domingo, 21 de junio de 2020

La Achira

Achira, proviene del término quechua achuy, cuyo significado primario es “estornudo”. Conduce a la idea de “transportar algo entre los dientes o con la boca” y de aquí al concepto de lo que el alma humana emite o expresa con espontaneidad. Por lo que achira es la palabra, el cuento, la historia, el relato que se comparte.
 
De origen sudamericano, los arqueólogos han demostrado que se cultivaba en Perú hace 4.500 años. 
  
Esta planta perenne pertenece a la familia de las Cannáceas. Su nombre científico es Canna Indica.
  
Es una herbácea vivaz, de rizoma grueso, carnoso y ramificado de hasta 20x15 cm. La altura que puede alcanzar es variable: las hay altas y otras bajas y compactas; algunos ejemplares sobrepasan los 2 m.
  
Las hojas, muy decorativas, son envainadas, alternas, lanceoladas y lisas. Algunas variedades tienen follaje verde y otras son de hojas cobrizas.
 
 
La achira se puede cultivar desde el nivel del mar hasta los 2.700 metros de altitud, pero prefiere los climas montañosos tropicales o subtropicales templados, y entre los 1.000 y 2.000 metros de altitud; le gusta el sol, decae con los fríos y no tolera bien las heladas.
  
Prefiere el suelo suelto, fértil y bien drenado, en su ambiente natural suele crecer a orillas de los ríos, de modo que requiere un riego frecuente y abundante, especialmente en verano.
 
 
En Europa es mayormente empleada como planta ornamental en jardines, mientras que en Latinoamérica se cultiva principalmente por sus cormos o rizomas, que son de importancia para la alimentación humana y la agroindustria.
  
Tiene flores grandes, sésiles, bracteadas y compuestas, muy llamativas por su aspecto tropical y sus colores: rojo, rosado, anaranjado o amarillo, generalmente combinados, como manchas.
  
Los cormos de la achira se comen también asados o cocidos. En decocción las raíces se usan como diurético y las hojas como cicatrizante; el jugo de estas como antiséptico. Las hojas recién cortadas se usaban y, probablemente, todavía se usan para ponerlas sobre las quemaduras para refrescar y disipar el calor de la piel quemada.

 
El período de plantación comprende desde finales del primer mes primaveral hasta finalizar el periodo de heladas. Para su plantación efectuaremos un hoyo de unos 30 cm de profundidad, enterrando el rizoma y dejando la parte superior del mismo a 5 cm de profundidad. 
  
La Achira también puede reproducirse a partir de semillas. Estas se encuentran en cápsulas grandes y duras que deben remojarse durante 24 horas en agua tibia. Una vez remojadas, córtalas ligeramente, en su extremo, con un cuchillo para favorecer la germinación y que esta sea más rápida. Siémbralas a 1.5 cm de profundidad en una maceta de unos 20 cm de diámetro con compost y mantenlas a 24 °C. Mantén el compost húmedo y en un sitio umbrío. La germinación es lenta pudiendo durar hasta cuatro meses.
 
Ubicación definitiva.
Moreras y parra virgen.
 
Con respecto al riego, como hemos dicho anteriormente, requiere un riego frecuente y abundante, especialmente en verano, disminuyendo este a finales de otoño. Incrementaremos la cantidad de agua de riego, gradualmente, al momento de la floración, que se inicia en verano.
  
En cuanto a la poda, si su fin es ornamental, no es necesario el podarla, pero se recomienda eliminar las flores secas para estimular una nueva floración. A finales de invierno, cuando ya no hay heladas, es la época cuando procederemos a realizar esta poda a una baja altura.
 
Nuevos maceteros.
Parra virgen, para las abejas.
 
En otro orden de cosas, con respecto a la Villa, en unos días estará florecida toda la parra virgen, que cubre toda la pared del huerto, con lo cual facilitaré el trabajo a las abejas, al encontrarse la colmena a escasos metros de distancia, incrementándose también, posiblemente, la polinización en el huerto.
 
Frase del día:
Tener la conciencia limpia es síntoma de mala memoria.”
 

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