Es muy gratificante tener plantadas
las coles y ver cómo crecen día a día, pero no lo es tanto cuando después de
tres días sin visitarlas descubres cómo un grupo de orugas se están pegándo
un festín con las hojas de las coles que, con tanto mimo y cuidado, había
cultivado y, más tarde, pretendía cosechar.
Esta mariposa es la responsable de
la aparición de esas orugas. Es la mariposa de la col, de la que conocemos dos
especies: Pieris brassicae, la más
común, y Pieris rapae.
Después de la hibernación, en la primavera, la mariposa emerge de su crisálida, se aparea con el macho y deposita sus huevos en el envés de las hojas de la col. Son huevos pequeños y de color amarillo. Suelen hacer puestas no demasiado próximas, dosificando la energía para que sus descendientes tengan las mayores posibilidades de vivir.
Al cabo de 12 días aproximadamente, esos huevos eclosionan y nacerán unas larvas, que si se trata de Pieris brassicae son de color verdoso, con pequeñas manchas negras y tres líneas amarillentas a lo largo de todo el cuerpo; y si son de Pieris rapae son verdes con solo unas suaves líneas amarillas, mucho más difícil de observar por su color bastante similar al de la col. Las larvas de ambas especies son peludas.
Nada más salir del huevo empieza a
comer a un ritmo desmedido y se comportan de forma gregaria, alimentándose en
torno a la zona donde se encontraba la puesta. A medida que crecen (lo cual
sucede de forma extraordinariamente rápida) su carácter gregario se va
matizando y se observan en grupos cada vez menos numerosos, hasta llegar
incluso a verlas solitarias. Esto parece ser más que nada una estrategia de
supervivencia.
Las larvas
se convertirán en orugas adultas en pocos días. Irán realizando mudas, cambiarán su color,
incrementarán su tamaño y, sobre todo, sus ganas de comer.
En dos semanas aproximadamente ya se
habrán transformado en mariposas.
Desarrollan su actividad de marzo a
octubre, a partir de aquí formarán la crisálida en la que hibernarán
hasta la primavera siguiente.
Para
prevenir sus devastadores efectos podemos plantar
bastante flora auxiliar para engañarlas; suelen sentirse muy atraídas
por lavandas, anthemis, nepetas, equináceas y coreopsis entre otras. Además,
colocar una hoja de helecho encima de
cada col mantendrá alejadas a las mariposas y rociarlas con una disolución de sal marina (50 gramos
por cada litro de agua) aleja a las orugas.
Uno de los métodos que podremos
aplicar será una maceración de hojas de coles. Para ello se macera en agua
hojas de col en pequeños trozos (de 2 a 4 por cada 5 litros), para después de
filtrar las hojas y obtener la maceración, aplicar sobre las hojas de las coles.
Esta maceración consigue que las hojas despidan un olor desagradable, con lo
que las orugas reducirán sus comilonas.
Estos
sistemas preventivos no son infalibles, así que debemos mantener vigiladas nuestras coles.
Con una vuelta de reconocimiento cada semana será suficiente. En caso de
encontrar huevas o larvas las podemos aplastar con el dedo, si la cosa es más
grave y tenemos una importante plaga de orugas adultas podemos rociar las plantas con “bacillus thuringiensis” (insecticida biológico fácil de
encontrar en tiendas de jardinería) es una levadura que contiene una bacteria que
actúa paralizando el sistema digestivo de las orugas, se aplica diluida en agua
y siempre cuando haya desaparecido el sol.
No obstante, de todas las larvas que
nacen de una puesta, que son decenas, pocas llegan al estado adulto. Ello en
parte porque tienen gran cantidad de enemigos naturales, de los cuales destaca
una pequeña avispilla, conocida como “Apanteles”
(de nombre científico Apanteles
glomeratus).
El adulto de esta avispilla inyecta los huevos en los primeros estadios larvarios de la oruga de la col. Apanteles es, por tanto, un parasitoide que se alimenta de la oruga dejando que se desarrolle sin provocar la muerte anticipada de la oruga, lo cual sería acabar con su propio reservorio alimenticio. Las larvas de la avispa, mientras se desarrollan en el interior de la oruga “solo” se alimentan del tejido adiposo y de la hemolinfa (sangre de estos insectos) sin dañar ninguno de sus órganos vitales, hasta que la oruga experimenta un gran desarrollo.
El adulto de esta avispilla inyecta los huevos en los primeros estadios larvarios de la oruga de la col. Apanteles es, por tanto, un parasitoide que se alimenta de la oruga dejando que se desarrolle sin provocar la muerte anticipada de la oruga, lo cual sería acabar con su propio reservorio alimenticio. Las larvas de la avispa, mientras se desarrollan en el interior de la oruga “solo” se alimentan del tejido adiposo y de la hemolinfa (sangre de estos insectos) sin dañar ninguno de sus órganos vitales, hasta que la oruga experimenta un gran desarrollo.
Así que ya sabéis, no estamos solos en esto, entre nosotros y Apanteles, estoy seguros que podremos salvar la cosecha.
Solamente existe un producto fitosanitario
registrado de forma exclusiva para el tratamiento de la oruga de la col que es
"Indoxicarb" para aplicar en pulverización.
Frase del día:
" Dios provee a cada pájaro con un alimento, pero no se lo echa al nido." George Herbert (1593 - 1633) Poeta, orador y sacerdote inglés.
Estupenda página para los amantes del huerto. Gracias, saludos desde Cáceres España
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