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viernes, 16 de agosto de 2024

El Oídio en la vid

La ceniza o cenicilla (también conocida como Oídio) es una enfermedad causada por un hongo que, en el caso de la vid, se desarrolla en el exterior de los órganos verdes de la cepa. Es característico el color gris ceniza que deja en estas zonas el micelio, que es el sistema radicular del hongo, aparece por falta de lluvia. El hongo come la savia, no deja crecer los granos de uva y los rompe.

Oídio o ceniza es como se le conoce a una enfermedad de las plantas provocada por hongos patógenos que provocan daños y síntomas similares pero específicos según las plantas a las que infectan.

Las esporas llegan a las plantas a través del viento y para extenderse necesitan humedades relativas altas, entre el 40 y el 80%,  y temperaturas entre 20 y 27ºC. Temperaturas por encima de 30 ºC dificultan su desarrollo, mientras que a partir de los 35 ºC se inhibe la germinación

No necesita agua para infectar a la planta pero este elemento, junto a las altas temperaturas le afecta.

Suele ser habitual en momentos del año en los que las noches son frescas y los días soleados.

Los síntomas y daños son:

·     Manchas blancas en las hojas creadas por la formación de los micelios que si las tocas se limpian pero dejan una marca amarilla.

·      Si se extiende, forma una capa de polvo blanca sobre las hojas y tallos.

·      Cuando las manchas se expanden, acaban afectando a las hojas y partes verdes secándolas. Primero las hojas amarillean y se vuelven marrones por necrosis.

Medidas preventivas:

·      Elegir variedades poco sensibles o resistentes. La mejor forma de hacerlo es guardando las semillas de aquellas plantas que han resistido mejor a esta enfermedad o incluso que no se hayan infectado. 

·      Respetar los marcos de cultivos y dejar distancia suficiente entre plantas para favorecer la aireación.

·    Si observamos alta densidad de plantación, plantas que al crecer están demasiado cerca unas de otras, o partes verdes muy desarrollada de una sola planta impidiendo el paso del aire, es recomendable hacer un aclareo que permita circular el aire.

·    Acolchar para favorecer que la humedad se mantenga en el suelo y no suba hacia las partes aéreas al evaporase.

Tratamientos:

·   Tratamientos preventivos realizando podas de la parra, así como el deshojado y desnietado, para facilitar la circulación del aire y sol, evitando un microclima favorable para el desarrollo del oídio.

·      Abonaremos correctamente evitando el exceso de nitrógeno que favorece, igualmente, el desarrollo del oídio.

·     Tratamientos curativos con azufre en espolvoreo o mojable. Aplicándolo por la mañana temprano o al atardecer, evitando las horas más calurosas del día.

· Hongo antagonista Ampelomyces quisscualis. Se trata de un hongo  parásito exclusivo de Oídio con el que poder hacer un control biológico.

Aunque a nivel climático, el mayor enemigo de la vid son las granizadas, ya que estropean los granos y dañan las hojas y troncos, otro de los grandes peligros para este cultivo es el oídio y el mildiu en vid, unas enfermedades que pueden causar un gran daño a la planta y sus frutos.

El momento más delicado para la vid, cuando es más fácil que se infecte y desarrolle oídio, es entre el inicio de la floración y el cerramiento del racimo. Una vez que la uva deja de crecer y empieza su maduración, en el envero, el hongo que causa el oídio deja de atacar el racimo.

La viticultura es una práctica ancestral que se ha perfeccionado a lo largo de los siglos. Para mantener una viña o parra saludables y asegurarnos una cosecha de uva de alta calidad, es esencial conocer el momento y la técnica adecuados para sulfatar las parras.

Vamos a ver cuáles son los momentos más adecuados para la sulfatación en la viticultura, haciendo hincapié en la utilización de azufre y fungicidas para combatir enfermedades como el oídio, el mildiu y la botrytis cinérea, así como para proteger la viña de plagas que pueden dañar la producción de uva.

El azufre es un elemento clave en la viticultura. Se utiliza en forma de fungicida para prevenir y controlar enfermedades fúngicas. Actúa inhibiendo el crecimiento de los hongos y evita que se propaguen en las hojas y racimos de la viña. La aplicación de azufre es especialmente efectiva en la primavera, cuando las condiciones húmedas pueden favorecer el desarrollo de estas enfermedades.

Durante la primavera, cuando las yemas comienzan a brotar y las hojas aparecen en la parra, es el momento ideal para iniciar el tratamiento. Es importante estar atentos a las señales de desarrollo de enfermedades, como manchas en las hojas o racimos, y actuar de inmediato con la aplicación de azufre u otros fungicidas específicos.

Este hongo de oídio inverna en las yemas, en los sarmientos, las hojas y la corteza de las cepas. Cuando comienza la brotación de las yemas, suelen darse las condiciones ambientales para que el hongo salga de su letargo y empiece su desarrollo.

Cuando alcanza la madurez comienza la reproducción asexual con la formación de gran cantidad de conidios (esporas asexuales que, a menudo, están pigmentadas y son resistentes a la desecación) transportadas por el viento, propagan la enfermedad a cualquier parte verde de la planta.

A partir de este foco primario puede tener varias contaminaciones, si las condiciones climáticas son favorables, durante todo el desarrollo vegetativo de la vid.

Al final de la vegetación, el desarrollo del hongo también se detiene disponiéndose a pasar el invierno en la forma de micelio (fase asexuada) en el interior de las yemas o en forma de peritecas (fase sexuada) en los sarmientos.

Esa apariencia de color gris ceniza que provoca el micelio del hongo puede llegar a extenderse por todos los órganos verdes de la cepa, aunque los mayores daños provocados por el oído en la vid se producen en los racimos. El mildiu,  por otro lado, provoca manchas en las hojas y racimos.

Así pues, los principales síntomas más comunes provocados por una afección del oídio serían:

·      La aparición de manchas blanquecinas en las partes verdes de la planta, tales como las hojas, los racimos de uva, los brotes o los tallos. Estas constituyen uno de los síntomas más tempranos de la aparición del oídio, tras ser alcanzada la planta por las esporas del hongo.

·      Según va avanzando la infección por oídio, las manchas blancas crecen, se intensifican y ganan densidad.

·    En los estadios más avanzados, el oídio puede llegar a provocar que las hojas se sequen, adquiriendo una tonalidad marrón. Si no hay tratamiento, esto puede llegar a reproducirse también en los racimos de uva, que se van encogiendo progresivamente hasta terminar secándose también.

·      En las últimas fases del ataque del oídio, se puede producir la caída de las hojas secas y de los racimos de uva.

La enfermedad hace que la piel de las uvas deje de crecer y esto provoca que, al hacerse grande el fruto, la piel se raje. Eso afecta de manera directa a la cantidad y la calidad de la producción derivada del cultivo de la vid, pero, además, tiene otras consecuencias indirectas, ya que estas “heridas” constituyen vías de entrada para podredumbres fúngicas.

Por lo tanto, para un control eficaz del oídio en vid, resulta necesario el uso de productos fitosanitarios de manera preventiva. Sobre todo, es importante tratar aquellas zonas que hayan sido afectadas por la enfermedad en años anteriores, para prevenir que vuelva a desarrollarse. El mejor momento para hacerlo es cuando los brotes de la vid tienen 8-10 cm, al inicio de la floración, en el cuajado cuando la flor pasa a transformarse en un fruto del tamaño de un guisante, o justo antes del envero, cuando se cierra el racimo. Además, en aquellas variedades de uva que sean más sensibles, es posible que sea necesario un segundo tratamiento.

También se recomienda desinfectar las vides y deshojar a nivel de los racimos para que los productos fitosanitarios penetren más fácilmente, así como para que las plantas se aireen mejor.

Frase del día:

El que es bueno para poner excusas rara vez es bueno para cualquier otra cosa.” Benjamín Franklin.

miércoles, 8 de julio de 2020

Enfermedades y Plagas en el Huerto

Un huerto urbano sólo tiene sentido si lo desarrollamos de una forma ecológica. Como hemos mencionado en otras entradas, los objetivos fundamentales de este tipo de huertos deben ser la puesta en práctica de una experiencia de sostenibilidad, la educación ambiental y la obtención de productos sanos y sabrosos, por lo tanto no tiene ningún sentido la utilización de plaguicidas o fungicidas de síntesis química.
  
Partiendo de la base de que queremos practicar un cultivo lo más ecológico posible, lo primero que tenemos que entender es que en nuestras hortalizas y verduras van a aparecer todo tipo de insectos y otros organismos que conformarán el “micro-ecosistema” en el que se irá convirtiendo nuestro huerto.
   
Estado del huerto el 8 de Julio.
 
Esto es algo bueno, no debemos pretender tener un espacio aséptico, de hecho cuanto más variada sea la biodiversidad asociada a nuestro huerto, más estable y resistente a plagas será, además el estudio y observación de toda esta “vida” y las relaciones que se establecen entre los distintos seres vivos es una de las cuestiones más enriquecedoras para el agricultor de ciudad.
  
Cada paso que damos, cada conocimiento que adquirimos de horticultura, nos hace conscientes de lo mucho que queda y quedará por aprender. Nos enseña humildad y respeto por el trabajo que realiza la naturaleza en mantener sus complejos y equilibrados ecosistemas. Nuestra labor en el huerto será tan buena como logremos adaptarnos a lo natural, a los ciclos y tiempos vitales, y tanto como admiremos la perfección del trabajo natural.
  
El principal método de control y lucha contra las plagas y enfermedades que debe de llevar a cabo el agricultor ecológico, debe de ser “hacer las cosas bien”. Es decir, realizar todas aquellas prácticas que van a hacer de nuestro pequeño huerto un espacio fértil, resistente, estable, biodiverso, etc. Algunas de estas prácticas son: las rotaciones, las asociaciones, el uso de materia orgánica como único abono de nuestros cultivos, realizar un riego adecuado, etc.
  
Ahora bien, como hemos dicho anteriormente, van a aparecer problemas y dificultades a la hora de cultivar y mantener nuestras plantas en nuestro huerto, con respecto al mantenimiento podemos diferenciar 2 tipos de problemas en nuestros cultivos:
  
  • Enfermedades, estas son producidas por hongos, bacterias y virus. Las enfermedades causadas por hongos pueden provocar pérdidas importantes en el rendimiento y la calidad de los cultivos, disminuyen la vida útil de las plantas y limitan su producción debido a malformaciones de los frutos.
  • Daños por plagas producidas por animales, sobre todo insectos y arácnidos.
  
Las Enfermedades son más difíciles de diagnosticar y de tratar, ya que, salvo en algunos casos, no vamos a observar directamente al causante del problema y tendremos que diagnosticarlo observando sus efectos.
  
En estos casos, debemos de actuar sobre todo de una forma preventiva, fortaleciendo nuestras plantas con buenos abonos orgánicos como el humus de lombriz y con fertilizantes ecológicos como el extracto y purín de ortiga que potencia las defensas naturales de las plantas.
  
También podremos utilizar, en el caso de enfermedades por hongos, que suelen ser las más comunes (como el oídio, el mildiu o la negrilla), tratamientos más específicos tanto de forma preventiva, como en las primeras fases de desarrollo, algunos de ellos son el extracto de cola de caballo un producto natural e inocuo para las personas.
  
Las Plagas son más fáciles de identificar, ya que normalmente podemos observar directamente al agente causante del problema. Deberemos evaluar si el agente, potencialmente plaga, está ocasionando realmente un problema o se mantiene una población baja y estable que no ocasiona graves problemas.
 
Si consideramos que tenemos una plaga, que está dañando nuestros cultivos, actuaremos de la siguiente manera:
  • Valorar si nos estamos equivocando  en alguna práctica (exceso o falta de riego, exceso de abonado, cultivo fuera de temporada, carencia de sol…)
  • Eliminaremos las partes dañadas (hojas y tallos)
  • Si la plaga está muy extendida y es difícilmente eliminable manualmente, podremos utilizar productos ecológicos, tales como:
Jabón potásico: insecticida de contacto que debilita el exoesqueleto de los insectos. Se utiliza sobre todo para el control de ataques de insectos chupadores como el pulgón, la cochinilla o la mosca blanca.
Aceite de Neem: se trata de un insecticida natural que se extrae del fruto de este árbol, actúa frente a una amplia gama de plagas tales como la mosca blanca, el minador, araña roja, trips, pulgones, piojo, escarabajo de la patata, chinches… La acción conjunta de jabón potásico y aceite de Neem hace que sea, todavía, más efectivo el tratamiento.
Bacillus thuringiensis: se trata de una toxina que producen estas bacterias, es totalmente inocua para las personas y para la fauna útil, actúa de una forma muy selectiva con las orugas de especies como la tuta, heliothis, rosquilla verde, mariposa de la col, … etc.
  
En cualquier caso, la aparición de una enfermedad o una plaga, en nuestros cultivos, no debe de desanimarnos sino todo lo contrario, esto estimulará nuestra curiosidad por aprender y mejorar en el conocimiento de los distintos seres vivos de nuestro huerto y en el manejo de las técnicas de cultivo ecológico.
   
En esta entrada trataremos, a mí entender, las 5 plagas o enfermedades que pueden afectar a nuestro huerto:
 
La Mosca Blanca:
  
  
La mosca blanca es una plaga, pertenece a la familia de los aleuródidos, se han descrito más de 1500 especies de moscas blancas. Los adultos miden de 1 a 1´5 mm con un cuerpo de color amarillo pálido y un par de alas blancas. 
  
Las hembras viven algo más que los machos, de 14,5 a 55,3 días frente a los 6,4 hasta 34 de los machos, y sus puestas son sensibles a la temperatura.
  
En su desarrollo la mosca blanca pasa por 4 estadios ninfáticos distintos, siendo sólo el primer estadio el único móvil.
  
Las moscas blancas, al igual que la mayoría de insectos chupadores, suelen situarse en el envés de las hojas ya que es la zona con mayor porosidad y accesibilidad para su aparato bucal chupador. El haz en cambio es totalmente impermeable, y por tanto, inaccesible para la mosca blanca.
  
Para vigilar la posible presencia de mosca blanca en nuestro huerto habremos de mirar en el envés de las hojas o agitar un poco las plantas si queremos prevenir y poder coger cualquier invasión a tiempo.
  
Por lo tanto, para prevenir la aparición de esta plaga deberemos de tener especial atención en el riego (ni  excesivo ni escaso), la humedad y la vigilancia y observación de nuestros cultivos.
  
Si los métodos de prevención han fallado podemos recurrir a la utilización de algún producto ecológico que ayude a la planta a combatir al parásito, detener y eliminar la plaga. Podremos utilizar alguno de los mencionados anteriormente como pueden ser el jabón potásico y el aceite de Neem. Como solución casera funciona estupendamente el preparado de ajo, siendo una buena defensa contra todo tipo de insectos y hongos.
 
La Araña Roja:
 
 
Se la considera como una plaga. La araña roja es un pequeño ácaro de 0´5 mm en su etapa adulta. Se suele alimentar de plantas de ambientes secos. Se las llama arañas rojas debido a su capacidad de tejer telarañas pero no es un arácnido sino un ácaro.
  
Son muy peligrosas para la planta debido a que se alimentan de los contenidos celulares, devorando célula por célula dejando una débil y pálida mancha que contrasta con el verde de alrededor.
  
Las arañas rojas, al igual que la mayoría de insectos chupadores, se sitúan en el envés de las hojas ya que es la zona con mayor porosidad y accesibilidad para su aparato bucal chupador.
  
Por lo tanto para vigilar la posible presencia de araña roja en nuestro huerto habremos de mirar en el envés de las hojas si queremos prevenir y poder coger cualquier invasión a tiempo, no obstante cuando una hoja ha sido atacada por la araña roja la parte superior de la misma comienza a cambiar de color pasando del verde al amarillo y  posteriormente al marrón, que es cuando se seca.
  
Si los métodos de prevención fallan y las poblaciones de araña roja corren peligro de descontrolarse probablemente tengamos que recurrir a algún producto ecológico de protección frente a plagas que ayude a la planta a combatir al parásito, detener y eliminar la plaga.
  
Al igual que para el tratamiento de otras plagas de nuestro huerto es muy efectivo en la lucha contra la araña roja el jabón potásico. Una vez aplicado el jabón potásico es muy aconsejable la aplicación de aceite de Neem, que es un insecticida natural. La acción conjunta de jabón potásico y aceite de Neem hace que sea todavía más efectivo el tratamiento.
  
También podemos utilizar productos basados únicamente en esencias vegetales protectoras tales como el preparado de ajo, apichi o insecticidas caseros con picante.
 
El Pulgón:
 
 
El pulgón es una plaga que daña principalmente las hojas tiernas de las plantas más jóvenes chupando la savia. Sin embargo, al mismo tiempo, emite un veneno que hace curvarse las hojas. Esas curvaturas constituyen “refugios” en las hojas, lo que hace que sea difícil para las aves y otros depredadores llegar a los pulgones; de esta manera es muy fácil  que sigan propagando la especie fácilmente.
  
El pulgón puede dañar nuestras hortalizas seriamente, si no controlamos su número. En pequeñas cantidades no es, para nada, perjudicial para la planta, pero si no se encuentra a su principal depredador natural, que es la mariquita, tendremos que tomar cartas en el asunto nosotros mismos ya que perjudicará el crecimiento y desarrollo normal de la planta en la que habita. 
  
Hay que tener en cuenta que el pulgón llega a nuestras plantas transportado por las hormigas, las cuales se alimentan de los deshechos (melaza) que van dejando, ya que tienen un alto contenido en azúcares. En cierto modo, las hormigas son "ganaderas" de pulgones. Los crían en los hormigueros para posteriormente llevarlos a las plantas, por lo que puede ser una buena idea observar de cerca la población de hormigas de nuestro huerto.
  
Recuerda que todos los insectos son necesarios para tener un equilibrio biológico, ten en mente siempre que no se trata de erradicar una plaga, sino de mantener su población en equilibrio con el resto de insectos, incluidos sus depredadores.
  
Es muy sencillo saber cuándo nuestras plantas están siendo atacadas por pulgones. En brotes tiernos y el envés de las hojas podemos ver directamente al insecto. 

Empezamos a ver una cantidad más abundante de hormigas de la habitual. Esto se debe a la simbiosis que hacen con ellas, el pulgón expulsa melaza que es una delicia para las hormigas, y ellas a cambio los protegen de los depredadores naturales. Se empiezan a ver hojas enrolladas y pegajosas, también con manchas amarillas en el lugar de la picadura. Cuando el ataque es muy agresivo, podemos observar la “negrilla”, que es un tipo de hongo, que favorece su desarrollo sobre la melaza. 
 
Su ambiente favorito es el seco y caluroso, por lo que empiezan a aparecer en primavera y se quedan en el verano. Pincha sobre este enlace si quieres conoceralgo más sobre el pulgón.
  
     Algunos de los remedios ecológicos para tratar la aparición y propagación del pulgón, si no queremos utilizar insecticidas químicos, estas serían algunas de las opciones ecológicas:

  • Proceder a la plantación, cercana a las plantas propensas a ser atacadas, de ortigas, madreselva, lupino o dedalera.
  • Fumigar con infusión o purín de ortigas.
  • Pulverizar con agua jabonosa o con agua templada a presión.
  •  La mariquita, la crisopa y pequeñas avispillas son unos enemigos naturales y, por ello, nos ayudarán a controlar las plagas en nuestro huerto.
  
El Oídio:
 
El Oídio es una enfermedad causada por el hongo de ese mismo nombre. Se trata de un vello blanquecino que actúa sobre hojas y tallos en plantas débiles, situadas normalmente a la sombra y en zonas o épocas de mucha humedad ambiental.
  
Los oídios son frecuentes en hojas de cucurbitáceas (calabacines, pepinos, melones y sandías), aunque a menudo encontramos esa especie de harina blanquecina que va secando las hojas en los rosales o en los brotes tiernos de melocotones o nectarinas.
  
La aparición del Oídio suele darse en ambientes de elevada humedad, se asocia con un exceso de humedad, riegos por aspersión o lluvias prolongadas, con temperaturas entre 10º y 20ºC. Su propagación se ve favorecida por los cortes y heridas, así que procuraremos no tocar las plantas sensibles, como los calabacines o los pepinos, cuando están mojadas.
  
Para la eliminación del Oídio como norma general y de forma preventiva trataremos de instalar riego por goteo, aplicando preparado de cola de caballo, cuando la planta esté afectada cortaremos las hojas viejas y afectadas. Eliminando las partes afectadas a tiempo evitaremos la propagación a otras hojas y tallos así como entre plantas.
  
Una falta de aireación puede facilitar la colonización del oídio, esto puede ser debido a un follaje demasiado denso y apretado.
  
Podemos controlar los oídios con espolvoreos de azufre, respetando, posteriormente, los tiempos de seguridad adecuados.
  
El Mildiu:
  
Es una enfermedad provocada por algunos hongos pertenecientes al grupo de los oomicetos que parasitan multitud de hortalizas diferentes a través del agua de lluvia o de riego.
  
Puede provocar diversos síntomas, suele aparecer como manchas marrones o polvo, parecido a la ceniza, y de aspecto graso en el haz de las hojas, asfixiándolas hasta secarlas. En las solanáceas (berenjena, patata, pimiento y tomate) provocan manchas irregulares que al principio tienen un aspecto grasiento y que acaban secando totalmente la hoja, envés de aspecto blanquecino y tallos y frutos posiblemente afectados.
  
Al igual que el Oídio, la aparición de Mildiu suele darse en ambientes de elevada humedad, riegos por aspersión, o lluvias prolongadas con temperaturas entre 10º y 20ºC.
  
Para su tratamiento, en primer lugar, eliminaremos las partes afectadas para evitar la propagación a otras hojas y tallos de la planta. Facilitaremos la aireación de la planta para evitar la colonización del Mildiu, los aclareos y podas, pueden ser una solución.
  
Al igual que para el tratamiento del Oídio, para tratar el Mildiu podemos utilizar el preparado de Cola de caballo, preparado de ajo. Así mismo podemos utilizar productos ecológicos ya preparados y con garantías tales como:
  
  • Mildiu Stop, se trata de un producto formulado a base de extractos vegetales que actúa tanto de forma preventiva como de forma curativa.
  • Própolis, el propóleo es un producto elaborado por las abejas a partir de sustancias resinosas que recogen en las yemas de los árboles, arbustos y plantas más pequeñas. Las abejas lo colocan a la entrada de la colmena, con el fin de sellar todas las fisuras y evitar la entrada o presencia de cualquier parásito o enfermedad.
  • Oxicloruro de Cobre.
  
Al demorarse la plantación, por la Covid-19, la recolección también se ha demorado, no obstante hace unos días que ya he comenzado con la recolección de tomates, judías, calabacines, lechugas, ajos, cebollas, puerros, berenjenas.....
  
 
Y como este año he cambiado el vivero, donde conseguía los plantones de las hortalizas a cultivar durante la temporada, he descubierto una cosa muy curiosa y es la existencia de calabacines  "trepadores", es decir, crecen hacia lo alto, por lo que no ocupan espacio apenas en el huerto. Si quiero que el crecimiento sea el de inicio, pienso que deberé afianza los troncos con cañas para evitar que caigan al suelo, he incluso se parta su tronco. 
 
 
Frase del día:
Pregúntate si lo que estás haciendo hoy te acerca al lugar en el que quieres estar mañana.” Walt Disney
   

jueves, 22 de junio de 2017

El Oídio en la vid

Al oídio se le conoce también por otros nombres según la región geográfica; otros nombres por los que se conoce este hongo de la viña son: ceniza, cenicilla, polvillo, polvo, cendrada, cendrosa, sendreta, malura, roya, blanqueta…
 
El proceso infeccioso del oídio evoluciona a lo largo de las distintas estaciones del año, atravesando en cada una de ellas una fase diferente.
 
El hongo afecta a todas las partes verdes de la planta: hojas, sarmientos y racimos. La infección presenta síntomas diferentes en cada una de estas partes.
 
En las hojas, los síntomas pueden aparecer tanto en el haz como en el envés, en ambos casos suele observarse un polvillo blanco ceniciento, que puede limitarse a algunas zonas, o bien ocupar toda la superficie de la hoja.
 
En los sarmientos los síntomas se manifiestan a través de manchas difusas. Esta pigmentación, inicialmente es de color verde oscuro, pasando a tonos más oscuros al avanzar la vegetación y hasta negruzcos según aumenta la lignificación de la viña. Los ataques fuertes pueden ocasionar un mal agostado de sarmiento, con la consiguiente disminución de reservas en las yemas.
 

En la imagen se observa, a la izquierda, sarmientos tratados y sanos y, en la parte derecha, sarmientos afectados claramente por el oídio.
 
En los racimos se localizan los daños más importantes,  al principio aparece como un cierto polvillo, blanco grisáceo, que recubre en poco tiempo todo el grano.

Los daños producidos por el oídio más importantes se localizan en los racimos, pues el hongo del oídio detiene el crecimiento de la piel del grano, por lo que es frecuente que se agriete, produciendo unos daños directos en la cantidad y calidad de la cosecha.

Si los ataques son fuertes, los granos detienen el crecimiento de la piel. Acaban reventándose y las pepitas salen al exterior, secándose los granos.


La pérdida de la cosecha, si no se toman las medidas de prevención oportunas, puede ser total y, en el mejor de los casos, puede llegar a afectar hasta el 60% en el peso de los racimos. 
 
Estados de desarrollo y ciclo anual del oídio:
 
El hongo inverna en el interior de las yemas y en los sarmientos. Cuando comienza la brotación, suelen darse las condiciones ambientales para que el hongo salga de su letargo y empiece su desarrollo.
 
Cuando alcanza la madurez comienza la reproducción asexual con la formación de gran cantidad de conidias, que transportadas por el viento, propagan la enfermedad a cualquier parte verde de la planta.
 

A partir de este foco primario puede tener varias contaminaciones, si las condiciones climáticas son favorables, durante todo el desarrollo vegetativo de la vid.

Al final de la vegetación, el desarrollo del hongo también se detiene disponiéndose a pasar el invierno en la forma de micelio (fase asexuada) en el interior de las yemas o en forma de peritecas (fase sexuada) en los sarmientos.

Climatologías favorables para el oídio:
  
La temperatura, la humedad y la iluminación son los factores que condicionan el desarrollo de este hongo.
 
La temperatura es el factor que más influencia tiene en el desarrollo de la enfermedad:

  • A partir de 15ºC: comienza su desarrollo. 
  • Entre 25 y 28ºC: es el rango óptimo de temperaturas  para su desarrollo. 
  • A partir de 35ºC: detiene su desarrollo.
  • A partir de 40ºC: estas temperaturas tan altas son letales para el oídio. 
La humedad ambiental también es muy importante e influye en el desarrollo de la enfermedad. Con humedades relativas altas germinan las conidias.

Al contrario que el mildiu, las lluvias abundantes frenan su desarrollo.
  
Estrategia y protección contra el Oídio:
   
En función de lo propensa que pueda ser la vid a ser atacada por oídio, el número de tratamientos aplicables será, como máximo, de cuatro para productos sistémicos (se extiende  por la savia de la planta) y como mínimo de seis para los azufres.
 
A pesar de emplear productos sistémicos, no hay que dejar de aplicar algún tratamiento de azufre en cualquiera de sus formas por su polivalencia.

Los momentos más oportunos para realizar los tratamientos fitosanitarios son: 
  • Cuando los racimos se hacen visibles (estado fenológico), teniendo la mayoría de los brotes entre 5 y 10 cm.
  • Al comienzo de la floración (inicio del estado fenológico. 
  • Con granos de tamaño guisante-garbanzo.
  • Al principio del envero (cuando comienza a cambiar la uva de color).

En variedades sensibles y en zonas o años propicios puede ser necesario realizar tratamientos adicionales.
 
El único método de protección eficaz del oídio actualmente es el químico.

Algunas materias activas para su control son:

    Azufre, ciprocozanol+Azufre, dinicozanol, dinocap, fenarimol+Azufre, flusilazol, hexaconazol, myclobutanil, nuarimol, penconazol, permanganato potásico, pirifenox, triadimenol, triflorina, etc.

Recomendaciones en los tratamientos
 
Como el oídio de la viña es un hongo externo, los tratamientos deben empezarse pronto, es decir, de forma preventiva. Siempre será más fácil que tener que curar la enfermedad e incluso erradicarla.
 
 La forma de lucha estará condicionada en función de la  variedad y forma de cultivo.
 
Como resumen, podemos decir que la primera aplicación será con un producto sistémico con el fin de paralizar o no dejar entrar la enfermedad. Las siguientes aplicaciones pueden realizarse con sistémicos o con azufres o alternando unos y otros. Esto ya queda a criterio del agricultor según su problema.
 
Se hace necesario y fundamental no tratar con Azufre con temperaturas superiores a los 32ºC puesto que se pueden producir quemaduras en las hojas. Aplicar el azufre a primeras horas de la mañana o últimas de la tarde, para evitar quemaduras que pueden darse con temperaturas altas. 

Frase del día:
" La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce." (1712 - 1778) Polímata suizo-francófono, además de escritor, pedagogo, filósofo,  músico, botánico y naturalista.