viernes, 20 de mayo de 2022

El cultivo de hortalizas y vegetales

Tanto los huertos propios como los huertos urbanos, cada vez, se están convirtiendo en algo más común debido, en gran parte, a la creciente concienciación de los efectos positivos de tener un huerto para las personas que viven en ciudades y zonas urbanas.

A pesar de que el hombre no siempre lo tuvo fácil para conseguir alimentos, un cambio en su estilo de vida supuso una ruptura con la seguridad alimentaria que amenazaba su supervivencia. Hoy en día la agricultura se considera una práctica alimentaria esencial para la subsistencia de los seres humanos.

Plataneras en el bancal del Nispero.

La agricultura tuvo su origen durante el período Neolítico, el último de los períodos en que se divide la Edad de Piedra. Durante este período ocurrió el paso de una sociedad nómada, basada en recolección, caza y pesca, a una sociedad sedentaria, basada en agricultura y ganadería. De hecho, Se cree que el descubrimiento de la agricultura fue lo que impulsó dicho cambio. Gracias a ella, se crearon las condiciones perfectas para la formación de los primeros pueblos y a la creación de un sistema alimentario basado en la racionalización.

Incluso podría ser acertado decir que la mujer fue la que descubrió la agricultura, debido a los roles que en aquel tiempo imperaban, con los hombres saliendo todos los días a conseguir alimentos y las mujeres quedándose al cuidado del hogar, lo que les dio la posibilidad de observar lo que ocurría con las semillas de los residuos vegetales.

Según los historiadores, son ocho los cultivos que se desarrollaron con el inicio de la agricultura. Los primeros en ser cultivados fueron los cereales:

·     El trigo «espelta» (La espelta es un grano menos conocido y mucho más antiguo que su primo moderno, el trigo. ¡Se estima que la espelta ya se cultivaba hace más de 7.000 años!

Sin embargo, en el siglo XIX, tras la rápida evolución de técnicas agrícolas modernas, dejó de cultivarse, pues ya no resultaba rentable para los agricultores. Y es que las cosechadoras podían cosechar el trigo común en un único proceso, mientras que la espelta necesitaba procedimientos adicionales para poder extraer la cáscara exterior dura, lo que complicaba y encarecía el proceso.

·      Le siguió el trigo "mocho" y la cebada.

·   Después vinieron las leguminosas: guisantes, lentejas, yeros y garbanzo. Y por último, el lino también figuró entre los primero cultivos.

Todo parece indicar que las primeras siembras y cosechas agrícolas ocurrieron en diversas regiones de Egipto e India, hace alrededor de 10.000 años.

A día de hoy, la agricultura es una de las actividades fundamentales del sector primario y fuente de sustento para una amplia parte de la población de nuestro planeta. La agricultura moderna depende y está intrínsecamente relacionada con la investigación científica, la física y la biología. Una gran cantidad de los avances en estos ámbitos de conocimiento permiten optimizar procesos de producción, recolección y convertir a la actividad agrícola en una práctica más sostenible.

 

¡Bueno, vale! Lo anterior, como curiosidad, está bastante bien, pero a nosotros lo que nos interesa es el cultivo de hortalizas y vegetales.

Así tenemos que, los primeros cultivos de hortalizas se remontan a miles de años en la historia. La inclusión en la dieta de plantas comestibles cultivadas en huertos, supuso un punto de inflexión y un cambio muy positivo en la evolución de la alimentación humana.

El origen del cultivo de hortalizas y verduras es posterior, al menos, un millar de años, al cultivo de cereales como el trigo, el arroz o el maíz.

Con el fin de la última glaciación, acaecida 15.000 años antes de nuestra era, el clima se fue suavizando. A ésta le sucedió un recalentamiento progresivo del clima, apreciable a partir del milenio X, y un florecimiento de las plantas sensibles al frío, como las leguminosas.

El cultivo de hortalizas constituye un invento en la medida en que supone hacer el experimento de obtener plantas comestibles, o plantas cuya baya o fruto era comestible, y trasplantarlas directamente, o por medio de semillas, a otro terreno.

Podemos, por tanto, suponer que su puesta a punto requirió mucha más observación agrícola que los cereales, y por eso su aparición es más tardía.

Se ignora qué especies exactamente dieron lugar a los primeros cultivos de hortalizas. Sabemos que en Anatolia, que parece haber sido el centro agrícola más desarrollado de esta época, las lentejas, las almezas y las al­caparras figuraban entre las especies que fueron objeto de los primeros semicultivos 7.000 años antes de nuestra era.

En el Nuevo Mundo fueron la calabaza, la calabaza amarilla, y la calabaza vinatera, cuyos frutos secos servían de flotadores de pesca, y luego hacia el año 5.000, la papa o patata, el tomate, el amaranto y la guindilla.

También sabemos que en Egipto, entre los años 3.200 y 2.780 a. de C., los cultivos de hortalizas abarcaban una gran variedad, ya que incluían el espárrago, el cardo, el apio, la col, la lechuga, las cebollas, los garbanzos, los rábanos y la sandía. Un poco más tarde apareció el pepino.

Según parece, los cultivos de hortalizas egipcios sirvieron de ejemplo para el resto de la cuenca mediterránea, por su tecnología y su gran variedad.

En Europa, en el siglo IV a. de C., Roma adoptó el cultivo de hortalizas y de la mayor parte de las especies extendidas por la cuenca mediterránea. Paradójicamente, muchas de estas variedades desaparecieron y los cultivos de hortalizas declinaron al final del imperio romano.

La col no volvió a introducirse en Europa hasta el siglo IX, al igual que el pepino. Las espinacas, que se cultivaban habitualmente en China desde el siglo VII, no llegaron a Europa hasta cinco siglos más tarde.

Y varias de las especies mencionadas anteriormente, y en su tiempo consideradas triviales, no reaparecieron en Europa hasta mucho tiempo después, durante el Imperio Romano, como la alcachofa o la berenjena. Pero mientras tanto Europa había sido conquistada por la patata, introducida a mediados del siglo XVI.

Con respecto a la evolución del cultivo de hortalizas y vegetales, hay pocos ámbitos de la tec­nología agrícola que sean tan irregulares como el del cultivo de hor­talizas. El mejor ejemplo nos lo proporciona el tomate (cuyo nombre viene de la palabra azteca “tomatl”, fruta hinchada), el cual, existía en estado salvaje antes de la colonización de América del Sur.

El tomate fue importado a Europa por su interés botánico en el siglo XVI (aparece en la descripción de un autor italiano de 1.554 bajo el nombre de pomi d’oro, “manzanas de oro”), ya que el fruto en estado salvaje era amarillo.

Era consumido por los indios de Amé­rica del Sur, pero por entonces tan sólo se recolectaba, y los europeos lo consideraron sospechoso hasta el siglo XVIII. El presidente norteamericano Jefferson introdujo su cultivo en los estados del sur en 1.781, y se comenzó a consumir habitualmente desde 1.812.

Con la extensión y propagación de las diferentes variedades, a finales del siglo XIX, llega entonces el comienzo de las hibridaciones de diferentes especies de vegetales y hortalizas.

Hemos visto unas pequeñas nociones sobre el inicio de la agricultura y el cultivo de hortalizas y vegetales, veamos ahora unos pequeños consejos para la optimización y el cuidado de nuestro huerto. 

No cabe duda que para conseguir tener un huerto sano basta con seguir una serie de prácticas, entre las que podemos destacar algunas de las que considero más importantes:

·      No pretendamos abarcar todas las hortalizas desde el comienzo, ya que existen grandes posibilidades de que no sea efectivo. Lo importante es comenzar con una variedad menor y luego, paulatinamente, incorporemos otras plantas diferentes. De esta manera podremos controlar todos los cultivos y sacar el máximo potencial de cada hortaliza. Por lo tanto, en el inicio, plantaremos con moderación.

·   Para que un huerto tenga un buen resultado en primer lugar, es necesario tener un suelo en buenas condiciones. Si el suelo está muy encharcado, se debe arar la tierra para conseguir que no se acumule tanta agua. Por el contrario, si está muy seca, se arará igualmente para conseguir acumular mayor cantidad de agua.

En segundo lugar, también es importante suministrar el abono y el sustrato adecuado. Además, el fertilizante es un pilar fundamental para conseguir el terreno que tu huerto necesita.

·   Cuando creamos un huerto, existe una serie de herramientas que son necesarias para facilitar la actividad, y deberemos de ir adquiriéndolas con el tiempo.

·   Para asegurarnos la calidad de nuestras hortalizas, el clima es uno de los factores más importantes en nuestro huerto. De hecho, si los cultivos son autóctonos,menor será la probabilidad de contraer enfermedades o plagas.

·   El huerto tiene unas dimensiones limitadas, y las hortalizas necesitan su espacio. Por ello, debemos tener en cuenta que no se puede abarcar una gran multitud de cultivos y sobre todo de la misma familia, pues competirían entre sí por los mismos nutrientes y no conseguiríamos una buena cosecha.

Una posible solución es asociar cultivos sembrando plantas que se complementen entre sí, de tal manera que se ayuden a crecer y desarrollarse. De lo contrario, existiría la posibilidad de que aquellas hortalizas que son de la misma familia compitan y, como consecuencia, no conseguir un huerto sano y productivo. 

·  El riego es tan importante como los demás consejos, como saber exactamente cuánto y cuándo regar los cultivos. El por qué es sencillo: tan malo es no regar lo suficiente como regar más de lo necesario.

Para evitarlo, la mejor opción es hacer uso responsable del agua. ¿Cómo? Cultivar juntas plantas que necesitan riegos similares. De este modo, no tendremos plantas que necesiten un riego diario al lado de plantas que necesiten un riego menos frecuente.

Además, siempre es importante regar las plantas por el atardecer para evitar que el agua se evapore con el sol y pueda impregnarse con la tierra.

·  Por último, cuando cultivamos hortalizas u otras plantas, siempre estamos expuestos a la posibilidad de recibir plagas o enfermedades que debiliten y estropeen nuestros cultivos. Y como más vale prevenir que curar, es importante saber cómo anticiparse a ellas.

Una muy buena opción es tener plantas que previenen las plagas y no perjudican a nuestro cultivo. Pon cerca de tus cultivos plantas que atraigan a los insectos polinizadores como las margaritas o los geranios.

Frase del día:

" El corazón siempre es inexperto "

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