viernes, 25 de julio de 2025

Especial Riego I

Las plantas, al igual que las personas y los animales, sufren de estrés cuando no están en un ambiente adecuado. Por eso, es importante conocerlas y ubicarlas donde mejor se acomoden.

Toda planta, como ser vivo, necesita agua para sobrevivir. Nuestros cultivos absorben los nutrientes que necesita para crecer sanos y fuertes del sustrato, de ahí la importancia de regar adecuadamente nuestras plantas. Cada especie vegetal necesita condiciones específicas y diferentes para un riego óptimo, por eso es esencial elegir un sistema adecuado.

¿Cuales son los tipos de riego que podemos utilizar en nuestro huerto?

Riego por gravedad, de inundación o de superficie: Este tipo de riego consiste en hacer llegar el agua a las plantas por medio de surcos en el suelo que separan las hileras de cultivos. Entre sus ventajas se cuentan que es de los sistemas más económicos que hay y los requerimientos a nivel energético son casi inexistentes. Como desventajas podemos decir que no es un sistema recomendable para terrenos desnivelados, que favorece la erosión y que si no se tiene el cuidado de cortar el flujo de agua a tiempo el sustrato se inunda y pueden aparecer hongos y malas hierbas.

Riego por aspersión: En este sistema el agua se distribuye por medio de aspersores, los cuales humedecen el suelo imitando la caída de lluvia al terreno. Hoy día podemos encontrar dentro de este sistema de riego estas opciones: aspersores fijos, aspersores móviles, y aspersión autopropulsada.

Se moja la parte aérea de las plantas así que hay que tener cuidado con los hongos, pero es interesante en la lucha contra algunas plagas como los trips, ya que a estos insectos les resulta molesto el agua cayendo sobre ellos y abandonan las plantas.

El sistema es ligeramente más complejo que el de goteo y, por tanto, algo más caro. La cantidad de agua que se utiliza con este método es mayor, pero sigue habiendo un ahorro de agua frente a otros tipos de riego como el de surcos. 

Riego por goteo: es quizás uno de los tipos de riego más usados en los huertos. En parte por su comodidad (ya que si tenemos un programador de riego en la toma de agua no tendremos que preocuparnos por perder el tiempo regando ni por acordarnos de cuándo hacerlo, el programador lo hará por nosotros), pero también por ser un método que usa de forma eficiente el agua (sin malgastarla). Además, evita la incidencia de enfermedades producidas por hongos, ya que sólo humedece la parte del suelo que nos interesa, donde están las raíces, y no moja las hojas ni el resto de la planta.

Es apto para cultivos de invernadero y de cielo abierto. Especialmente recomendable para cultivos distribuidos por hileras.

Riego con difusores: Este sistema de riego con difusores es similar al riego por aspersión, solo que su área de riego es menor (de 3 a 7 metros). Tampoco realizan movimientos rotativos. Sus ventajas y desventajas son idénticas a las del riego por aspersión exceptuando lo referente a la superficie.

Cintas de exudación: El riego por cinta exudante es menos conocido que otros tipos de riego pero es muy recomendable. El ahorro del agua y su uso eficiente es una de las ventajas más importantes (en este aspecto es similar o incluso mayor que el riego por goteo).

Se utiliza una manguera que exuda el agua de su interior por medio de los poros que posee, generando un riego continuo en todo lo que la rodea. Es muy eficiente y evita encharcamientos. También es uno de los sistemas más duraderos gracias a la resistencia del material de la manguera.

Al contrario que en el riego por goteo, no es necesario cambiar la ubicación de los orificios cada año, cuando hacemos rotación de cultivos y las plantas están situadas en distintos lugares, ya que se expulsa el agua a lo largo de todo el tubo. Por este motivo el riego es muy homogéneo incluso para huertos en pendiente.

Riego con manguera: No es ni más ni menos que regar con una manguera adecuada nuestros cultivos. Entre sus ventajas se cuentan que tienes un control exacto del agua que recibe cada planta y que serás capaz de cubrir una gran extensión de terreno. Asimismo podrás llegar a los rincones más inaccesibles. Al expulsar una gran cantidad de agua es uno de los sistemas más rápidos. Su principal desventaja es que requiere de presencia física. Por otro lado no es el método más ahorrativo, ya que por lo general el agua que se vierte no se aprovecha al completo.

El riego es una de las tareas más importantes en nuestro huerto para conseguir unos cultivos sanos y productivos. Pero, por lo general, suelen surgir muchas preguntas y dudas sobre cuánto  y cada cuánto tiempo hay que regar. Regar en exceso o de menos es una de las cosas que más preocupa a las personas que comienzan a cultivar su huerto.

Para bien o para mal, no hay una respuesta única ni una fórmula mágica que funcione para todas las plantas, climas y estaciones del año. Sin embargo, sí hay una serie de indicios y reglas que podemos aplicar. Vamos a verlas paso a paso.

Pero antes de nada, y antes de hablar de cantidades, quiero recordar, que es fundamental, que el huerto tiene que tener un adecuado sistema de drenaje.

Cada tipo de cultivo tiene unas necesidades distintas en cuanto al riego: por ejemplo, tendrás que regar más a menudo una lechuga que una planta de romero. Eso sí, recuerda que no hay una fórmula universal: toma las instrucciones como un punto de partida y ve experimentando cómo reacciona tu planta en particular.

Por ejemplo, las tomateras necesitan un riego abundante y profundo, mientras que el tomillo se conforma con un riego más moderado, de ahí la importancia de agrupar los cultivos según sus necesidades hídricas, diferenciando distintas zonas de riego (hidrozonas).

Así pues, ordenadas de mayor a menor necesidad de agua, tenemos:

1.   Primero los cultivos de hoja, como lechugas, acelgas, espinacas, así como las aromáticas herbáceas (perejil, albahaca, menta…)

2.   Los frutos carnosos, como calabacín, pepino, tomate, berenjena.…

3.   A continuación, los frutos que pueden aguantar más antes de ser consumidos una vez recolectados: ajos, cebollas, patatas, zanahorias…

4.   Y finalmente las aromáticas como el romero o el tomillo, las leñosas o semileñosas. 

Una cosa a tener en cuenta es que tendremos que variar el riego dependiendo de la época del año: un cultivo que en invierno necesita riego cada tres días, puede necesitar agua dos veces al día durante el verano, como el laurel.

Cuando sembramos en semilleros o las semillas directamente en tierra, éstas necesitarán menos agua en esta fase de germinación, ya que las semillas en sí son un “almacén de nutrientes”, que cuando se están desarrollando. En la floración y fructificación, la planta necesita más sustancias, o sea, más agua que las contenga, para hacer este esfuerzo reproductivo.  

Además de la estación del año, es fundamental tener en cuenta cómo es el clima donde vivimos y donde está ubicado nuestro huerto: no hay la misma humedad, pluviosidad y temperatura en el Norte de la Península que en el Sur, por ejemplo.

Así mismo debemos de tener en cuenta si nuestras plantas están en un invernadero o a la intemperie, en el huerto. Si están fuera, deberemos de tener en cuenta que también recibirán el agua de la lluvia, así como el rocío y el sol directo. Si están en el interior, solamente recibirán el agua que les proporcionemos.

Por otro lado, para optimizar el riego y evitar que se evapore el agua, es conveniente siempre que sea posible, cubrir el suelo con acolchado o mulch, por ejemplo paja, corteza de pino o restos de poda triturados.

Aunque una gran parte de la gente piensa que se le mueren las plantas por no regarlas, lo cierto es que gran parte de las que fracasan suele ser por exceso de riego. Si tu huerto recibe más agua de la que puede gestionar y utilizar, se producirá encharcamiento, asfixia radicular (las raíces no podrán “respirar”) y se propiciará la aparición de hongos y otras enfermedades.

Cuando los cultivos reciben menos agua de la que necesitan se producen déficits en el crecimiento de la planta, las flores y los frutos. Si las hojas están amarillentas y crujen si las aprietas, esa planta necesita agua urgentemente.

Por lo tanto el agua de riego es fundamental para que los cultivos de nuestro huerto efectúen un desarrollo saludable y el éxito de la cosecha este asegurado: 

1.   El agua es esencial para:

·   La fotosíntesis, el proceso mediante el cual las plantas producen su alimento.

·      El transporte de nutrientes desde el suelo hasta las raíces y otras partes de la planta.

·    La turgencia celular, que da firmeza a tallos y hojas. 

2.   Evita el estrés hídrico:

·      Cuando una planta no recibe suficiente agua:

·      Se marchita.

·      Disminuye su crecimiento.

·      Produce menos frutos o son de menor calidad.

·      Es más vulnerable a plagas y enfermedades.

3.   Permite un mejor aprovechamiento de fertilizantes

·      El riego ayuda a que los nutrientes del abono se disuelvan y lleguen de manera más eficiente a las raíces.

4.   Mejora la productividad del huerto:

·      Un riego bien gestionado:

·      Aumenta el rendimiento de las cosechas.

·      Permite una mayor continuidad en la producción.

·      Mejora la calidad de frutas y verduras (color, sabor, tamaño).

5.   Contribuye a la sostenibilidad del huerto:

·      Usar sistemas de riego adecuados (por ejemplo, riego por goteo) ayuda a:

·      Ahorrar agua.

·      Reducir la erosión del suelo.

·      Controlar mejor el crecimiento de malas hierbas.

Conclusiones

El riego en el huerto es una práctica fundamental para asegurar el buen desarrollo de las plantas. Un aporte adecuado de agua favorece la fotosíntesis, el transporte de nutrientes y la producción de frutos saludables. Además, regar de forma eficiente previene problemas como la deshidratación, el estrés hídrico y algunas enfermedades. Usar sistemas como el riego por goteo no solo mejora la productividad, sino que también promueve el ahorro de agua y la sostenibilidad del huerto. En conclusión, la gestión adecuada del riego es clave para obtener buenos resultados en cualquier cultivo.

Recomendación:

ü Riega temprano por la mañana o al atardecer para evitar la evaporación.

ü Ajusta el riego según el tipo de planta, clima y época del año.

ü Evita el exceso de agua, ya que puede pudrir raíces y fomentar enfermedades.

Frase del día:

Todas las personas nacen como original; la mayoría mueren como copia.” Anónimo

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