Los meses en que la recolecta de cosecha era cuantiosa están llegando a su fin, con la llegada del otoño, el final del ciclo de los cultivos de verano llega a su fin. Pero… tenemos que tener en cuenta que, por ser una época en la que el huerto ha entrado en decadencia, podemos dejar de lado las labores y cuidados del mismo.
Es el momento idóneo de proceder con el levantado de los cultivos de verano, cuya producción es escasa o nula en estos momentos, y preparar el terreno para los nuevos cultivos de invierno.
|
|
Podremos seguir recolectando tomates (como los de las imágenes superiores, más de un kilo de tomate y 600 gr. respectivamente), pimientos, puerros, cebollas, acelgas, berenjenas, etc. aunque cada vez en menor cantidad.
No debemos de olvidarnos de uno de los productos estrella de los cultivos de invierno: Las habas.
Así mismo prepararemos el terreno para el trasplante de berzas, coliflores y cebollas.
En esta entrada trataremos, muy someramente, sobre el cultivo de la cebolla.
Existen dos factores importantes para garantizar el éxito del cultivo de cebolla: las variedades de la planta y las fechas de plantación.
Ahora bien, no todas las variedades de plantas de cebolla son adecuadas para todas las épocas del año, ni todos los suelos son aptos para su cultivo.
La cebolla es una planta que tolera diferentes climas, crece muy bien en un rango de temperatura ambiente entres los 13 °C a 28 °C.
La época de siembra para plantar cebolla, en España, va a depender de las particularidades del ciclo de cultivo de cada tipo de cebolla y de las condiciones climáticas de cada lugar. Las que se conocen como cebollas tempranas se suelen plantar a finales del verano o principios del otoño, normalmente entre agosto y octubre (en el hemisferio Norte).
Mientras que las llamadas cebollas tardías se plantan en invierno o principios de la primavera, normalmente entre diciembre y marzo. En caso de plantar las cebollas a partir de bulbillos, en general, la época idónea suele ser el otoño y el invierno, entre septiembre y febrero.
A pesar de que la siembra de cebolla no necesita de cuidados rigurosos dado que requiere muy poco espacio y tiene un corto período de crecimiento, hay pasos que debemos seguir en las primeras fases para conseguir una buena cosecha:
- La planta de cebolla necesita mucho sol, principalmente en la época en la que se forman los bulbos.
- No necesita un aporte hídrico importante, sobre todo cuando ya se ha formado el bulbo pues tenderá a podrirse.
- No les gusta los encharcamientos, el suelo debe de ser esponjoso y permeable.
- El abonado debe de contener cantidades generosas de potasio y fosforo, generalmente el abonado se hace antes de la siembra, y controlaremos el exceso de nitrógeno.
- Por norma general, el período de crecimiento oscila sobre unos 5 meses. Importante que cuando se aproxima esa etapa, se les pisa el cuello para que todos los nutrientes vayan al bulbo, en unos días procederemos a su arrancado y posterior seca, exponiéndolas al sol en el mismo terreno donde se han cultivado, durante unos día.
La cebolla es un alimento muy beneficioso para la salud, ya que contienen una cantidad considerable de nutrientes, siendo uno de los alimentos más usados en los hogares de todo el mundo.
El estado del huerto a finales de agosto luce espectacular y de ello da fe la exuberancia y frondosidad de la parra virgen y la pérgola de bachocones, han sido capaces de crear un espacio fresco y lleno de color en el huerto.
Es uno de los símbolos por excelencia del verano y otoño, por el color de su follaje verde (en primavera-verano) y rojo (durante el otoño).
Surgen a principios de la primavera y sus hojas adquieren un color verde intenso y brillante, muy fresco y luminoso. A medida que va transcurriendo el verano el verde se oscurece y al adivinarse el otoño las hojas van cambiando su color al rojo. Una vez entrada la estación, la parra virgen se habrá puesto de un rojo intenso espectacular, y se mantendrá así hasta el invierno, momento en el que perderá sus hojas.
De cuidados sencillos, el cultivo de la parra virgen nos exigirá pocas atenciones, en comparación con la belleza que nos regalará mientras se mantiene su característico color verde intenso y posteriormente cuando comienza a tomar los tintes naranjas, rojos y burdeos propios de la estación invernal.
Únicamente deberemos de prestar especial atención en el momento de su plantación, eligiendo un lugar en el que esté protegida del sol y junto a una pared, celosía o pérgola por la que pueda trepar, el terreno deberá de tener un buen drenaje y ser rico en nutrientes. Es posible cultivarla también al sol, pero es cierto que privándola de él lograremos una mayor intensidad en la coloración de sus hojas.
Para su plantación cavaremos un hoyo profundo en el suelo, orientado el norte o al este, de unos 50 cm de diámetro y otros 50 cm de profundidad, las raíces de la parra necesitan bastante espacio y estar profundas en el terreno.
Posteriormente añadiremos una buena capa de materia orgánica para enriquecer el terreno.
Seguidamente colocaremos la planta enterrando las raíces y regando después abundantemente.
Para su mantenimiento, y con respecto al riego, la parra virgen prefiere suelos húmedos, pero no encharcados, el riego debe de ser regular, vigilaremos la tierra y regaremos cuando esta esté ligeramente seca, así la mantendremos ligera y aireada.
Por otro lado, una vez haya enraizado y como buena trepadora que es, deberemos de tener ciertas precauciones en su crecimiento. Aunque no precisa poda, sí es importante mantenerla a raya si queremos que no crezca de manera descontrolada tapando ventanas, canalones o puertas, y convirtiendo su presencia en algo incómodo. Una vez ha arraigado, es interesante podarla de manera selectiva respetando las ramas leñosas viejas y recortando las jóvenes.
Es de vital importancia que al realizar esta labor no despeguemos aquellas ramas que no queremos cortar, ya que una vez se haya separado de la pared a la que están ancladas, tienen serias dificultades para volver a hacerlo.
Al comienzo del verano observaremos que nuestra parra virgen se llena de unos frutos pequeños y de color negro azulado que penden de unas ramas rojas.
|
|
Estas bayas atraerán a los pájaros, ya que para ellos son un verdadero manjar. Sin embargo, debemos saber que no son comestibles para los humanos. Estas poseen una alta concentración de ácido oxálico lo que les confiere un sabor muy desagradable que nos protege de cualquier tentación de ingesta.
Al ser una planta resistente no suele sucumbir al ataque de los insectos. En determinadas ocasiones puede verse atacada por la araña roja o por la cochinilla.
Destrozos
en los exteriores de la Villa, los jabalíes este año, al igual que el anterior,
han vuelto a hacer destrozos en la higuera, rompiendo y destrozando las ramas
inferiores, por lo que en años venideros el acceso a los higos se dificulta un
poco más.
Destrozos en la Higuera. |
Mr. Potato |
Y que os parece Mr. Potato? Curiosa berenjena recolectada esta temporada.
Mención especial para la colmena, durante todo el verano las pobres obreras han estado “tomando el fresco”, a partir de las 21:00 horas en la piquera de la colmena, debido a la falta de espacio en la misma, al ser una caja para enjambres y no haberla cambiado a una caja más amplia una vez entró el enjambre.
Tengo preparada una caja más amplia, de 10 cuadros, en la cual incorporaré los cinco cuadros existentes en la colmena pequeña y otros cinco más que mi hermana, “la Mary”, me ha preparado con cera estampada perfección.
Esta cera estampada de abeja es una lámina de cera en la cual, por medio de una estampadora de cera, quedan impresos los hexágonos a partir de los cuales, las abejas construirán las celdas que utilizarán para cría o para depósito de miel y polen.
La cera de abeja es uno de los elementos más importantes de la colmena para la producción de la miel, ya que una lámina de cera de buena calidad, facilita el trabajo a las abejas con el consiguiente beneficio en tiempo aprovechado y rendimiento en la miel.
En próximos días quedará solucionado este tema, aunque, posiblemente, un poco tarde. Estoy a la espera de la consecución de un ahumador, utilizado en la apicultura para lograr el control sobre las abejas, que ante la presencia del humo se retiran como reacción a un instinto natural de supervivencia, basado en una simulación de un incendio, las abejas no sufren ningún daño.
Con la utilización del ahumador, el humo le crea una oportunidad perfecta al apicultor para que abra la colmena y trabaje, mientras se bloquea la reacción protectora de la colonia de abejas. Además, el humo inicia una reacción en las abejas, y estas llenan su abdomen de alimento (anticipándose al “posible” abandono de la colmena ante la amenaza de un posible incendio.) Cuando una abeja consume "miel", su abdomen se llena y es difícil que se agache para picar.
Frase del día:
“ No se trata de ser el primero sino el único. ”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar