la frecuencia y volumen de los aportes de agua necesarios, lógicamente, son bastante menores que los necesarios durante el resto del año.
El horario de riego es algo a tener también en cuenta, y en esta época del año conviene que sea a mediodía, ya que es a esa hora del día cuando existen menos riesgos de heladas.
Aunque es cierto que las bajas temperaturas reducen la actividad de las plagas, siempre podemos encontrarnos con algunas plagas más resistentes, las cuales pueden seguir siendo un problema, tales como:
· Pulgones: Incluso en invierno, pueden encontrar el calor necesario en el invernadero o bajo cubiertas de plástico.
· Hongos: La humedad excesiva y la mala circulación del aire favorecen su aparición.
· La prevención es clave: deberemos asegurarnos de que nuestras plantas estén bien espaciadas para una buena circulación del aire, actuando rápidamente ante los primeros signos de infestación.
Y, ¿Que plantamos en nuestro huerto de invierno? Las "verduras de invierno" incluyen variedades resistentes como coles, tubérculos y hortalizas de raíz, además de lechugas que también pueden cultivarse y cosecharse en la temporada primaveral.
En nuestro huerto podemos cultivar una amplia variedad de cultivos de invierno sin muchas restricciones. Como siempre, es importante asegurarnos de que las verduras tengan suficiente espacio y nutrientes, y que se complementen bien con sus vecinas.
El primer aspecto a tener en cuenta a la hora de cultivar verduras de invierno es saber qué tipo de alimentos se plantarán. Algunos como la col, puerros, habas o lechugas son buenas opciones, ya que en esta fecha se desarrollan sin inconvenientes. Los expertos aconsejan que se siembre en lugares soleados para que agarren con fuerza y estén sanos.
La siembra puede iniciarse a partir de septiembre, no obstante aquí os dejo una pequeña lista de algunas verduras y hortalizas que se pueden cultivar en esta época, así como algunos consejos que os pueden servir de ayuda al cultivarlas:
Col: Tiene numerosas opciones para ser plantada en los meses más fríos, puesto que aguantan muy bien las heladas. Un aspecto a tener en cuenta antes de cosecharla es escoger una variedad que resista a las temperaturas frías.
Coliflor: Este tipo de alimento guarda muchas similitudes con la col; aguanta muy bien los grados bajo cero. Si se desea tener una buena cosecha, se debe preparar correctamente el terreno, ya que esta planta necesita muchos nutrientes para poder crecer.
Guisantes: se siembran de octubre a diciembre, o de febrero a mayo, empieza a dar frutos cerca de dos meses después de la siembra y como observación, decir que crece mejor en zonas húmedas pese a que también le gusta el sol. El riego deberá ser más o menos frecuente.
Acelgas: El cultivo de las acelgas se puede realizar durante todo el año. Entre sus beneficios destacan por contener mucha fibra y ser rica en vitaminas como la C, E y A.
Espinacas: Con un periodo de siembra bastante amplio, que va desde agosto a febrero, la siembra se puede llevar a cabo directamente a voleo, o en líneas y con aclareo posterior. La cosecha la obtendremos entre 2-3 meses después de la siembra. Tolera la sombra y la humedad, y su riego debe ser más o menos frecuente.
Lechuga: Sin duda la hortaliza más consumida, sobre todo si se vive en una zona con un clima templado. El tiempo de espera para que se desarrolle es entre 20 y 60 días.
Ajos: El ajo de invierno produce bulbos más grandes que los cultivados en primavera. El período idóneo para sembrar ajos suele ser de noviembre a febrero, en el hemisferio norte. Es un cultivo de ciclo largo que germina tímidamente en invierno, crece y engorda a lo largo de la primavera, y no se cosecha hasta finales de junio, tras haberse secado en tierra. Los ajos tiernos o ajetes son el mismo ajo pero cosechado durante la primavera, cuando todavía está tierno y antes de que engorde el bulbo.
Los ajos no requieren de condiciones o cuidados muy especiales durante su cultivo. Sólo necesitas unos dientes de ajo sanos y en buen estado.
Haz un pequeño surco en la tierra (de 3 a 6 cm de profundidad es suficiente) y coloca los dientes de ajo directamente en la tierra. Asegúrate de que la punta del ajo queda orientada hacia el exterior (hacia arriba) porque de ahí es de donde brotará el tallo.
Deja una distancia entre ajo y ajo de unos 15 cm.
Es un cultivo que requiere luz, por lo tanto, ubícalos en una zona que reciban luz directa. Los ajos aguantan muy bien las temperaturas frías, así que no te preocupes mucho por las temperaturas bajas.
Lo más importante se podría decir que es controlar los riegos. De hecho, si los tienes cultivados en el exterior y reciben agua de lluvia no tendrás que regarlos, porque necesitan muy poca agua, tan poca como un riego o dos al mes.
Habas: Son plantas de desarrollo otoñal e invernal. Dependiendo del microclima, la época de siembra varía. Es importante una adecuada elección de la variedad y el respeto de su ciclo.
Por debajo de 0 ºC pierden la flor, iniciando el rebrote en cuanto se moderan las temperaturas.
Moderación con los riegos, sobre todo en la floración: Crecen de forma óptima con niveles de humedad constantes. El estado de tempero es ideal para ellas, por lo que intentaremos mantenerlo el mayor tiempo posible por medio de binados (escardas) o con acolchados. En floración debemos moderar el aporte de agua, pues el exceso provoca la caída de la flor. Es más importante conservar la humedad en la tierra que regar.
Para el proceso de siembra pondremos las semillas a remojo el día anterior. Se entierran 2 o 3 semillas a una profundidad de 4 o 5 cm, distanciando cada hoyo unos 30 o 40 cm. La distancia entre las filas ha de tener como mínimo 60 cm, distancia que aumentaremos según la humedad ambiental de la zona. A mayor separación entre filas, mejor aireación y menos riesgo de problemas criptogámicos. Procuraremos evitar excesiva densidad de plantas, incluso hay quien entre dos filas deja un pasillo de 80 cm para asegurarles una buena ventilación.
La cosecha es escalonada y puede prolongarse durante la primavera, teniendo cuidado al recolectar los frutos ya maduros con cuidado para no causar daños a la planta.
Esta es una buena planta para iniciarse en la obtención y conservación de nuestras propias semillas. Para ello, guardaremos la mejor mata de habas sin cosechar desde el principio y la dejaremos granar, después ataremos en hileras las habas para dejarlas secar al aire, que luego desharemos para guardar las semillas en botes bien cerrados hasta el cultivo del siguiente año.
En algunas zonas practican el despuntado de las ramas a partir de la sexta o séptima flor. Esta poda provoca un aumento del tamaño de las vainas y a la vez dificulta el desarrollo del pulgón negro.
Zanahoria: Es una de las hortalizas más comunes. Siendo su época de siembra de octubre a febrero, hay variedades que se siembran durante todo el año. La siembra se puede realizar a voleo o en líneas, y su recolección llegará a los 4-5 meses desde la siembra. Respecto a la exposición solar, no tiene preferencias, desarrollándose bien tanto al sol como a la sombra. Y en lo que al riego se refiere es aconsejable que sea más o menos frecuente y regular.
Cebollas: Se pueden plantar en septiembre y octubre para cosecharlos desde finales del invierno. Los calçots se consiguen sembrando bulbos maduros de cebolla ‘Blanca grande tardía de Lérida’.
Aunque para cultivar un huerto de invierno la principal desventaja, en algunas zonas, sea la necesidad de un invernadero por la inversión que supone, son una opción perfecta para iniciarse en la siembra y sacarle la máxima rentabilidad posible.
Por otra parte, es una alternativa excelente para personas veganas, vegetarianas o celíacas, puesto que se conoce todo el proceso total desde que se planta el alimento hasta que se consume.
Frase del día:
“ Tiene más el que está más contento con menos.” Diógenes.
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