Plantar
una semilla, regar y esperar a la flor es un camino mental que trae paz,
sosiego y felicidad.
“Si supiera que el mundo se acaba
mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”, decía Martin Luther
King. En su caso, el cultivo significaba esperanza.
El
cuidado de un huerto supone beneficios psicológicos: mejora el estado de ánimo,
reduce los niveles de ansiedad, aumenta la autoestima, al conseguir una
recompensa por el esfuerzo, ayuda a desarrollar la paciencia, estimula la
memoria...
Nos
encontramos en el mes de Julio, el calor comienza a ser asfixiante y nuestro
huerto también lo nota. En su día preparamos la tierra, realizamos una
selección de las variedades más adecuadas que se adaptan a nuestro huerto,
efectuamos la plantación de las diferentes verduras y hortalizas seleccionadas
y con todo el amor y cariño del mundo las hemos cultivado y, por fin, ha
llegado el día más esperado de todo pequeño agricultor: La
recolección.
La cosecha o recolección de las verduras y hortalizas
es, sin duda, el momento más gratificante, la disponibilidad de los alimentos
compensa el esfuerzo y cuidados invertidos durante los meses anteriores.
Pero
a la hora de efectuar la recolección deberemos de tener en cuenta ciertas
premisas, esenciales para garantizar todas las propiedades de nuestras
verduras, tales como la hora del día en que se cosecha y el punto de madurez de
las mismas. Pincha sobre estos enlaces si quieres ver recolecciones de años
anteriores.
Es esencial disponer de unos pequeños conocimientos a
la hora de efectuar la recolección evitando errores tales como tironear de las
matas de judía o guisantes, cuando se trata de ensayar un gesto concreto entre
pulgar e índice para coger bien las vainas; no cortar los puerros por la base,
sino sacarlos con raíz, etc.
En julio también es momento de sembrar cultivos de
invierno, arreglar tutores y, sobre todo, tener
controladas a las adventicias o malas hierbas.
La cosecha de las hortalizas puede ser de temporada,
para aquellas plantas que alcanzan a la vez un desarrollo idóneo para el
consumo, o en aquellas que la maduración de los frutos es escalonada,
existiendo la posibilidad de escoger los ejemplares más convenientes o mejor
desarrollados.
Pero
no olvidemos que “el suculento huerto del
frío, se siembra en verano.”
Coles, lombardas y coliflores. Acelgas, espinacas y
borrajas. Escarolas y lechugas de invierno. Zanahorias, remolachas, nabos,
puerros... El huerto de otoño-invierno es de lo más variado, alimenticio y
sustancioso.
En otoño e invierno, la huerta nos da alimentos de
gran valor nutricional. Las siembras y plantaciones escalonadas, que empiezan
ahora en verano, nos permitirán disponer de ellos durante muchos meses.
En la mayor parte de España es posible cultivar el
huerto todo el año, de modo que, también en los meses más fríos, se pueden
llevar a la cocina una gran variedad de hortalizas recién cosechadas.
La preparación del huerto de otoño-invierno comienza
en junio, por lo tanto se le debe reservar un lugar distinto del que se destina
a los cultivos de verano.
Por
lo tanto a primeros de Junio procederemos a la preparación de la tierra,
removiendo y aportándole una buena cantidad de estiércol, hemos de tener en
cuenta que deberemos de proceder a su enterrado inmediatamente, para evitar que,
con el calor, se pueda evaporar el nitrógeno que este contiene.
Seguidamente
procederemos con el diseño de nuestro huerto de otoño-invierno teniendo
especial cuidado con la rotación de cultivos.
Como
hemos dicho anteriormente, deberemos de prestar especial atención al cuidado y
eliminación de las malas hierbas, para que estas no compitan por los nutrientes
con nuestras plantas. Existe un método llamado “falsa siembra” que nos puede ayudar a controlar estas malas
hierbas, consiste en dar un riego unos días
antes de plantar, esperar unos días a que germinen, eliminarlas y proceder con
la siembra a continuación.
Este calendario de siembra y recolección nos puede
orientar sobre lo que plantar, cómo y cuándo.
Como norma general procederemos a la siembra
directamente sobre el terreno de las especies que se cultivan por su raíz o
bulbo (a excepción del puerro), ya que no toleran el trasplante, así como las
espinacas y acelgas. El resto de las especies se siembran a golpes, teniendo en
cuenta las distancias de plantación y el número de semillas por golpe que
vengan indicados en el sobre de semillas.
Durante el proceso de germinación de las semillas
deberemos de mantener húmeda la superficie del terreno hasta que broten las
plantas, momento en el que disminuiremos la frecuencia de riego.
Cuando las plantas estén lo suficientemente arraigadas
y muestren entre tres y cuatro hojas procederemos a dejar la que se vea más
fuerte eliminando las restantes o el número de individuos deseado por golpe.
Podemos evitarnos el trabajo de la confección de
nuestros semilleros adquiriendo los planteles en un invernadero.
Los brócolis y coliflores se recogen según se abren
las flores. El resto de los cultivos se pueden mantener en el terreno e ir
cosechándolos según se vayan a consumir, ya que en tierra se conservarán mejor
que en el frigorífico.
Y, en unos días, ya podremos degustar los estupendos
melocotones de la rivera del Jiloca, esas frutas que son
casi piezas de artesanía, mimadas desde el árbol a la mesa.
Para,
un poco más adelante, dejamos los deliciosos higos que nos proporcionará la
higuera y, después del verano recolectaremos las manzanas, en la variedad de
Fuji y Morro de Liebre, así como los membrillos.
Frase del día:
“No es ésta una época de cambios, sino que es
un cambio de época.”
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