miércoles, 9 de noviembre de 2022

El splitting o rajado en los citricos

El origen del rajado de frutos en los cítricos.

Este año he observado, por primera vez, el rajado de frutos en mi mandarino, cabe considerar que, todavía, es joven, que el verano ha sido muy cálido y que posiblemente los riegos no han sido lo adecuadamente correctos pero, insisto, es la primera vez que lo veo, tanto en el mandarino que hay en la actualidad como en el que anteriormente había.

Por eso quiero tratar este tema en esta entrada. Se ha comprobado que, normalmente, las apariciones de la alteración suelen presentarse por el mes de agosto, tras las lluvias de verano. Las causas de estas fisiopatías tienen un origen común estando vinculadas, generalmente, a problemas de falta de hidratación en los momentos iniciales de formación de la fruta.

Si los meses siguientes son muy secos el problema avanza y la corteza va perdiendo uniformidad y llegado el momento de la maduración se produce una reducción en la elasticidad de la piel de la fruta, debido a esta falta de elasticidad, un incremento repentino del tamaño de la fruta (debido a una lluvia, cambio de temperatura, etc.) causa un rajado que puede ser vertical u horizontal, en función del momento en el que se produce la afección y de la variedad de cítrico a la que afecta.

Así pues el rajado de la fruta o splitting consiste en el agrietamiento de la corteza que se produce en los frutos cuando están en el árbol, generalmente antes de llegar a su maduración.

El origen del rajado, o splitting, en la corteza de los cítricos se debe, en gran parte, a cambios bruscos en la temperatura del suelo y la ambiental que, incapaz de tolerar los cambios de estiramiento y compresión de la corteza, termina rajándose.

El hecho de que muchos frutos se fisuren puede estar motivado porque la planta haya pasado un período de estrés hídrico sin nada de agua, la planta desarrolla el fruto muy compacto y con una cantidad mínima de agua en su interior.

Durante todo el período de sequía las plantas sufren. Dejan de brotar manteniendo casi todas sus funciones paralizadas y, en estas condiciones, la cáscara pierde su elasticidad y frescura natural.

Cuando de repente la planta recibe riegos abundantes o lluvias copiosas, se activa la hidratación. Se llenan de jugo las vesículas carnosas de la pulpa, comenzando así un periodo de turgencia. La cáscara queda endurecida y reseca. Sin capacidad de reaccionar frente a tanta presión interna, termina quebrándose.

En los momentos de formación del fruto, meses de mayo y junio, deberemos de evitar, en lo posible, las situaciones de estrés hídrico en la planta.

La fruta que presenta grietas o rajado se debilita y cae al suelo en pleno desarrollo, lo que afecta a la producción.

Por lo general los frutos se rajan cuando todavía no han iniciado el cambio de color, así como en algunas variedades de recolección tardía.

Aplicar productos cuando empiezan a hacerse visibles los daños no suele resolver el problema, si las condiciones climáticas acompañan el proceso se ralentiza o se detiene, pero si las condiciones siguen siendo favorables (altas temperaturas) el proceso de rajado y clareta continúa.

No obstante, se ha demostrado que, niveles bajos en potasio en la planta aumentan el porcentaje de frutos rajados y que una eficiente fertilización potásica aumenta el espesor y consistencia de la corteza de las naranjas y clementinas.

La aplicación foliar de nitrato de calcio en concentraciones del 2%, durante los meses de Junio o Julio, reducen la incidencia de la alteración favoreciendo la formación de una piel más gruesa y elástica que se traducirá en una mayor resistencia.

Aplicar este tipo de productos a última hora, cuando el problema ya se ha manifestado, no es una buena opción, nos debemos anticipar al problema.

Así mismo y aunque el cobre se utiliza mucho para la prevención y control de diferentes enfermedades, a nivel nutricional tiene muchísima importancia como micronutriente.

De hecho, frente al rajado de frutos ha mostrado su actividad sinérgica junto con las aplicaciones de calcio. Su actividad favorece un engrosamiento de las paredes celulares, aumentando la resistencia de la piel.

Este micro elemento activa la producción de compuestos orgánicos que forman parte de la pared de las células, como la pectina, lignina o celulosa. Aplicaciones foliares de calcio con cobre después de la floración reduce el agrietamiento y cracking de los frutos.

Para ser eficaces, las pulverizaciones de nitrato de calcio tienen que cubrir toda la superficie del fruto.

Una vez que conocemos el porqué del splitting, haré una pequeña introducción a las atenciones y cuidados que debemos de prestar a nuestro naranjo o mandarino para mantenerlo sano y en optimas condiciones de producción.

Si disponemos o tenemos pensado plantar un mandarino deberemos de dotarlo de una buena ubicación y que reciba una buena dosis de horas de sol. Los árboles de mandarina son más adecuados cuando se cultivan en climas tropicales y subtropicales cálidos. Un árbol que crezca sano y que reciba suficiente sol, al menos 6 horas diarias, pero también algo de sombra de vez en cuando, dará una fruta con mejor aspecto año tras año.

Debido a que estos árboles están más acostumbrados al clima y al tiempo subtropical, cabe recordar que estos árboles necesitan mucha agua al principio, especialmente si todavía es un árbol pequeño de menos de 1 metro. Los primeros años de nuestro mandarino son los más importantes.

A medida que el árbol crece y se consolida, los riegos podremos efectuarlos 1 vez por semana, y siempre dependiendo de la ubicación del mismo. Un árbol en un lugar más soleado, con una sombra mínima, necesitaría más agua.

No obstante, el riego no es una ciencia exacta y aunque el promedio varía en función de la climatología, del tipo de tierra y de la meteorología, se suele regar unas 10 veces al año, normalmente desde abril hasta octubre, acortándose el periodo en verano que puede llegar a ser cada 3 semanas.

El mandarino debe estar bien regado durante el desarrollo de la fruta. Una vez que la fruta alcance su tamaño completo, deberemos de disminuir los riegos para que se acumulen los azúcares en la fruta. Durante la temporada de lluvia, el mandarino no necesita riego.

Si queremos tener un mandarino saludable, es importante que este tenga un suelo que drene bien y que tenga un equilibrio de pH entre 6 y 7. Se pueden utilizar algunos fertilizantes para cítricos en la tierra para ayudar a equilibrar y mantener los niveles de pH adecuados.

El abonado de cítricos es aconsejable hacerlo mediante pulverizaciones foliares, nunca debe colocarse en el tronco. Durante la temporada de crecimiento, el mandarino comenzará a dar frutos y ese es un buen momento para abonarlo. Durante el invierno el mandarino no necesita ser abonado. Aplicaremos abonos orgánicos cada 1 o 2 meses en primavera y verano y cada 2 o 3 meses en otoño.

Por otro lado, y no menos importante, tenemos el mantenimiento de poda, aunque si este mantenimiento es continuado, el trabajo a realizar es muy bajo. Para llevar a cabo este mantenimiento, eliminaremos las hojas viejas y secas, cortaremos  las ramas débiles, enfermas, muertas o deformes así como los chupones.

Deberemos de comenzar con la poda a principios de la primavera, o a mediados de la misma, para asegurarnos de que pueda crecer ampliamente durante los meses de verano. Puedes realizar cortes fuera del cuello de la rama para eliminar ramas enteras. Retiraremos las ramas que crezcan a menos de 45º de la vertical ya que estas pueden partirse a medida que vaya creciendo el árbol. Recuerda que deberemos de cortar en un ángulo de 45 grados y a unos 0,5 centímetros de un nudo o brote de la hoja.

El mandarino tarda unos 2-3 años en empezar a producir frutos. Un buen consejo que hay que recordar es eliminar cualquier fruto que crezca antes del tercer año de crecimiento. Esto permite al árbol concentrar su energía de crecimiento en unas raíces más sanas y establecidas.

Las mandarinas están listas para recolectar cuando están completamente anaranjadas y ligeramente blandas. Para saber si la fruta está madura, hay que quitarla del árbol y probarla. Está madura cuando es dulce.

¡¡¡ No arranques las frutas del árbol. !!! Tirar de la mandarina hará que la parte superior de la cáscara se desprenda y exponga la fruta. La mejor manera de recolectarlas es torciendo en ángulo o cortando la fruta del árbol con tijeras. Las mandarinas no maduran más una vez recolectadas, deben dejarse en el árbol hasta que maduren.

Por lo tanto el mandarino es una planta de bajo mantenimiento que requiere un cuidado mínimo y que nos proporcionará deliciosos frutos, cuando estos estén completamente maduros.

Una curiosidad, ¿Sabes diferenciar una mandarina de una clementina?

Si bien ambas son variedades de la familia de las naranjas y una tiene la piel más suelta que la otra, se parecen, y mucho, pero la verdad es que son muy diferentes.

Aunque nos cuesta diferenciarlas a simple vista, ya que en el exterior es muy similar, la mandarina es el cítrico más parecido a su hermana mayor la naranja, aunque de menor tamaño, sabor más aromático y con mayor facilidad para quitarle la piel.

Considerada por muchos como una golosina frutal y llamada así por ser uno de los alimentos favoritos del gobierno chino mandarín, tiene una acidez ligeramente inferior y más cantidad de azúcar.

En cambio la clementina no es una mandarina como tal. Las clementinas son la fruta que se originó del cruce del polen de un mandarino con el polen de un naranjo, lo cual dio lugar a la aparición de esta fruta con apariencia de mandarina y sabor dulzón de las naranjas.


Quizás este afán por convertir dos frutas en una sola radique en que en algunos países no se diferencien entre ambas. Así pues tenemos que:

  • Aunque las mandarinas y las clementinas son parecidas en tamaño, las clementinas son ligeramente más pequeñas que las mandarinas.
  • Las clementinas tienen la piel mucho menos pegada a la carne, por lo que cuesta mucho menos pelarla.
  • Normalmente, y a diferencia de las mandarinas, las clementinas, por regla general, no poseen semillas. No obstante, sí existe alguna variedad que puede tenerlas.
  • Las mandarinas tienen un sabor característico ácido, mientras que las clementinas tienen un sabor más dulce, parecido al de alguna variedad de naranjas.
  • El cultivo de las mandarinas arranca en el 2.000 a.C. en el lejano Oriente Medio. En cambio, el de las clementinas se lleva a cabo desde el siglo XIX en Asia, aunque emigraron hacia el Mediterráneo (Argelia), dónde hoy en día son uno de sus productos estrella, tal y como sucede en España.
  • La mejor época para comer mandarinas es el otoño, mientras que las clementinas se encuentran en las fruterías listas para llevarlas a casa a principios del invierno.
  • Por lo tanto, y aunque en muchos países las siguen confundiendo, e incluso las llaman por el mismo nombre: mandarinas, tal y como he mencionada con anterioridad, las diferencias entre ambas son evidentes al gusto y también al tacto, por el grosor de la piel y la facilidad o dificultad de separar la cáscara de la carne, entre muchas otras cosas.

    Frase del día:

    Fracasar en prepararse es prepararse para fracasar. ”