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jueves, 28 de agosto de 2025

Especial Riego II

No hay nada más decepcionante que cuidar una tomatera, por ejemplo, con esmero durante semanas, y que la cosecha resulte en unos frutos agrietados, rotos y nada apetecibles, a la vista. Las grietas, además de afear los tomates, pueden hacer que insectos y hongos invadan su interior, dañando la planta y acelerando su deterioro.

Puede que a muchos de vosotros os haya pasado alguna vez que os hayáis encontrado tomates rajados o agrietados, es algo bastante más común de lo que se piensa. Suele pasar sobre todo durante la última etapa de crecimiento.

El rajado del tomate, también conocido como  “cracking del tomate” no es una enfermedad, sino que es una patología, la cual sucede por diversas razones.

Consiste en la aparición de grietas en distintas zonas, las cuales al cerrarse o “curarse” quedan de color marrón, por lo que puede parecer que está enfermo. Realmente el tomate sigue bien por dentro, únicamente ha perdido mucho valor estético; por lo que es totalmente apto para el consumo.

Los tomates pueden presentar diferentes tipos de rajado, siendo los más comunes el rajado concéntrico y el rajado radial. 

·   El rajado concéntrico se caracteriza por grietas circulares alrededor del pedúnculo. Consiste en la rotura de la epidermis formando patrones circulares.

Cuando la cantidad de agua que penetra en el suelo es mayor que la que se elimina por evaporación, drenaje etc., hablamos de encharcamiento, así pues, es más difícil que las plantas asimilen los nutrientes y las hojas comienzan a amarillear y se desprenden. Las raíces se hacen negras y los frutos se agrietan.

·  El agrietado radial consiste en una rotura que irradia desde la cicatriz peduncular hacia el pistilar.

Este rajado radial se presenta como grietas que se extienden desde el pedúnculo hacia la parte superior del tomate. También existe el micro cracking, que son pequeñas grietas superficiales en la piel que no llegan al interior.  

 

Rajado concéntrico.

Rajado radial.

Pero, ¿Cuáles son las causas del rajado del tomate?

Las principales causas del rajado en los tomates son desequilibrios en los riegos, exceso de nitrógeno en la fertilización y bajada brusca de las temperaturas nocturnas después de un período de calor. Los frutos expuestos al ambiente se agrietan más fácilmente que los que se encuentran protegidos por el follaje; esto es debido a las grandes fluctuaciones de temperatura que resultan de la exposición directa a los rayos de sol y que, durante los periodos de lluvia, los frutos expuestos al sol se enfrían rápidamente.

Las causas más habituales suelen ser estas 3:

Ø Exceso de riego: El tomate es exigente en cuanto a los riegos. Debe ser regado con uniformidad y constancia. El riego en exceso hace que los tomates se hinchen más de lo normal, por lo que su piel se termina agrietando. Puede ocurrir que se nos olvide regar algún día y por ello otro lo queramos enmendar aumentando la cantidad de agua en el riego. Pero esta solución es aún peor, es recomendable seguir los riegos con normalidad.

Ø Exceso de nutrientes: Sobre todo suele ser de nitrógeno cuando el fruto ya ha cuajado. Esto es difícil de detectar, pero se puede ver que la planta crece mucho y que produce pocos tomates.

Ø Diferencias de temperatura: Esta situación se suele dar en verano y más bien en zonas que rodean la ciudad, donde por el día hace mucho calor y por la noche bajan un poco las temperaturas. Esto hace que el fruto durante las horas de calor se hinche un poco y en las horas de más fresco disminuya su volumen. Estos cambios continuados en su estructura provocan que se termine agrietando. 

Cómo regar los tomates para evitar que se agrieten:

 El mejor truco para prevenir tomates partidos es seguir un programa de riego regular y constante. Esto significa aplicar agua de forma controlada y uniforme, sin altibajos drásticos de una semana a otra.

Evita los aspersores y asegúrate de que el agua penetre bien en las capas profundas del suelo, donde están las raíces. Esta técnica no solo previene el agrietamiento, sino que también fortalece el sistema radicular de las tomateras.

Si un tomate ya está agrietado, pero no completamente maduro, puedes recolectarlo y dejar que termine de madurar en casa. Y si está listo para comer, basta con cortar la parte dañada.

En definitiva, para evitar el rajado de los tomates deberemos de controlar, entre otras posibles cosas: 

ü Controlar las temperaturas: es un poco complicado, pero se puede conseguir. Si por el día hace mucho calor, lo óptimo es colocar una malla de sombreo en las plantas. Si se encuentran en invernadero, es conveniente abrir las ventanas para su ventilación. 

ü  Variedades resistentes: éstas tienen la piel algo más gruesa de lo normal por lo que no tenderán a agrietarse con facilidad, no obstante, su calidad en cuanto a sabor y textura, es algo más baja que la de un tomate normal. Podéis probar con los de la variedad de tipo pera. 

ü Para que no haya un exceso de riego, se puede utilizar un sistema de riego por goteo. Lo ideal es regar siempre con la misma cantidad de agua y no olvidarse de hacerlo. Lo más recomendable es hacer los riegos a primera hora de la mañana o a última de la tarde, para que el agua no se evapore. 

ü También podemos poner un mulching, para que mantenga la humedad en la tierra, y no sean necesarios tantos riegos. Recordad que nunca se ha de encharcar el suelo. 

ü Control del abonado: En cuanto al exceso de nutrientes, siempre es mejor prevenir y no hacer aportaciones innecesarias de abono. Por otro lado, el calcio es uno de los componentes de la piel del tomate, por lo que se pueden hacer pequeñas aportaciones de vez en cuando y sin sobrepasarse. 

El truco casero que salva a los tomates y espanta las plagas:

Existe un método, que combina plantas para proteger los tomates de insectos y enfermedades de forma natural, es sencillo y efectivo, y ayuda a mejorar el crecimiento y cuidar tu cultivo sin productos químicos.

En la horticultura casera, cada vez son más los que buscamos opciones naturales para cuidar nuestras plantas sin usar productos químicos. Y cuando se trata de tomates, hay un truco simple que puede marcar la diferencia: una técnica que protege de plagas y mejora el rendimiento del cultivo.

Lo mejor es que se trata de una estrategia natural, fácil de aplicar y muy efectiva. Se conoce como “plantas compañeras” y consiste en ubicar ciertas especies cerca del tomate para repeler insectos, nutrir el suelo y estimular su crecimiento. 

¿Qué son las plantas compañeras y por qué ayudan a los tomates?

En un huerto, no solo se trata de plantar y regar. A veces, el verdadero secreto está en las combinaciones. Las plantas compañeras son una técnica natural para mejorar el crecimiento y proteger los cultivos.

Se trata de ubicar, al lado de los tomates, otras especies que aporten beneficios concretos: ahuyentar plagas, mejorar el suelo o atraer insectos polinizadores. Algo así como una red de aliados verdes que trabajan en equipo.

Combinar especies en el huerto no solo consigue los beneficios mencionados anteriormente, sino que también mejoran el crecimiento y el sabor de los tomates.

Los tomates suelen ser blanco fácil para plagas como gusanos, pulgones, hongos y nematodos, que pueden atacar desde las raíces hasta los frutos. Frente a eso, la clave puede estar en copiar lo que pasa en la naturaleza: las plantas no crecen solas, sino en comunidad. Y cuando esa combinación está bien pensada, el resultado es una huerta más sana y resistente. 

Pero… ¿Cómo funciona este truco de los expertos?

Las asociaciones entre plantas pueden tener distintos efectos, todos útiles para un huerto sano y productivo:

Ø Repelen insectos molestos: algunas especies aromáticas como la albahaca ayudan a mantener lejos a pulgones, gusanos o la temida mosca blanca.

Ø Atraen a polinizadores: otras, como la caléndula invitan a mariquitas, avispas y abejas, que combaten las plagas o polinizan.

Ø Enriquecen la tierra: plantas como las habas o el trébol fijan nitrógeno en el suelo, mejorando la nutrición de los tomates.

Ø Sirven de sostén natural: si hay variedades trepadoras, se pueden usar cultivos firmes como apoyo, al estilo de las “Tres Hermanas”: maíz, judía y calabaza.

Ø Evitan malezas: algunas especies de hoja grande cubren el suelo, bloqueando la luz y evitando que crezcan las malas hierbas.

Ø Mejoran el sabor: no está probado del todo, pero muchos aseguran que la albahaca no solo protege… también realza el gusto del tomate.

Ø Aprovechan el espacio: al combinar raíces profundas con raíces superficiales, se usa mejor el agua, la luz y los nutrientes. 

¿Con qué plantas conviene aliar las tomateras?

Las hierbas aromáticas son grandes compañeras del tomate. La albahaca, por ejemplo, no solo queda bien en la salsa: también repele moscas blancas, pulgones y mejora el sabor de los frutos. El ajo, la cebolla y el cebollino ayudan a mantener alejadas muchas plagas con su fuerte aroma.

También hay hortalizas que hacen buena dupla con el tomate. La zanahoria, con sus raíces finas, ayuda a airear el suelo. Las lechugas y espinacas mantienen la humedad y cubren la tierra, evitando que crezcan malezas. Incluso los espárragos pueden funcionar, porque se protegen mutuamente de ciertas plagas. Pimientos y berenjenas, al ser parientes cercanos, comparten cuidados, aunque hay que rotarlos bien y evitar que compartan enfermedades.

Ahora bien, no todas las plantas son aliadas. Algunas plantas como el brócoli, la coliflor, el hinojo y el maíz compiten por nutrientes o espacio con los tomates. Otras, como la patata, comparten enfermedades graves, como el tizón. El romero y el eneldo también pueden interferir en su desarrollo.

Así mismo existe una verdura que los expertos aconsejan plantar cerca de los tomates, que además mejora la cosecha, esta es: "la borraja".

Es una verdura muy sencilla de cultivar que no solo atrae polinizadores, sino que también protege y nutre a las plantas de tomate.

Aunque las plantas de tomate se fecundan por sí solas, hay pequeños gestos que pueden ayudarnos a mejorar (mucho) la producción. Uno de los más eficaces es atraer insectos polinizadores que faciliten ese proceso natural: más movimiento de las flores significa más frutos. 

Por qué la borraja es la mejor compañera de los tomates:

Con sus flores de color azul intenso, la borraja actúa como un auténtico imán para abejas y abejorros, que al visitar sus flores también pasan por las del tomate, ayudando a que el fruto se forme mejor y más rápido. Además, es una planta muy agradecida: crece bien en cualquier suelo, florece durante todo el verano y tiene la capacidad de auto sembrarse, así que una vez la plantas, volverá cada temporada sin esfuerzo.

Ventajas de tener borraja en el huerto

Los beneficios de la borraja van más allá de mejorar la cosecha de tomates. Según los expertos, sus flores también atraen insectos beneficiosos como abejorros, avispas y abejas, que ayudan a controlar plagas de forma natural. Por ejemplo, estas avispas son grandes aliadas contra la oruga del tomate, una de las plagas más temidas en verano.

Por si fuera poco, la borraja enriquece el suelo con minerales como calcio y potasio. Estos nutrientes son clave para el tomate: el calcio previene la famosa podredumbre apical (cuando los frutos se pudren por abajo) y el potasio mejora la producción y sabor.

Podredumbre apical del tomate.

Ayuda a tener plantas más sanas, frutos más sabrosos y un huerto más equilibrado.

Es una hierba sencilla, que se cuida sola y que puede marcar la diferencia en tu cosecha de tomates. 

Frase del día:

La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.”

jueves, 26 de junio de 2025

El Aguaymanto

El Physalis comparte familia con otras solanáceas como el tomate, el pimiento, la berenjena, las patatas y el tabaco, también es conocido como aguaymanto, tomatillo o uchuva. En los países anglosajones los frutos del aguaymanto son conocidos como Golden Berries, nombre que se traduce como “Bayas doradas.” Sus frutos dulces y de color anaranjado crecen protegidos en el interior de un farolillo, que al secarse, nos indica su maduración. ¡Están riquísimos!

En el siglo XVIII, los colonos ya cultivaban la planta de aguaymanto en el Cabo de Buena Esperanza, así como en Inglaterra. Desde estos lugares, su uso se extendió por todo el mundo. 

La historia del aguaymanto se remonta a los tiempos pre-incas, cuando la uchuva se cultivó y se utilizó ampliamente a lo largo de toda América del Sur, aunque sigue sin confirmarse su origen en las tierras altas del Perú, dado que la región también encapsuló el territorio ecuatoriano actual. Los antiguos habitantes de América del Sur usaron las bayas de aguaymanto con propósitos principalmente medicinales.

El aguaymanto es una planta herbácea perenne que requiere climas subtropicales, es decir regiones cálidas y templadas que imitan condiciones nativas semi-húmedas. Estas temperaturas cálidas y mucha luz solar son esenciales para determinar sus niveles óptimos de nutrientes. Su forma es arbustiva y tiende a descontrolarse, con multitud de tallos que salen de todas partes.

Esta planta se convertirá en perenne si se cultiva en una zona con un invierno cálido. Si las temperaturas son muy bajas, nieva o hiela, es probable que no sobreviva al invierno y debamos cultivarla como anual. 

Plantero de Aguaymanto.

El aguaymanto se siembra, en semillero, a mediados de invierno para que la planta esté lista para trasplantar en primavera. Sigue estas pautas para obtener tus frutos de aguaymanto: 

Para la recolección y preparación de las semillas: 

·      Toma un fruto maduro y ábrelo.

·      Lava las semillas con agua limpia para quitarles la pulpa. 

·      Déjalas secar 2-3 días, sobre un papel a la sombra.

Germinación en semillero: 

·      Llena pequeños recipientes o bandejas con tierra suelta (mezcla de tierra + compost).

·      Coloca 2–3 semillas por hueco, a 0.5 cm de profundidad. 

·    Riega con un atomizador y mantenlo en un lugar cálido y con buena luz (pero sin sol directo). 

·      Tiempo de germinación: 7–15 días.

Trasplante: 

·    Cuando las plántulas tengan 4–6 hojas verdaderas y unos 10–15 cm de altura, trasplántalas.

·   Haz hoyos en el suelo o en macetas grandes (mínimo 30–40 cm de profundidad).

·      Deja 1 metro entre plantas.

·      Agrega compost al hoyo, coloca la planta y riega.

Cuidado y mantenimiento: 

  Riego: Cada 2–3 días, sin encharcar.

  Sol: 6–8 horas diarias. 

  Fertilización: Compost o humus cada 4–6 semanas.

  Poda: Retira ramas débiles o enfermas.

  Tutorado: Usa cañas si crece mucho.

Recolección:

·      Entre 5 y 8 meses después de sembrar.

·      Frutos maduros = color amarillo intenso + cáscara pajiza y seca.

·  No los dejes demasiado tiempo en la planta, pueden abrirse o atraer insectos.

Guarda los semilleros a cubierto para que puedan aprovechar el calor del interior de tu hogar.

Esta planta puede llega a medir del metro a metro y medio de altura. Sus flores son redondas, amarillas y rojas, en forma de cáliz que eventualmente sostendrá a una pequeña baya, de intenso color entre amarillo y naranja. Los pétalos se secarán, convirtiéndose en una delicada cáscara, de color marrón claro, que encierra al fruto como un capullo. De allí que en algunas regiones andinas a la uchuva se la conozca también con el nombre alternativo de “capulí”

El aguaymanto prospera en suelos arenosos y arcillosos bien drenados, típicos de su hábitat natural. Prefiere un rango de pH ligeramente ácido a ligeramente alcalino (5.5-7.0), lo que apoya la absorción óptima de nutrientes y la salud, aunque puede tolerar suelos pobres en nutrientes.

Para impulsar el crecimiento incorporaremos fertilizantes de liberación lenta y equilibrada durante la temporada de siembra.

Para el aguaymanto, una dieta equilibrada es clave. Utilizaremos fertilizantes de nutrición equilibrada inicialmente para fomentar un crecimiento robusto. A medida que la planta madure, cambiaremos a fórmulas altas en nitrógeno para maximizar el rendimiento de los frutos.

El exceso de fertilizante puede provocar daños en las hojas; por lo tanto, la moderación es vital. Aplicar por la mañana reduce los riesgos de quemaduras químicas. A tener en cuenta es que después de fertilizar nuestro aguaymanto procederemos a regar la planta, para una óptima absorción de los nutrientes.

Cuando veamos que se forman las primeras flores comenzaremos a suministrarle un fertilizante rico en fósforo y potasio para favorecer la floración.

Los farolillos irán creciendo conforme se forman las bayas en su interior y se mantendrán de color verde hasta que el fruto empieza a madurar. En ese momento, cambiarán de color, pasando del verde al amarillo para acabar secándose del todo.

Para prosperar en óptimas condiciones, esta planta subtropical requiere (600 – 800 mm) de lluvia (o su equivalente en regadío) al año. Por lo general requiere un riego constante, especialmente durante la cuajada y el crecimiento de los frutos. Procederemos a regarlo, en época de sequía cada 2-3 veces por semana y con un grado de humedad medio, aunque es moderadamente tolerante a la sequía prefiriendo un nivel constante de humedad sin encharcamiento.

El aguaymanto, como buena solanácea, prospera bajo pleno sol, donde puede recibir luz intensa sin filtrar la mayor parte del día. Este nivel de luminosidad es esencial para el proceso de fotosíntesis de la planta, la formación de flores y el desarrollo de frutos.

Bajo luz insuficiente, el aguaymanto podría exhibir un crecimiento esparcido o internodos alargados mientras busca más luz. Adaptándose a su exposición óptima a la luz, el aguaymanto puede desarrollar hojas anchas que maximizan la absorción de luz cuando la intensidad es menor.

El aguaymanto puede trasplantarse de mediados a finales de primavera, cuando ya no hay riesgo de heladas. Seleccionaremos lugares donde haya bastante sol y que estén bien drenados para fomentar un crecimiento robusto.

Aunque sus tallos son más endebles que los de las tomateras, pimientos o berenjenas, es una planta resistente, que también puede trasplantarse en otoño en zonas de clima cálido. 

Comúnmente se propaga mediante la siembra de semillas, aunque puede hacerse también mediante esquejes. Para garantizar una germinación exitosa, como he dicho anteriormente, remojaremos las semillas durante un día para ablandar el revestimiento exterior. Posteriormente plantaremos las semillas en una mezcla de tierra húmeda y suelta bien drenada, cubriéndolas apenas 0,5 cm con tierra, ya que requieren luz para germinar. Deberemos de mantener el suelo constantemente húmedo pero no encharcado. Germinarán en un período de 7 a 15 días. Podremos proceder a su trasplante definitivo cuando hayan alcanzado una altura de entre 10 y 15 cm y tengan de 4 a 6 hojas verdaderas.

Cuando llegue el momento de su trasplante definitivo procederemos a plantarlas en un marco de plantación de 80x100.

A pesar de que sus hojas aterciopeladas la hacen parecer delicada, el aguaymanto es una planta que requiere pocos cuidados. Lo más destacable durante su cultivo es la necesidad de ir entutorando a medida que va creciendo, ya que debido al peso de sus hojas y frutos puede hacer que se incline hacia el suelo. 

La época de poda es primavera, verano y otoño. Con esta conseguimos un crecimiento vigoroso y mantener la planta en forma.

El aguaymanto es reconocido por sus pequeños frutos en forma de farolillo. Podaremos el aguaymanto a principios o finales de la primavera para fomentar un crecimiento más saludable y un mejor rendimiento de frutos. Primero, recortaremos las ramas muertas o dañadas, y luego aclararemos los tallos abarrotados para mejorar la circulación del aire. Intentaremos mantener una estructura equilibrada recortando las ramas que sobresalen. La poda regular ayuda a gestionar el crecimiento vigoroso de la planta y previene enfermedades debido al aumento del flujo de aire.

A medida que la planta vaya creciendo, aparecerán nuevos brotes de la base, que puede engrosar considerablemente. Es normal que las hojas más viejas (y que serán las más cercanas a la base), se pongan amarillas y se caigan.

Al efectuar podas ligeras estimularemos el crecimiento y la producción de frutos.

Como es normal, no está exenta del ataque de plagas y enfermedades. Los pulgones, pequeñas plagas chupadoras de savia, afectan significativamente al aguaymanto al detener su crecimiento y causar rizos en las hojas. Estas plagas también pueden transmitir virus que deterioran aún más la salud de la planta, afectando tanto el rendimiento como la calidad de los frutos.

Los trips son insectos de cuerpos finos y negros o de un color translúcido-amarillento, que tienen un tamaño de alrededor de 1 a 2 mm. Se mueven rápidamente y se alimentan de la savia de la planta.

Otras plagas que suelen atacar al aguaymanto son la araña roja, la cochinilla y la mosca blanca.

Su fruto es una fruta, una especie de baya, globulosa de color amarillo anaranjado de 1,5 a 2 cm. de diámetro, que crece cubierto por un cáliz de color verde, de ahí el manto de su nombre, que se torna marrón claro al alcanzar la madurez dejando el fruto al descubierto. La textura es jugosa y con pequeñas semillas en su interior. Su apariencia es muy similar a la de un tomate cherry pero de color amarillo anaranjado. Su sabor, sin embargo, es mucho más dulce y ligeramente ácido, parecido al de la piña y el mango. 

Por norma general, el fruto estará listo para recolectarlo transcurridos de 5 a 8 meses de su siembra en semilleros. El fruto deberá de estar amarillo-anaranjado y su cáscara seca y pajiza. Podremos recolectarlo cada semana y durante varios meses.

Esta pequeña fruta peruana, oriunda de los Andes que se cultiva desde el período precolombino, en la actualidad su principal productor es Colombia y está disponible durante la temporada de verano.

La razón de su expansión, más allá de su sabor, radica en sus múltiples propiedades nutricionales que lo convierten en un verdadero superalimento:

·   Además de un alto nivel proteico, tiene potasio, fósforo, hierro, zinc y vitaminas A, B y C. Esta combinación hacen del aguaymanto un aliento diurético.

·      Su alto contenido de vitamina C (refuerza el sistema inmunológico).

·   Contiene antioxidantes, flavonoides y beta carotenos, que ayudan a un envejecimiento sano fortaleciendo el sistema inmunológico.

·      Fuente de fibras, lo que favorece la digestión.

·      Tiene propiedades antiinflamatorias y diuréticas.

·      Bajo en calorías.

·      La vitamina A, además, contribuye a la relajación y la eliminación del estrés.

·      Contribuye a reducir el colesterol malo (LDL).

·      Apoya la salud del hígado y los riñones. 

CONCLUSIONES 

El aguaymanto es fácil de cultivar y se adapta bien a climas templados, no requiere cuidados complejos, lo que lo hace ideal para huertos caseros.

Es de rápido retorno, en 5 a 8 meses puedes comenzar a cosechar frutos nutritivos y sabrosos.

Como ya he dicho es rico en nutrientes, al cultivarlo tú mismo, accedes a un superalimento lleno de vitamina C, antioxidantes y fibra, sin químicos.

Es ecológico y sostenible ya que promueve prácticas agrícolas naturales y fomenta la biodiversidad si se cultiva junto a otras plantas.

Gran versatilidad de uso, podemos consumirlo fresco, seco, en jugos, postres o mermeladas, dándole valor añadido a tu cosecha.

Rentabilidad potencial, además de autoconsumo, tiene buena demanda en mercados saludables y gourmet, pudiendo convertirse en un ingreso adicional. 

Frase del día:

La victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana.” Aristóteles (384 a.c. - 322 a.c.) Filósofo griego. 

jueves, 13 de febrero de 2025

El secreto de los Tomates

El secreto de los tomates con más sabor está en el interior: esta es la razón por la que algunos están mucho más ricos. Más allá de variedades específicas y de su punto de maduración, la morfología interna del tomate tiene la clave.

Puede que tengan un color rojo brillante y una forma casi perfecta pero, la mayoría de las veces, los tomates que compramos no tienen gusto a nada.

Todos queremos tomates que sepan a tomate, que inunden nuestras fosas nasales con su aroma a tomatera al cortarlos y que sean una explosión de jugos intensos, frescos y dulces, con su punto de acidez agradable, al morderlos.

 

Cosecha de un día de agosto en el huerto.

El sabor, básicamente se reduce a solo tres cosas: azúcar, ácidos y volátiles aromáticos. A algunas personas les gustan los tomates mucho más dulces, mientras que a otras les gustan menos dulces; ninguna variedad de tomate será nunca un tomate "perfecto" para todos.

Cuenta la historia que “Unas semillas de tomate cultivadas a la intemperie, con aguas muy saladas hicieron nacer un fruto muy sabroso, eso sí, terriblemente caro, me refiero al tomate Raf. Cuando quisieron ser competitivos en precios, el tomate Raf se echó a perder.” Conocido por todos es el dicho de que “No hay duros a pesetas, ni tomates ricos a un euro.”

Aunque el sabor es algo subjetivo, en lo que sí parece que estamos todos de acuerdo es que el dulzor es imprescindible para que un tomate nos guste.

Es cierto que los tomates más ricos normalmente emiten aroma a tomatera ya con solo cogerlos o incluso desde el lineal de la frutería, y es importante saber qué variedad elegir en función del uso que queramos darle. No es lo mismo un tomate para hacer salsa de tomate que para preparar una ensalada de tomate en crudo.

El tomate pasó a ser algo colorido y soso que, generalmente, adorna las ensaladas. Un equipo de investigadores tras secuenciar el genoma de cerca de 400 variedades de tomates, lograron identificar 13 compuestos volátiles que inciden en el olfato y en la percepción del sabor. Es fácil hacer un tomate resistente o más rojo, pero identificar los genes del sabor no.

Tomate “Cor de bou” híbrido

Tomate “Optima”

El sabor de la fresa o del plátano depende de uno o dos compuestos, así que con 1 o 2 genes importantes podemos mantener un buen sabor en estas frutas. En el sabor del tomate intervienen ácidos y azúcares, que notamos en la lengua, y entre 20-30 compuestos volátiles que percibimos en la zona retronasal. De los cuales estos 13 compuestos son precisamente los que han desaparecido de las variedades modernas que influyen y potencian sabor y olor.

Introdujeron genes de resistencia a enfermedades presentes en las variedades tradicionales, mediante una estrategia de mejora clásica, retrocruzando las variedades que gustaban y descartando aquello que no interesaba.

La implementación de estas mejoras dio como resultado tomates más resistentes a las plagas, coloridos, de tamaño homogéneo y firmes para resistir el transporte y el almacenamiento, así como de una mayor productividad, aunque es conocido por todos que la productividad y el sabor siempre van en direcciones contrarias.

Todo esto motivó unos efectos colaterales derivando en la pérdida de sabor. Cabe mencionar que existen otros factores que influyen también en el sabor de los tomates, como por ejemplo el hecho de que, normalmente, se retiran de la mata antes de madurar completamente y se someten a procesos logísticos en frio lo cual afecta a su sabor natural.

Por lo general, la piel del tomate es fina y delicada, lo que permite una explosión de sabor en cada bocado. Esta suavidad contrasta perfectamente con la pulpa más densa y jugosa del interior. Cuando muerdes un tomate maduro, la piel se rompe suavemente, dejando escapar los jugos que se han acumulado en el interior, creando una sensación de frescura e hidratación.

El cuerpo del tomate está formado por una pulpa densa y gelatinosa, llena de pequeñas y jugosas semillas de tomate. Esta carne es lo que realmente aporta el sabor característico del tomate.

La textura jugosa se puede disfrutar de diversas maneras: en crudo, en salsas, cocinada o incluso deshidratada. Cuando se cocina, la pulpa del tomate se deshace y espesa, aportando una consistencia rica e intensa a platos como guisos, salsas y pizzas.

Las semillas del tomate son pequeñas, pero juegan un papel importante en su textura. Están rodeadas de un gel que añade una dimensión única a la experiencia de comer tomate. Este gel es lo que hace que el tomate sea tan húmedo y sabroso. Cuando se mastica, las semillas estallan y liberan su sabor, complementando la dulzura de la pulpa.

Consejos de experto para conocer los buenos tomates:

·      Cuanto más pequeño sea el tomate, más fácil que sea dulce. Hay que elegir siempre los más pequeños dentro de la variedad que estemos viendo.

·      “Colorado” El color rojo indica que lleva los genes relacionados con el mejor sabor, y además que probablemente ha madurado más tiempo en la planta. Nada de tomates blanquecinos, ni anaranjados.

·      Que no sean muy duros, es muy difícil que un tomate duro tenga buen sabor.

·      Intentar asegurar que sea un tomate de producción local.

No obstante, todo esto no es crucial, yo pienso que para que un tomate sea bueno, ha de tener buena genética y que existen esperanzas para el tomate, ya que se está corrigiendo lo que, a lo largo del último medio siglo, se estropeó guiándose por el sabor.

CURIOSIDADES:

 Algunos agricultores están adoptando métodos sostenibles para proteger sus cultivos. Un "enfoque innovador" es el uso de perdices rojas como aliadas en el control de plagas, especialmente en los invernaderos de  tomates. Sin embargo, este animal está incluido en la lista de especies casi amenazadas.

Este método se ha demostrado útil para combatir la tuta, conocida como la polilla del  tomate. Este lepidóptero causa graves daños en los cultivos al debilitar las plantas y provocar la pudrición de los frutos. 

Además de controlar la tuta, estas aves también ayudan a combatir las plagas de trips, pequeños insectos alargados que se alimentan de la savia de las plantas. Estos pueden generar manchas blanquecinas en las hojas y deformaciones en los frutos, afectando la calidad de los cultivos.

Frase del día:

Retírate dentro de ti mismo, sobre todo cuando necesites compañía.” Epicuro (341 a.c. – 270 a.c.) Filósofo griego.