Las
elevadas temperaturas que estamos teniendo durante estos días han motivado que
la plantación en el huerto se adelante casi un mes, pero no en todas las verduras y
hortalizas que compondrán nuestro huerto de verano, por eso ya he procedido a
plantar cuatro variedades de tomates.
De
todos los componentes climáticos, la temperatura es, sin duda, el más
importante. De ella dependen todos los procesos de crecimiento de las plantas.
Las
plantas tienen un punto óptimo de temperatura para su crecimiento. Por encima o
por debajo de este punto y, a medida que las temperaturas van siendo más
extremas, se llega a un punto de crecimiento cero. A partir de ahí, si continúa
subiendo o bajando, se llega a un punto crítico en que cada planta tiene una
temperatura límite de supervivencia.
El
límite para el frío lo marca la congelación de la planta y para el calor la
desnaturalización de sus proteínas.
Así
mismo, existen tipos de plantas más o menos exigentes en temperatura para su
buen desarrollo que nos marcarán las producciones en función de la época del
año en que nos encontremos.
Mención
aparte merece un concepto climatológico como son las heladas. Cuando la
temperatura del aire desciende de 0º C se produce una helada, tanto más severa
cuanto mayor es el descenso térmico y su duración. La helada afectará a la
planta según su temperatura mínima de supervivencia.
Es
muy importante antes de comenzar un huerto, asesorarnos cuando es la mejor época para plantar o sembrar una especie concreta,
para ello disponemos del calendario de siembra
donde de manera orientativa nos va a dar las fechas más adecuadas para llevarlo
a cabo.
El
calendario es orientativo y dependiendo de la zona
geográfica donde nos encontremos, las fechas se siembra se
pueden adelantar o retrasar, por eso en el calendario existe cierta flexibilidad.
En las zonas más cálidas las plantaciones de primavera se pueden
adelantar y por el contrario en las zonas con duros inviernos y temperaturas
más frías las fechas de plantación se deben atrasar.
El
siguiente calendario atendería a una zona tipo como el Levante de la península
Ibérica, el cual se caracteriza por tener un clima suave en invierno y veranos
no tan calurosos, aunque por lo general en la zona sur de la península suele
ser parecido, y en el norte las fechas primaverales se suelen atrasar un poco.
De
todos modos, este calendario nos da idea sobre los periodos y fechas
aproximados de siembra y de cosecha, pero lo ideal y para ir más seguros a la
hora de hacer una siembra, es preguntar a los agricultores
y personas del lugar que
ya tengan cierta experiencia, es una buena fuente de información en cuanto a
fechas y periodos se refiere.
Las
siembras tempranas presentan los máximos potenciales
de producción. Cuando las limitantes hídricas, nutricionales y sanitarias son
controladas, la radiación y la temperatura pasan a ser decisivas para el
crecimiento a través de su incidencia en la producción fotosintética de
asimilados en la planta. Durante la floración,
las siembras tempranas le permiten al cultivo el aprovechamiento de los altos niveles de radiación
incidente de primavera y principios del verano, con elevadas amplitudes
térmicas, condiciones favorables para el crecimiento del cultivo.
Esto
también condicionará los riegos, aunque podemos establecer unas pautas
sencillas para regar:
- Las plantas necesitan más agua a medida que van desarrollándose. Por tanto, al inicio de su crecimiento necesitarán riegos menos frecuentes que en pleno desarrollo.
- En función de la época del año y a medida que va avanzando el año natural recibimos más horas de sol y más intensas, y posteriormente irá decreciendo. Así que, en verano tendremos que regar más frecuentemente que en invierno.
- La meteorología influye también en la frecuencia de riego. No sólo si llueve, también si los días son nublados o las temperaturas son más bajas tendremos que disminuir la frecuencia del riego
Conociendo la época del año, la meteorología de los
últimos días y el momento de crecimiento de las plantas deberemos establecer nuestra
pauta de riego. Además la observación del terreno también nos dará unas
valiosas pistas, tocando la tierra o el substrato somos capaces de determinar
su nivel de humedad. El color del suelo también nos da información; cuanto más
oscuro, la humedad del terreno será mayor, cuando el color del suelo sea más
tenue será un indicativo de falta de humedad y deberemos de proceder a efectuar
un riego.
La experiencia también nos aporta unas reglas que nos
pueden servir de guía. Por ejemplo, en pleno verano, de máxima frecuencia de
riego, en un huerto con una plantación de tomates en surcos con riego por
inundación y en plena producción, difícilmente podremos alargar la frecuencia
de riego más allá de dos o tres días sin que afecte al rendimiento.
Así mismo he procedido con la plantación de unas cuantas
matas de Albahaca. Y, ¿por qué albahaca?
La albahaca es una planta excepcional. Y si tienes un
huerto o jardín debes cultivarla. No sólo vas a poder usarla fresca en tus
recetas de cocina y para elaborar remedios caseros que mejoren tu salud sino
que además es una planta que cura plantas. Me explico, la albahaca es realmente
buena para prevenir y combatir plagas como
la mosca blanca, e incluso el pulgón o mosquitos. Pero así mismo nos ayuda a
combatir algunos hongos como el mildiu o el oídio.
La albahaca tiene acción acaricida, insecticida y
repelente. Es su fuerte olor que aunque muy agradable ahuyenta a los
insectos, además, su gran floración atrae las abejas.
A la
albahaca le gusta la exposición a pleno sol, aguanta muy bien la sequía
pero los riegos copiosos le hacen crecer en modo arbusto.
Por lo tanto, si cultivas albahaca junto a las
tomateras las estarás protegiendo de las plagas.
Frase del día:
"❀ Cuando la alimentación es incorrecta la medicina
no funciona. Cuando la alimentación es correcta, la medicina no es
necesaria"
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