La poderosa verdura conocida como “oro verde” que acelera la producción de colágeno y es realmente fácil de cultivar. Su hoja es una solución eficiente para esos dolores en articulaciones como la rodilla o las caderas.
El colágeno es una proteína presente en el cuerpo humano fundamental para mantener la firmeza y elasticidad adecuada en la piel y la estructura de tendones, ligamentos y huesos.
Nuestro cuerpo lo necesita para múltiples cosas, de hecho, su principal función es crear y mantener las estructuras de los tejidos que forman nuestro organismo, tan sencillo como generar las fibras resistentes, fuertes y flexibles que unen los tejidos conectivos, es decir, nuestros músculos y tendones.
Además, existen distintos tipos de colágeno (I, II, III y IV) y todos aportan a la unidad estructural de la piel, músculos, huesos, articulaciones, venas y arterias.
Con el paso de los años, la mayoría de nuestros componentes celulares se desgastan y, alcanzados los 30 años, la producción de colágeno disminuye. De ahí la aparición de arrugas y la flacidez facial. Entre las virtudes del colágeno, se ha descubierto que se relaciona con el tratamiento de enfermedades articulares degenerativas, en particular con la artrosis y artritis.
Según los estudios, la inflamación y el dolor asociado a la falta de colágeno en las articulaciones es el resultado de la interacción compleja de distintos procesos patológicos.
Una vez comprendemos la utilidad del colágeno en nuestro organismo, también debemos entender la importancia de encontrar suplementos nutricionales que nos ayuden a potenciar la producción de colágeno y que combinen su versión hidrolizada con otros compuestos antiinflamatorios o antioxidantes como los flavonoides presentes en la cúrcuma y el aloe, entre otros extractos vegetales.
Existe un gran número de verduras que ayudan a la regeneración del colágeno, tales como: espinacas, pimientos rojos, tomates, cebollas, ajos, zanahorias, repollo, brócoli, col rizada o kale, remolacha, berenjenas, etc.
Sin embargo, la planta estrella, y que aporta una gran cantidad de colágeno a nuestro cuerpo, es la espinaca.
Antes de plantar espinacas debemos saber que esta es una planta anual, comestible, de crecimiento rápido, y tolerante a los climas fríos. Sus tallos son gruesos y sus hojas, grandes de color verde intenso, pudiendo alcanzar una altura de 30 cm.
El color verde intenso que poseen las espinacas o las acelgas nos indica que contienen provitamina A y, sobre todo, una buena cantidad de ácido fólico (del grupo de la vitamina B) relevante en la formación del material genético.
Esta verdura baja en calorías destaca por su alto contenido de vitaminas y minerales, sobre todo calcio, magnesio, hierro y vitaminas A, C y K. Su ingesta colabora para estabilizar el azúcar en la sangre, fortalecer los huesos y los dientes, y regular la presión arterial, entre otros muchos beneficios.
Pertenece a la familia de las Quenopodiáceas. Tiene una raíz pivotante poco ramificada y de desarrollo superficial. Desarrolla al principio un grupo de hojas entre las que se forma al final de su ciclo un tallo floral que puede alcanzar los 80 cm. Es una planta dioica, aunque pueden observarse plantas monoicas, por lo que puede haber plantas masculinas y otras femeninas que son las que producirán semillas.
El tallo floral es ramificado, aparecen pequeñas flores en las axilas donde acaban apareciendo las semillas agrupadas, que pueden presentar espinas o ser lisas. En cuanto se observa la aparición de un tallo floral conviene eliminarlo salvo que nuestro objetivo sea la producción de semilla.
La formación de hojas se prolongará hasta que se inicie la floración. Es planta de día largo (florece con días de muchas horas de luz), aunque a veces la temperatura puede interferir en esta respuesta. Se ha observado que las altas temperaturas soportadas antes de recibir las temperaturas frías del invierno retrasan la subida a flor.
De ahí que uno de los problemas principales en el cultivo de espinaca sea que inicia la floración muy pronto, sin dar tiempo a la formación de un buen grupo de hojas, pues a partir de ese momento se deterioran.
La espinaca se adapta a todo tipo de tierras, con preferencia por las frescas, aunque no le gusta que estén muy encharcadas. Las muy calizas pueden provocar clorosis que hacen que amarilleen las hojas, y las muy ácidas pueden hacer que enrojezcan. Tolera una ligera salinidad.
Es tolerante a la sombra, por lo que es ideal para hacer en permacultura bajo la sombra de frutales o arbustos diversos. Hemos de tener en cuenta que estamos hablando de una planta que tolera muy bien el clima frío. Crece sin problemas en lugares donde la temperatura oscile entre 1° y los 24° C. No tolera el calor excesivo. Expuesta a altas temperaturas florece y se vuelve amarga.
Para Sembrar espinacas podemos optar por hacerlo en semilleros, en almacigo, o bien podemos sembrar directamente en el suelo del huerto, siembra directa. Se siembra en líneas separadas entre sí unos 30 cm. Si se siembran a chorrillo debe realizarse un aclareo cuando las plantas tengan 4-5 hojas, dejando las plantas a unos 10 cm dentro de la misma fila.
Se puede cultivar tanto en primavera como en otoño, logrando una exitosa cosecha, por lo tanto la plantación la efectuaremos a principio de estas estaciones. Es muy apreciada en gastronomía, ya que puede consumirse cruda o cocida y tiene excelentes aportes en hierro, calcio, potasio, antioxidantes y vitaminas A y C. Además de un alto contenido de fibra.
Transcurridos unos 20 días de la siembra comenzarán a germinar. La plántula está formada por un cotiledón y el primer par de hojas. Cuando aparezca el segundo par de hojas, es el momento preciso para el trasplante al huerto.
Se recomienda el riego por goteo localizado, cada planta debe recibir, aproximadamente, 450ml de agua al día o cada tercer día; este dato dependerá del clima, del tipo de sustrato, la temporada, entre otros factores, por lo que el riego lo debemos adecuar nosotros, sólo nos aseguraremos de tener el sustrato húmedo pero no inundado, ni muy seco.
Se puede recolectar manualmente haciendo varias pasadas, es decir cortar las hojas más desarrolladas de la espinaca, dando aproximadamente, 5 o 6 pasadas a un cultivo. También es habitual cortar la planta entera, lo que se hace cortando por debajo de la roseta de hojas a 1 cm bajo tierra.
Para la recolección de semillas debemos dejar que la semilla madure, a lo que se llega cuando las hojas se han secado y los glomérulos o frutos han adquirido un tono marrón claro.
Como a todas verduras y hortalizas hay algunas plagas que pueden afectarla, entre las que destacaremos:
· Mosca de la remolacha: díptero que produce galerías entre las dos epidermis de las hojas.
· Gusanos grises: en otoño y en primavera suelen devorar el cuello de la raíz provocando la muerte de las plantas.
· Pulgones: producen abarquillamiento y amarilleo de las hojas.
· Nematodos: produce quistes en las raíces de las plantas.
·
Caracoles
y babosas.
Y entre las enfermedades, destacaremos:
· Mildiu de la espinaca: se manifiesta por manchas amarillentas en el haz y un afieltrado grisáceo en el envés.
· Cercosporiosis: en las hojas aparecen manchas redondeadas rodeadas de un halo rojizo.
· Botrytis cinérea Pers: se produce una podredumbre algodonosa en las hojas.
·
Virosis y
microplasmas:
Virus 1 del pepino, Virus del mosaico de la remolacha, Amarilleamiento de la
remolacha.
En el último tiempo se asoció al colágeno que genera naturalmente nuestro cuerpo con el tratamiento de enfermedades articulares degenerativas. En especial, con el tratamiento de la artrosis y la artritis.
La artrosis es una enfermedad crónica que
afecta a las articulaciones, causando dolor, rigidez y pérdida de movimiento.
Se produce cuando el cartílago que recubre los extremos de los huesos se
desgasta con el tiempo, lo que provoca que los huesos rocen entre sí. Esta
dolencia se da debido al envejecimiento, a lesiones previas u a otros factores.
Para aquellas personas que lo sufran, es muy importante la alimentación para tratar la artrosis, ciertos alimentos pueden ayudar a calmar el dolor. Como, por ejemplo, el orégano, una especia con multitud de beneficios antiinflamatorios.
Por otra parte, las cualidades nutricionales de la espinaca son bien conocidas, y siempre se la ha tenido como una planta con importantes habilidades para restablecer la energía, incrementar la vitalidad y mejorar la calidad de la sangre.
Aunque no hay estudios directos que relacionen el consumo de espinaca con el aumento de la producción de esta proteína en el organismo, sí existe evidencia científica que sugiere que los nutrientes presentes en esta planta tienen un efecto positivo en la síntesis de colágeno en el organismo, especialmente por la presencia de vitamina C. Sabido es que la vitamina C es una de las más importantes en la síntesis del colágeno y del ácido fólico.
Esta vitamina tan conocida ayuda a las enzimas implicadas en la producción de colágeno a funcionar correctamente porque actúa como cofactor para que estas enzimas estabilicen las moléculas de colágeno. Además, su función antioxidante protege a las células del daño oxidativo, mejorando la elasticidad y firmeza de la piel, reduciendo arrugas y acelerando la cicatrización de heridas.
En conclusión, la espinaca es un excelente alimento
para incluir en la dieta si buscamos apoyar la producción natural de colágeno
en el cuerpo debido a su contenido de vitamina C y otros nutrientes. Combinar
una dieta rica en vegetales como la espinaca con alimentos que contengan
colágeno o con suplementos de colágeno puede ser una estrategia efectiva para
mantener la piel, las articulaciones y los huesos saludables.
Frase del día:
“ Ve con confianza en la dirección de tus sueños. Vive la vida que
has imaginado.” Thoreau.
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