Aún tenemos tiempo de sembrar ajos, es
tradicional hacerlo en la mengua de enero. En el ajo la piel de la cabeza es
blanca, pero la del diente es la que distingue a las variedades. Puede ser ajo
morado (rústico, aromático, con más alicina), blanco (se conserva peor, menos
aromático) y el rosáceo (o chino, a bajo precio y la peor calidad). El más
interesante es el morado, también conocido como rojo, del que existen
excelentes variedades locales como el “Morado
de Las Pedroñeras”, que es el que plantaré este año en mi huerto.
Por su rusticidad y poca profundidad
radicular, el cultivo del ajo no necesita una gran preparación
del terreno. A la planta del ajo le gusta el calor, pero aguanta muy bien las
temperaturas bajas, e incluso las heladas, por lo que su plantación se
realizará en un lugar soleado del huerto, pero bastará con que reciba 5 horas
diarias de sol.
Por tanto la primera labor consiste en preparar la tierra un tiempo antes de sembrar los ajos, removiéndola bien, abonándola con estiércol y aireándola. Cuando vayamos a plantar los ajos volveremos a remover la tierra para que esté bien esponjosa. La tierra ideal para sembrar ajo es en suelo plano con buen drenaje y poca salinidad y pedregosidad.
El “pintado”
de la superficie del terreno consiste en marcar las líneas de plantación
de tal forma que queden suficientemente claras para poder realizar la siembra a mano.
La multiplicación
del “Ajo”,
generalmente, se realiza de modo vegetativo, plantando los
“dientes” directamente en la tierra. Se puede hacer también mediante semillas.
La simiente se desgrana antes de su
plantación, esta operación consiste en disgregar los dientes de las
cabezas, en las horas previas a la siembra, cuidando de que los
dientes no sufran daño, para prevenir daños posteriores, causados por hongos
que atacan al ajo en sus primeros estadios, ya que los dientes pueden llevar
esporas adheridas, o porque éstas pueden estar en el terreno de cultivo, es
conveniente aplicar un tratamiento a base de fungicidas.
Generalmente usamos el término “siembra”, para designar la labor de
plantación del bulbo, aunque técnicamente en el
cultivo del ajo, este no se siembra, se “planta”, ya
que, generalmente, lo que se utiliza es material vegetativo (dientes) y no
semillas.
Es muy recomendable no efectuar la plantación
en el mismo lugar en la que se realizó el año anterior, con el fin de evitar
enfermedades y ataques de plagas que puedan afectar a la plantación.
El mejor periodo para plantar o
sembrar ajos suele ser de noviembre a febrero (si te encuentras en el
hemisferio norte) o de mayo a agosto (si estás en el hemisferio sur). La época de realizar la
plantación depende de las condiciones climáticas de la zona, evitando las
épocas de precipitaciones y la plantación se realizará en luna menguante.
En lugares con inviernos fríos y secos, la siembra se realiza desde primeros de diciembre hasta mediados de enero.
Los marcos de plantación más usados para la
plantación del “ajo” están entre 40 y 45 cm entre líneas, y de 10 a 15
cm entre plantas dentro de la misma línea.
La plantación se realiza a una profundidad
media de 3 cm. en suelos arcillosos y de 5 cm. en suelos arenosos. Para un
perfecto desarrollo vegetativo del ajo, debe cuidarse de que el diente se
plante con el germen (la parte que tiene
forma de pico) hacia arriba, ya
que si se planta hacia abajo, el tallo deberá realizar un giro para seguir su
geotropismo natural, empleando para ello parte de sus reservas de energía, y
con el consiguiente riesgo de que la planta pierda “arraigue” en el suelo.
Realizar bien esta tarea facilita la posterior labor de eliminación del “escapo floral”, (la flor del ajo, se corta antes de que florezca y está estupenda usada como ajo tierno), ya que si la planta no se encuentra bien arraigada es fácil que resulte arrancada al eliminarse el escapo floral.
Realizar bien esta tarea facilita la posterior labor de eliminación del “escapo floral”, (la flor del ajo, se corta antes de que florezca y está estupenda usada como ajo tierno), ya que si la planta no se encuentra bien arraigada es fácil que resulte arrancada al eliminarse el escapo floral.
Después de la plantación es necesario tapar los dientes con tierra para evitar que sufran daños por calor, frío, animales, pájaros,
etc. Una vez plantados los dientes de ajo debe hacerse el primer riego cuidando
que el agua drene y que no se formen charcos. Esto puede crear una costra en la
tierra impidiendo que emerja la planta. El segundo riego deberá hacerse a los
10 o 15 días. Es necesario mantener la tierra permeable por lo que rastrillaremos
la superficie removiéndola un poco para
que la planta se desarrolle bien, así mismo quitaremos los terrones y las malas
hierbas.
Riego: Al ajo le
encanta el agua pero hay que tener cuidado con el riego, puesto que una
carencia de humedad puede provocar que los ajos crezcan muy pequeños, y un
exceso de humedad puede favorecer la aparición de enfermedades. Los riegos irán
en consonancia con el calor existente en la zona, a más calor más riegos.
Fertilización: El abonado se ha de realizar antes de 30 de marzo. El azufre es también importante, ya que
interviene en el contenido de sulfuro de alilo,
relacionado con las propiedades organolépticas,
por lo que se aconsejan igualmente abonos con sulfatos de distintos micronutrientes.
Eliminación
del escapo floral: El escapo floral, y siempre para una pequeña plantación
se realizará manualmente, evitando la merma de las sustancias de reserva acumuladas en el bulbo. Mediante
esta eliminación se acelera su maduración, pudiendo iniciarse la recolección
entre siete y diez días después. Cualquier riego realizado después de la
eliminación del escapo floral resultará perjudicial
ya que el tallo queda hueco y la entrada de agua dañará al bulbo.
Recolección: El ajo tarda unos 5
ó 6 meses en desarrollarse. Y podremos recolectarlo cuando las hojas de la planta
se hayan marchitado y su color sea amarillento. Los dejaremos secar unos días
al sol, en el mismo terreno donde los teníamos plantados, y pasados estos días
procederemos a efectuar las llamadas “trenzas”,
posteriormente colgaremos las mismas en un lugar seco y aireado con lo que
conseguiremos aumentar la preservación de los ajos.
No olvidemos que el ajo además de ser muy rico en sales minerales como azufre, encimas y vitaminas, tiene también otras propiedades como la de reducir el nivel de grasa y colesterol en la sangre, hacer la sangre más fluida y así disminuir el riesgo de infarto y trombosis, prevenir el cáncer, ser un potente bactericida, ser útil contra la bronquitis, la tos y el catarro e incluso puede utilizarse como desinfectante en la cura de heridas, entre otras.
" El trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento." Víctor Pauchet (1869 - 1936) Cirujano francés.