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miércoles, 6 de noviembre de 2024

El huerto de invierno

¡Octubre no es el fin de la temporada para nuestros cultivos! Incluso en invierno, nuestro huerto puede seguir ofreciéndonos productos increíbles. Muchas coles, tubérculos y algunas lechugas prefieren el clima fresco y, a veces, saben mejor cuando han estado expuestos al frío, ¡incluso con temperaturas bajo cero!

Pero… ¿Por qué este cambio en el sabor? Simplemente porque las heladas activan procesos en algunas plantas que convierten el almidón en azúcar, lo que mejora su sabor. Además, el frío constante sin heladas también contribuye a un sabor más delicioso. Cuando la planta reduce su metabolismo, el azúcar y los sabores se concentran más en remolachas, tubérculos y hojas, sin que la planta los procese más.

Para el huerto tradicional, el otoño supone el final de una temporada, la de los abundantes frutos del verano, y el principio de otra marcada por el frío. El otoño es una estación con un clima muy variable, que puede ir desde días casi veraniegos hasta noches bajo cero.

Se acerca el invierno y, con él, el frío. En esta estación, que se caracteriza además de por el frío, por días cortos y noches largas, puede que nos resulte complicado cultivar en nuestro huerto debido a las condiciones climáticas. Las heladas que se pueden llegar a producir por el frío intenso de algunas zonas, pueden resultar devastadoras para nuestro huerto, pero aunque no llegue a helar, deberemos dedicarle unos cuidados especiales.

Si no disponemos de un huerto lo suficientemente amplio deberemos de proporcionar un espacio a los cultivos de invierno que vamos a cultivar. Empezaremos, como de costumbre, retirando los cultivos que tengamos a medida que se van agotando. Así mismo procederemos a la limpieza del terreno de las posibles malas hierbas. Posteriormente removeremos la tierra para airearla.

Bancal de invierno labrado.

Bancal de invierno ya plantado.

Una de las ventajas de sembrar verduras en esta estación es que requieren menos cuidados que en verano. Gracias a que el agua tarda más tiempo en evaporarse, se necesita poco riego, en algunos casos bastará con una o dos veces a la semana, por lo que el ahorro en agua es bastante significativo. Otro punto a favor es que como la temperatura es baja, hay menos riesgo de plagas de insectos y la tierra no sufre tantos daños.

Pero no todo son buenas noticias. Una de las desventajas a la que se enfrenta este tipo de plantación es que necesita días cálidos o una mayor exposición solar para crecer en condiciones favorables.

Los cultivos de invierno, además de proporcionarnos verduras frescas durante los meses más fríos, tienen varios beneficios para nuestro huerto:

·    Mejora la salud del suelo: Los cultivos de cobertura, como las leguminosas, pueden fijar nitrógeno en el suelo.

·       Disminución de plagas y enfermedades: El frío controla naturalmente muchas plagas.

·           Disminución en la frecuencia de los riegos.

·       Diversificación en nuestra dieta: Los cultivos de invierno pueden añadir una nueva dimensión a nuestra alimentación.

Cultivar en invierno puede parecer desafiante al principio, pero los resultados, tanto en términos de productos como de satisfacción personal, son inmensamente gratificantes.

Como he dicho anteriormente el riego, en esta época, resulta obvio que la zona en la que nos encontremos determinará mayormente la frecuencia de riego necesario. Así, en las zonas del norte, y dadas las elevadas precipitaciones, es posible que no solo la frecuencia de riego centre nuestra atención, y tengamos que dedicar parte de nuestro esfuerzo a vigilar el drenaje de la tierra.

Por el contrario, en territorios menos fríos y más secos, sí que deberemos estar más atentos al tema del riego, si bien es cierto que la frecuencia y volumen de los aportes de agua necesarios, lógicamente, son bastante menores que los necesarios durante el resto del año.

El horario de riego es algo a tener también en cuenta, y en esta época del año conviene que sea a mediodía, ya que es a esa hora del día cuando existen menos riesgos de heladas.

Aunque es cierto que las bajas temperaturas reducen la actividad de las plagas, siempre podemos encontrarnos con algunas plagas más resistentes, las cuales pueden seguir siendo un problema, tales como:

·      Pulgones: Incluso en invierno, pueden encontrar el calor necesario en el invernadero o bajo cubiertas de plástico.

·      Hongos: La humedad excesiva y la mala circulación del aire favorecen su aparición.

·      La prevención es clave: deberemos asegurarnos de que nuestras plantas estén bien espaciadas para una buena circulación del aire, actuando rápidamente ante los primeros signos de infestación.

Y, ¿Que plantamos en nuestro huerto de invierno? Las "verduras de invierno" incluyen variedades resistentes como coles, tubérculos y hortalizas de raíz, además de lechugas que también pueden cultivarse y cosecharse en la temporada primaveral.

En nuestro huerto podemos cultivar una amplia variedad de cultivos de invierno sin muchas restricciones. Como siempre, es importante asegurarnos de que las verduras tengan suficiente espacio y nutrientes, y que se complementen bien con sus vecinas.

El primer aspecto a tener en cuenta a la hora de cultivar verduras de invierno es saber qué tipo de alimentos se plantarán. Algunos como la col, puerros, habas o lechugas son buenas opciones, ya que en esta fecha se desarrollan sin inconvenientes. Los expertos aconsejan que se siembre en lugares soleados para que agarren con fuerza y estén sanos.

La siembra puede iniciarse a partir de septiembre, no obstante aquí os dejo una pequeña lista de algunas verduras y hortalizas que se pueden cultivar en esta época, así como algunos consejos que os pueden servir de ayuda al cultivarlas:

Puerros y Coliflores.


 

 

Berzas de invierno.

Col: Tiene numerosas opciones para ser plantada en los meses más fríos, puesto que aguantan muy bien las heladas. Un aspecto a tener en cuenta antes de cosecharla es escoger una variedad que resista a las temperaturas frías.

Coliflor: Este tipo de alimento guarda muchas similitudes con la col; aguanta muy bien los grados bajo cero. Si se desea tener una buena cosecha, se debe preparar correctamente el terreno, ya que esta planta necesita muchos nutrientes para poder crecer.

Guisantes: se siembran de octubre a diciembre, o de febrero a mayo, empieza a dar frutos cerca de dos meses después de la siembra y como observación, decir que crece mejor en zonas húmedas pese a que también le gusta el sol. El riego deberá ser más o menos frecuente.

Acelgas: El cultivo de las acelgas se puede realizar durante todo el año. Entre sus beneficios destacan por contener mucha fibra y ser rica en vitaminas como la C, E y A.

Espinacas: Con un periodo de siembra bastante amplio, que va desde agosto a febrero, la siembra se puede llevar a cabo directamente a voleo, o en líneas y con aclareo posterior. La cosecha la obtendremos entre 2-3 meses después de la siembra. Tolera la sombra y la humedad, y su riego debe ser más o menos frecuente.

Lechuga: Sin duda la hortaliza más consumida, sobre todo si se vive en una zona con un clima templado. El tiempo de espera para que se desarrolle es entre 20 y 60 días.

Ajos: El ajo de invierno produce bulbos más grandes que los cultivados en primavera. El período idóneo para sembrar ajos suele ser de noviembre a febrero, en el hemisferio norte. Es un cultivo de ciclo largo que germina tímidamente en invierno, crece y engorda a lo largo de la primavera, y no se cosecha hasta finales de junio, tras haberse secado en tierra. Los ajos tiernos o ajetes son el mismo ajo pero cosechado durante la primavera, cuando todavía está tierno y antes de que engorde el bulbo.

Ajos.

Puerros.

Los ajos no requieren de condiciones o cuidados muy especiales durante su cultivo. Sólo necesitas unos dientes de ajo sanos y en buen estado.

Haz un pequeño surco en la tierra (de 3 a 6 cm de profundidad es suficiente) y coloca los dientes de ajo directamente en la tierra.  Asegúrate de que la punta del ajo queda orientada hacia el exterior (hacia arriba) porque de ahí es de donde brotará el tallo.

Deja una distancia entre ajo y ajo de unos 15 cm.

Es un cultivo que requiere luz, por lo tanto, ubícalos en una zona que reciban luz directa. Los ajos aguantan muy bien las temperaturas frías, así que no te preocupes mucho por las temperaturas bajas.

Lo más importante se podría decir que es controlar los riegos. De hecho, si los tienes cultivados en el exterior y reciben agua de lluvia no tendrás que regarlos, porque necesitan muy poca agua, tan poca como un riego o dos al mes.

Habas: Son plantas de desarrollo otoñal e invernal. Dependiendo del microclima, la época de siembra varía. Es importante una adecuada elección de la variedad y el respeto de su ciclo.

Por debajo de 0 ºC pierden la flor, iniciando el rebrote en cuanto se moderan las temperaturas.

Moderación con los riegos, sobre todo en la floración: Crecen de forma óptima con niveles de humedad constantes. El estado de tempero es ideal para ellas, por lo que intentaremos mantenerlo el mayor tiempo posible por medio de binados (escardas) o con acolchados. En floración debemos moderar el aporte de agua, pues el exceso provoca la caída de la flor. Es más importante conservar la humedad en la tierra que regar.

Para el proceso de siembra pondremos las semillas a remojo el día anterior. Se entierran 2 o 3 semillas a una profundidad de 4 o 5 cm, distanciando cada hoyo unos 30 o 40 cm. La distancia entre las filas ha de tener como mínimo 60 cm, distancia que aumentaremos según la humedad ambiental de la zona. A mayor separación entre filas, mejor aireación y menos riesgo de problemas criptogámicos. Procuraremos evitar excesiva densidad de plantas, incluso hay quien entre dos filas deja un pasillo de 80 cm para asegurarles una buena ventilación.

La cosecha es escalonada y puede prolongarse durante la primavera, teniendo cuidado al recolectar los frutos ya maduros con cuidado para no causar daños a la planta.

Esta es una buena planta para iniciarse en la obtención y conservación de nuestras propias semillas. Para ello, guardaremos la mejor mata de habas sin cosechar desde el principio y la dejaremos granar, después ataremos en hileras las habas para dejarlas secar al aire, que luego desharemos para guardar las semillas en botes bien cerrados hasta el cultivo del siguiente año.

En algunas zonas practican el despuntado de las ramas a partir de la sexta o séptima flor. Esta poda provoca un aumento del tamaño de las vainas y a la vez dificulta el desarrollo del pulgón negro.

Zanahoria: Es una de las hortalizas más comunes. Siendo su época de siembra de octubre a febrero, hay variedades que se siembran durante todo el año. La siembra se puede realizar a voleo o en líneas, y su recolección llegará a los 4-5 meses desde la siembra. Respecto a la exposición solar, no tiene preferencias, desarrollándose bien tanto al sol como a la sombra. Y en lo que al riego se refiere es aconsejable que sea más o menos frecuente y regular.

Cebollas: Se pueden plantar en septiembre y octubre para cosecharlos desde finales del invierno. Los calçots se consiguen sembrando bulbos maduros de cebolla ‘Blanca grande tardía de Lérida’.

Aunque para cultivar un huerto de invierno la principal desventaja, en algunas zonas, sea la necesidad de un invernadero por la inversión que supone, son una opción perfecta para iniciarse en la siembra y sacarle la máxima rentabilidad posible.

Por otra parte, es una alternativa excelente para personas veganas, vegetarianas o celíacas, puesto que se conoce todo el proceso total desde que se planta el alimento hasta que se consume.

Frase del día:

Tiene más el que está más contento con menos.” Diógenes.

martes, 24 de octubre de 2023

Las Habas y sus cuidados

Tanto si eres vegetariano como si no, las habas son una fuente indiscutible de proteínas. El cultivo de las habas, además, permite enriquecer nuestro suelo, ya que tienen la capacidad de fijar nitrógeno en nuestro sustrato. Todo son ventajas y además, están buenísimas. ¿Quieres saber cómo y cuándo cultivarlas?

Cultivar leguminosas en invierno genera ventajas agronómicas en lo que concierne a la fertilidad del suelo (el llamado abono verde). Las leguminosas son plantas que tienen la capacidad de recoger el nitrógeno del aire y liberarlo en la tierra, creando de esta manera una despensa de fertilidad en la tierra que mejorará la siguiente cosecha de plantas de verano.

El haba es originaria de Asia Menor y Norte de África, su cultivo es relativamente sencillo, siendo uno de los cultivos estrella del invierno, pero hemos de tener en cuenta ciertas premisas tales como que no toleran el agua excesiva, ni la sequía extrema, que son plantas de buenas raíces y tallos cuadrados y rectos que no suelen ramificarse y que pueden alcanzar 1’5 metros de altura.

Veamos unas pequeñas nociones sobre las habas, posteriormente trataremos, más extensamente, este cultivo de invierno.

Las leguminosas, en general, se siembran de sazón, o lo que es lo mismo, regando o aprovechando la lluvia para preparar la tierra, no volviendo a regar hasta que las plantas hayan nacido y sólo si las lluvias de la época fueran insuficientes. Tampoco necesitan fertilización previa, pueden pasar con la que queda del cultivo anterior de verano.

Es una planta anual, de ciclo corto y muy resistente, que debe ubicarse a pleno sol, aunque tolera un cultivo en semisombra.

Como las matas de las habas se pueden hacer muy grandes, la distancia de plantación de habas no debe ser inferior a 40 centímetros entre plantas y 80 centímetros entre líneas.

En la zona mediterránea, la siembra de habas suele realizarse entre septiembre y octubre y una vez nacidas, su crecimiento se frena, parcialmente, con los fríos y resurgen poco antes de primavera, floreciendo y dando sus frutos en abundancia de marzo a mayo, por eso, en estas zonas, su consumo está ligado a fechas concretas.

Inflorescencias agrupadas en racimos axilares con número variable de flores, de color blanco, con manchas oscuras en las alas y rayas de color pardo en el estandarte. Los frutos son legumbres típicas y su número varía de uno a cuatro por nudo, estando dispuestos de forma muy diversa según las variedades, desde erguidos hasta colgantes; tienen un color verde intenso cuando están en estado no maduro y que en la madurez se convierten en negros. Estas legumbres están tapizadas interiormente de un tejido aterciopelado característico. El número de semillas por vaina es muy variable, pero por término medio es de cinco a ocho.

Se consumen como vainas verdes tiernas o en grano, tierno o seco y el follaje es un forraje muy apreciado para la alimentación del ganado. Su recolección según el uso, requiere coger primero las vainas tiernas, después las de grano tierno y finalmente las que se vayan a dejar para secar.

Para el cultivo en el huerto son recomendables las variedades de ciclo más corto y de menor crecimiento.

Existen varios tipos comerciales entre los que podemos destacar:

·      Aguadulce: los tallos son violetas, los frutos grandes y alargados y las semillas son de color crema. De porte grande y con un número de granos de 5 a 9.

·      Muchamiel: tienen un porte medio, tallos rojizos, y semillas de color crema tostada, precoz y muy resistente. El número de granos oscila de 3 a 7.

·      Reina Mora: sus semillas son de color púrpura. El número de granos oscila de 6 a 7. Variedad extra precoz.

Pero… ¿Cómo cultivar habas?

Existen unos cuidados Básicos que debemos de tener en cuenta a la hora del cultivo de las habas, tales como:

Es uno de los cultivos más fáciles de cultivar en nuestro huerto, por lo tanto es un cultivo muy adecuado para principiantes. Al ser una planta muy rústica es poco exigente y puede crecer en prácticamente cualquier sitio.

La luz que reciben es uno de los puntos más importantes en cuanto al cultivo de las habas, puede que sea el que más importancia tiene. Estas plantas requieren de una gran cantidad de luz solar para crecer, por lo que no son un cultivo adecuado para condiciones de interior ni de semisombra.

Es una planta poco exigente con la temperatura, aunque se desarrollan mejor en climas templados y sin grandes variaciones térmicas. Aún así, mientras las temperaturas no sean extremas tus habas se desarrollarán adecuadamente, y es que pueden tolerar hasta heladas de unos pocos grados bajo cero. Sin embargo, con temperaturas por encima de los 20 ºC, especialmente en el momento de plantación, las semillas no germinarán adecuadamente.

Es aconsejable hacer caso a lo que nos recuerda el refranero Si quieres tener un buen habar siembra tus habas para el Pilar.”

Antes de realizar la siembra de habas es recomendable preparar el suelo de forma conveniente. Al tener un sistema radicular bastante desarrollado, habitual en leguminosas, es recomendable realizar una escarda al suelo y voltearlo hasta una profundidad de unos 30 cm.

Se adapta muy bien a todo tipo de suelos, especialmente aquellos limosos que retienen moderadamente la humedad y los nutrientes.

No necesitan aportes extras de abono, pero se puede abonar con una mezcla de fertilizantes fosfatados y potásicos que le vendrá muy bien (con consuelda, por ejemplo). Si no conoces la planta de consuelda puedes seguir este enlace.

Este abonado se efectuará, por lo menos, quince o veinte días antes de la siembra y se enterrará bien por medio de una labor.

Durante el desarrollo y producción del fruto bastará con aportar abonos NPK líquidos a dosis de 1 ml/Litro de agua.

Como cultivos asociados al haba, es buena vecina de las coles, las patatas, maíz y lechugas. Pero no asica bien con la judía, cebollas y ajos.

En el sistema de rotación de cultivos, aunque las habas son un cultivo mejorante, es conveniente esperar 2 o 3 años antes de volver a sembrarlas en el mismo lugar.

¿Cómo sembrar habas y sus cuidados?

El haba es un cultivo que, por lo general, se siembra directamente en la tierra, siembra directa, ya que no suele tolerar muy bien los trasplantes.

Una vez dadas las labores preparatorias y abonado el terreno con abonos de fondo, procederemos a la siembra. La siembra de las habas de huerta, se debe hacer en líneas y mejor aun sobre caballones hechos previamente ex profeso.

El marco de plantación del haba es muy versátil dependiendo de la variedad y tipo comercial que vayamos a cultivar. Las semillas se pueden sembrar de 30 a 40 cm entre ellas, depositando entre 2 y 4 semillas en cada agujero.

Las filas deberán estar separadas entre ellas, como mínimo, entre 80cm y 1 metro. Aunque tolera bien las siembras densas, no te olvides de que es mejor un marco amplio que otro muy ajustado, con lo que obtendrás una buena ventilación entre las plantas evitando posteriores enfermedades.

Las semillas debes enterrarlas unos 4 o 5 cm de profundidad. Recuerda: “una regla muy general es enterrar el doble del tamaño de la semilla en la tierra.”

El poder de germinación de las habas es alto, garantizando tasas por encima del 90%, pudiendo conservar semillas hasta 4 años o más sin relativo problema.

Para garantizar una mayor tasa de germinación, antes de plantar habas deberemos de poner a remojo las semillas durante las 12-24 horas anteriores a la plantación, de forma que se active la salida de la plántula y anticipando su brotación.

Cuando las plantas de habas ya tienen entre 15 y 20 cm de altura, es conveniente amontonar algo de tierra alrededor de las plantas (aporcado). Así crecerán mejor de la base y estarán más protegidas del derribo por los vientos. Puedes volver a repetir este aporcado más adelante si lo ves conveniente.

Más adelante, y cuando las plantas de haba tengan una altura considerable, es muy aconsejable que pongas estacas en los extremos del cultivo y pases cuerda, alambre o cañas entre las estacas (entutorado). Así estarán a salvo de vientos fuertes que las puedan tumbar.

En cuanto al riego, la mayoría de variedades de habas suelen requerir cantidades moderadas de agua y mantener una humedad constante en el suelo. El principal enemigo a la hora de sembrar habas es el encharcamiento, por lo que deberemos de asegurarnos que nuestro suelo tiene un buen drenaje.

Cuando comienza la floración del haba, debemos de tener cuidado con los riegos y la humedad excesiva. Con un exceso de agua pueden comenzar a marchitarse las flores con la consecuente pérdida de cosecha.

Así mismo en el momento de floración tampoco deben estar mucho tiempo sin agua, ya que la futura cosecha se resentirá.

Se comporta mejor con humedad constate que con riego abundante y espaciados.

Cuando las plantas ya están bien desarrolladas, hay agricultores que tienden a despuntar las ramas a partir de la 6ª ó 7ª flor. Esto favorece el control del crecimiento de la planta, aumenta el tamaño de las vainas y hace más difícil que aparezca el pulgón negro.

Las variedades de habas se diferencian por el tamaño de la vaina (cortas, medias y largas). Llegando a alcanzar de 20 a 25 cm.

Estas vainas están llenas de generosas semillas con un pronunciado sabor a avellana y una textura suave. Indistintamente comido cruda o cocida, el haba pertenece al grupo botánico de arvejas, de ahí su nombre científico de Vicia faba.

Otra diferenciación es por su productividad y por el tiempo hasta la cosecha (existiendo hasta muy precoces).

Dependiendo de tus preferencias y de la variedad de haba que hayas cultivado se pueden cosechar tiernas o secas.

Podemos empezar recogiéndolas tiernas y comerlas con la vaina. Más adelante recolectamos las vainas con semilla más grande, pero todavía tiernas, las cuales deberemos de extraer para comerlas crudas, cocerlas o saltearlas.

La recolección de grano seco se hace bastante más tarde, cuando las vainas empiezan a oscurecer y a presentar signos de desecación, puedes dejarlas secar en la planta.  En el momento que veas que ya están bastante secas, las recoges y las pones en un lugar donde les dé el sol, pero a resguardo del agua y la humedad, para que se acaben de secar completamente, lógicamente este proceso se realiza antes de que comience el desgrane de una forma natural en la planta.

Una vez bien secas las desgranaremos guardándolas secas, en un lugar seco y protegidas de la luz.

Observa que si haces esto de dejar secar hasta el final, también estas produciendo tus propias semillas de haba para sembrar la temporada que viene. Para este menester elegiremos las vainas de mayor grosor y con semillas de mayor calibre, procediendo a guardarlas en un bote de cristal y con cierre hermético, protegido de cambios bruscos de temperatura y de la luz.

El mayor valor, sabor y calidad que se obtiene de este producto, es el de las llamadas habas primerencas, es decir, aquellos frutos verdes obtenidos lo más tempranamente posible.

Al ser una planta rústica y de invierno presenta pocos problemas de enfermedades y/o plagas ya que estas se reducen en esta época. No obstante entre las plagas y enfermedades que nos podemos encontrar en el cultivo de esta hortaliza podemos destacar:

Pulgón negro: Esta plaga suele propagarse, sobre todo, al final del ciclo productivo de la planta, posiblemente, debido a la acumulación de nitrógeno en la planta.

Mildiu o ROYA del haba: Se da en épocas lluviosas y de humedad, alternando con días soleados y calurosos. Los síntomas son manchas blancas en las hojas y los tallos. Para prevenir esta enfermedad, lo más importante es dejar espacio suficiente entre las plantas del cultivo para que pase el aire y no surjan estas enfermedades producidas por  hongos, por la humedad. Así mismo podemos fumigar con cobre.

Jopo: es una planta parásita que, como todas las parásitas, se alimenta de los nutrientes que roba a la planta huésped haciendo que ésta se debilite y muera al poco tiempo. No existe remedio eficaz contra él. Lo único que se puede hacer para evitar su proliferación es rotar los cultivos y destruir los jopos antes de que fructifiquen.

Curiosidades sobre las habas:

Las habas proceden de Asia Menor y del norte de África.

Se tiene constancia de su consumo desde el 6.000 a.c., en el Neolítico.

Un factor importante para recomendar su consumo es su alto contenido en fibra, muy importante para la salud digestiva.

La tradición de esconder un haba en el roscón de reyes procede de la época de los romanos. En determinados festejos se le entregaba un haba al “rey de la fiesta”, como símbolo de buena fortuna.

Las habas son una fuente importante de proteínas vegetales. De hecho, se las consideraba la “proteína de los pobres”.

Las habas tienen numerosas propiedades nutricionales. Son un alimento rico en hidratos de carbono, hierro y fibra. También son fuente indispensable de ácido fólico. Contienen vitaminas del grupo B, E y C. Y minerales como calcio, fósforo y sodio.

El consumo de habas ayuda a bajar los niveles de colesterol.

Sus flores en infusión son diuréticas, depurativas y pueden aliviar los síntomas de las enfermedades reumáticas.

Frase del día:

La política se ha hecho economía y ha desaparecido la democracia. ”

martes, 7 de septiembre de 2021

Septiembre y el Huerto

Durante el mes de septiembre en el hemisferio norte, y en concreto en España, vemos como los días se acortan,  las temperaturas comienzan a descender y las noches comienzan a ser más frescas, no obstante, por otro lado, aumentan las lluvias… síntomas de que estamos próximos al cambio de estación.

Es un mes en el que se produce el cambio de  los cultivos que plantaremos en nuestro huerto. Así mismo es cuando comenzaremos a planificar nuestro calendario de plantación de hortícolas de otoño e invierno como pueden ser rábanos, acelgas, coles, cebollas, habas, puerros… menos exigentes, por otra parte, en cuanto a riego y con muchas menos plagas que las de verano.

Aquí dejo unos enlaces más sobre el cultivo de las habas.

-  Cultivos de invierno, Habas.

-  Habas por Magdalena.

Cuando observemos que los cultivos, que nos han acompañado durante el verano, llegan a su fin, y que su producción es nula o escasa, es el momento de proceder a su arrancado y, el momento idóneo para, efectuar un volteo de la tierra, con lo que conseguiremos un aireado de la misma, ya que con los riegos veraniegos se habrá creado una costra, dificultando el aireado de la tierra. Así mismo no debemos de olvidarnos de la aportación de abono para la reposición de los nutrientes que la tierra ha ido perdiendo durante todo el verano.

El fin de las judías.

 

Terreno para berzas y coliflores.

Una de nuestras mayores preocupaciones ha de ser el mantenimiento de la fertilidad en la tierra. Y una de las soluciones para conseguirlo está en la rotación de cultivos.

Como ya hemos indicado, en anteriores entradas, una de las premisas de esta alternancia consiste en cultivar distintas especies hortícolas en cada uno de los espacios que destinamos al huerto. De este modo, después de cultivos exigentes en nutrientes, plantaremos otros que no lo son tanto para que la tierra pueda regenerarse. En la práctica también nos permite ponérselo algo más difícil a determinadas plagas, que no encontrarán su planta huésped en el mismo lugar.

  • Así tenemos que, donde en verano hemos cultivado solanáceas (tomates, pimientos y berenjenas), podemos plantar liliáceas (ajos, cebollas y puerros)
  • Donde estaban las cucurbitáceas (como calabazas, calabacines y pepinos) podemos sembrar leguminosas (guisantes y habas) o bien crucíferas (coles, coliflores y rábanos). 
  • Las lechugas y escarolas se darán bien donde anteriormente habíamos cultivado zanahorias o cebollas. También podemos cultivar en el mismo espacio acelgas, espinaca y remolachas.

 

Plantación año 2021.

Plantación de Habas, Puerros y Cebollas.

Llegados al mes de septiembre nuestras plantas, al igual que nosotros, van a ir pasando menos calor, por lo que deberemos de ir reduciendo el riego, teniendo en cuenta tanto la temperatura como la posibilidad de lluvia, de esta manera reduciremos la posibilidad de que nuestros cultivos sean afectados por plagas, enfermedades y hongos.

Septiembre se caracteriza por ser un mes cambiante e impresivisible, los días aun pueden ser cálidos y secos, aunque sin llegar a las máximas de los meses pasados o, por otra parte, húmedos y frescos.

Pero no desesperemos, ya que si este año el mes viene fresco, siempre nos queda ese regalo improvisado a finales de mes que es el veranillo de San Miguel (29 de septiembre), esos días soleados en los que maduran y se cosechan algunas frutas como las peras y los membrillos.

Membrillero.

Los Bachocones, no fallan.

Estas circunstancias hacen que la actividad en el huerto sea, todavía, un poco intensa, aunque las tareas del huerto en septiembre disten de las más típicas del verano. Así mismo esta actividad también podemos observarla en los viñedos, ya que septiembre, en nuestro país, es por excelencia el mes de la vendimia, actividad que nos permitirá degustar los numerosos y excelentes caldos que se originan a lo largo y ancho de nuestra geografía.

Por lo tanto, llegados al mes de septiembre, las labores que podemos realizar en nuestro huerto disminuyen con respecto a las de verano. Aunque seguro que nos surgirán algunas más, a continuación menciono algunas a tener en cuenta:

  • En las zonas más templadas continuaremos con la recolección de tomates, efectuando la poda de los brotes principales, con esta poda conseguiremos que toda la energía de la planta se concentre en los frutos que ya están en desarrollo.
  • Retiraremos los cultivos que hayan dejado de producir, procediendo a continuación al arado y abonado de la tierra.
  • Realizaremos las conservas de judías, tomates, etc., con los excedentes de producción.
  • Vigilancia continuada de las posibles enfermedades de nuestros cultivos, como pueden ser el mildiu y el oídio. Podremos prevenirlos podando las hojas secas de nuestros calabacines, evitando mojar las hojas de estas hortalizas durante los riegos.
  • Terminar de recolectar los cultivos de verano y planificaremos el huerto para los cultivos de otoño-invierno.
  • Efectuar la plantación de las verduras y hortalizas que vayamos a cultivar durante el otoño-invierno.
  • Pero no se acaban ahí nuestras tareas en el huerto en septiembre, además si este mes se presenta con días intermitentes de sol y lluvias, con toda seguridad que harán acto de presencia las adventicias, por lo que deberemos de proceder a su control.

En resumen, septiembre se presume como un mes variable, bien cálido y seco como una extensión del verano (cada vez más frecuente con el cambio climático) o bien templado y lluvioso como una antesala del otoño que se avecina. 

Este año el mes de septiembre está siendo muy lluvioso y, a consecuencia de las lluvias (se han llegado a recoger 80 litros por m2 en un solo día), se ha generado un socavón en el bancal del membrillero, como se puede observar en la instantánea. En un principio era un poco más profundo (70 cm) y un diámetro de 40 cm, pero estoy procediendo con su taponado, ya que la tierra se filtraba por las grandes piedras que hay debajo de la tierra y que, en su día, se pusieron para nivelar el terreno.

Un buen consejo para hortelanos noveles, y experimentados, es tener a mano un fitosanitario para eliminar las orugas en las crucíferas. Las plantas de esta familia (coles, coliflores, repollos, grelos y brócolis) sufren de una plaga que en otoño, campa a sus anchas:

La oruga de la col:

Podemos detectar su presencia en nuestras plantas mediante una revisión ocular del envés de las hojas. En ellas puede haber puestas de huevos o las orugas que aparecen de los mismos al eclosionar. 

Los huevos son muy numerosos y están siempre agrupados. Son de color amarillo y fácil de ver a simple vista. Puedes retirarlos manualmente de las hojas, utilizando tus dedos o el filo de alguna herramienta de jardín. 

Huevos de Oruga de la col.

 

Orugas de la col en crecimiento.

Si han llegado a eclosionar, encontrarás una multitud de pequeñas orugas alimentándose de las hojas de tus plantas. Son realmente voraces y por ello la prevención es tan importante.

Elimínalas manualmente o utilizando un producto anti-orugas.

Es importante repetir la aplicación del producto según las indicaciones del fabricante, ya que sus madres (que ya son mariposas), pueden llegar a nuestro huerto desde otro lugar para depositar sus huevos. 

Con la bajada de las temperaturas, el ciclo de la mariposa de la col se acaba. En ese momento, las orugas se convierten en crisálidas para pasar el invierno. Su transformación finaliza en primavera, momento en el que emergen como mariposas para reiniciar su ciclo vital.

Frase del día:

El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va.