domingo, 24 de noviembre de 2024

Riego y cuidado de la cebolla

Un enfoque sistemático nos ayudará a maximizar el rendimiento de nuestro cultivo de cebollas y a asegurar una cosecha saludable y de calidad.

Las cebollas son uno de los ingredientes más utilizados en las cocinas de todo el mundo y se estima que surgieron originalmente en el centro-oeste de Asia. A lo largo de la Edad Media, su cultivo se extendió a los países del mediterráneo donde se seleccionaron las variedades de bulbo grande, origen de las variedades modernas. España es el segundo exportador de este producto, por detrás de Holanda.

Está claro que la cebolla es uno de los alimentos más consumido en la dieta mediterránea por su sabor y sus beneficios para la salud.

En el supermercado se puede conseguir fácilmente, al igual que los ajos, pero, ¿qué te parece cultivar este manjar en tu propio huerto? Se puede y es más fácil de lo que crees.

Conozcamos algunas de las mejores prácticas para el cultivo, desarrollo y crecimiento de unas hermosas cebollas:

Las variedades de cebolla y fechas de plantación son dos factores estrechamente unidos, que determinan en gran medida el éxito de los resultados.

Hay variedades de cebollas de día corto, medio y largo, especialmente desarrolladas para obtener los mejores resultados en cada una de las diferentes épocas del año. Así mismo existen diferentes clases de cebolla como la cebolla amarilla, blanca, rojo, dulce, etc. La elección dependerá del clima y del gusto del consumidor.

Una de las mejores épocas para plantar cebollas es a finales de otoño y con la luna en fase menguante. Deberemos de seleccionar unas buenas semillas. Lo más sencillo es conseguir plantones, ya desarrollados, para plantarlos en tierra directamente.

Se ha documentado que las cebollas son altamente susceptibles a la salinidad de la zona de las raíces, así como a altos niveles de cloruro, con una disminución del peso de la planta de hasta un 50% con alta salinidad y con altos niveles de cloruros.

A la hora de efectuar la plantación se recomienda un suelo bien drenado y rico en materia orgánica. La labranza y la incorporación de abono orgánico ayudan a mejorar la fertilidad.

La siembra puede realizarse por semilla o mediante plántulas, pudiendo usar surcos o eras. La distancia entre plantas debe de ser adecuada para permitir un buen desarrollo.

Cuando trasplantemos el plantero a su lugar definitivo, nunca debemos plantar nuestras cebollas a mucha profundidad, con 2-3 cm será más que suficiente. Así mismo es recomendable cortar, tanto las puntas de las raíces como los tallos, 1/3 de su longitud. Lo ideal es cortar las hojas, antes de plantarlas, dejando unos 12-15 cm de parte verde.

A la hora de plantar las cebollas en el suelo, lo efectuaremos en un marco de plantación de 30×15 cm, 30 cm entre líneas y 15 cm entre planta y planta. Hay muchos hortelanos que las dejan a 10 cm entre planta y planta pero se puede dar el caso que la cebolla ensanche bastante y se rocen unas con otras lo que daría lugar a muchos problemas, por ejemplo la competencia por los nutrientes.

La cebolla requiere un riego regular, especialmente durante el crecimiento. Sin embargo, es importante evitar el encharcamiento. Lo correcto es mantener el suelo húmedo, especialmente durante la germinación y el crecimiento inicial.

Sin duda alguna el riego es una de las partes más importantes en el cultivo de la cebolla. La cebolla es una planta muy sensible a los cambios de humedad en el suelo, por lo que la práctica de riego más recomendable es el sistema de riego por goteo.

Este sistema, riego por goteo, es el más recomendable para regar cebollas ya que proporcionará la cantidad necesaria de agua y, asimismo, haremos un uso eficiente de la misma y evitaremos que la planta sea atacada por hongos.

La cebolla necesita mucho sol, principalmente cuando se forman los bulbos. Se trata de una planta de clima templado que necesita calor para desarrollarse bien, además de que el calor favorece su conservación.

Por otro lado, un buen consejo para que las cebollas crezcan sanas, fuertes y con un buen tamaño es utilizar nitrato de potasio en su cultivo. El nitrato de potasio es perfecto para que las plantas reciban la proporción correcta de nitrato y amonio.

Se recomienda una fertilización equilibrada, con un enfoque en nitrógeno, fósforo y potasio. Las aplicaciones deben hacerse en etapas, según el crecimiento de la planta. Aplicaremos fertilizante rico en nitrógeno durante el crecimiento vegetativo y potasio durante la formación del bulbo.

Con respecto a plagas y enfermedades es fundamental monitorear las posibles plagas como la mosca de la cebolla y enfermedades como el moho negro. El uso de pesticidas orgánicos, de manera responsable, puede ser una opción para combatirlas.

Las cebollas pueden tardar de 90 a 180 días en madurar, dependiendo de la variedad. Para saber que la cebolla ha madurado y es apta para su recolección, su hoja debe estar completamente amarilla y seca. Ese es el momento para comenzar a cosechar. De esta manera, se retira con cuidado la cebolla de la tierra y se coloca a secar en un lugar soleado durante dos días. Posteriormente se guardan en un lugar fresco, seco, ventilado y evitando la luz directa para prolongar su vida útil.

Las cebollas no se caracterizan por poseer una elevada área foliar, por lo tanto no cubren gran parte del terreno. Esto es aprovechado por malezas, que toman los recursos libres del terreno y pueden llegar a crecer sin parar hasta competir con la cebolla. Una posible solución es utilizar algún tipo de acolchado, para evitar que salgan, o cobertura de malla.

Procuraremos no efectuar la plantación de cebollas en terrenos donde se ha abonado hace poco, sino más bien el año anterior, ya que por lo general se suelen dar bien en suelos rústicos, pero con el inconveniente de que el bulbo será menor.

Una buena idea sería plantar cebollas en un terreno donde el año anterior hayas abonado con estiércol o plantado alguna leguminosa, así tendrá el suelo el nitrógeno necesario. Así mismo es recomendable no plantar cebollas en el mismo lugar cada año.

Consejos a tener en cuenta para obtener unas buenas cebollas:

·       En suelos arcillosos, haremos ligeras cavas para eliminar la capa superficial que se crea después de regar y que perjudica a los bulbos.

·   Tanto el exceso de abono como el exceso de riego de las cebollas es perjudicial para su salud.

·     Deja de regar las cebollas al menos dos semanas antes de la cosecha si planeas secarlas.

·      Aplicar la técnica del pisado para acelerar su proceso de secado y favorecer que el bulbo cierre bien. Se debe realizar 10 días antes de la recolección, en ese momento los tallos deberían estar marchitos, así que deberemos de aplastarlos contra el suelo o doblarlos. Si prefieres consumirlas frescas, recoléctalas día a día, priorizando las más grandes.

Frase del día:

La clave es mantener la compañía de gente que te aporta, cuya presencia saca lo mejor de ti.” Epíteto.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

El huerto de invierno

¡Octubre no es el fin de la temporada para nuestros cultivos! Incluso en invierno, nuestro huerto puede seguir ofreciéndonos productos increíbles. Muchas coles, tubérculos y algunas lechugas prefieren el clima fresco y, a veces, saben mejor cuando han estado expuestos al frío, ¡incluso con temperaturas bajo cero!

Pero… ¿Por qué este cambio en el sabor? Simplemente porque las heladas activan procesos en algunas plantas que convierten el almidón en azúcar, lo que mejora su sabor. Además, el frío constante sin heladas también contribuye a un sabor más delicioso. Cuando la planta reduce su metabolismo, el azúcar y los sabores se concentran más en remolachas, tubérculos y hojas, sin que la planta los procese más.

Para el huerto tradicional, el otoño supone el final de una temporada, la de los abundantes frutos del verano, y el principio de otra marcada por el frío. El otoño es una estación con un clima muy variable, que puede ir desde días casi veraniegos hasta noches bajo cero.

Se acerca el invierno y, con él, el frío. En esta estación, que se caracteriza además de por el frío, por días cortos y noches largas, puede que nos resulte complicado cultivar en nuestro huerto debido a las condiciones climáticas. Las heladas que se pueden llegar a producir por el frío intenso de algunas zonas, pueden resultar devastadoras para nuestro huerto, pero aunque no llegue a helar, deberemos dedicarle unos cuidados especiales.

Si no disponemos de un huerto lo suficientemente amplio deberemos de proporcionar un espacio a los cultivos de invierno que vamos a cultivar. Empezaremos, como de costumbre, retirando los cultivos que tengamos a medida que se van agotando. Así mismo procederemos a la limpieza del terreno de las posibles malas hierbas. Posteriormente removeremos la tierra para airearla.

Bancal de invierno labrado.

Bancal de invierno ya plantado.

Una de las ventajas de sembrar verduras en esta estación es que requieren menos cuidados que en verano. Gracias a que el agua tarda más tiempo en evaporarse, se necesita poco riego, en algunos casos bastará con una o dos veces a la semana, por lo que el ahorro en agua es bastante significativo. Otro punto a favor es que como la temperatura es baja, hay menos riesgo de plagas de insectos y la tierra no sufre tantos daños.

Pero no todo son buenas noticias. Una de las desventajas a la que se enfrenta este tipo de plantación es que necesita días cálidos o una mayor exposición solar para crecer en condiciones favorables.

Los cultivos de invierno, además de proporcionarnos verduras frescas durante los meses más fríos, tienen varios beneficios para nuestro huerto:

·    Mejora la salud del suelo: Los cultivos de cobertura, como las leguminosas, pueden fijar nitrógeno en el suelo.

·       Disminución de plagas y enfermedades: El frío controla naturalmente muchas plagas.

·           Disminución en la frecuencia de los riegos.

·       Diversificación en nuestra dieta: Los cultivos de invierno pueden añadir una nueva dimensión a nuestra alimentación.

Cultivar en invierno puede parecer desafiante al principio, pero los resultados, tanto en términos de productos como de satisfacción personal, son inmensamente gratificantes.

Como he dicho anteriormente el riego, en esta época, resulta obvio que la zona en la que nos encontremos determinará mayormente la frecuencia de riego necesario. Así, en las zonas del norte, y dadas las elevadas precipitaciones, es posible que no solo la frecuencia de riego centre nuestra atención, y tengamos que dedicar parte de nuestro esfuerzo a vigilar el drenaje de la tierra.

Por el contrario, en territorios menos fríos y más secos, sí que deberemos estar más atentos al tema del riego, si bien es cierto que la frecuencia y volumen de los aportes de agua necesarios, lógicamente, son bastante menores que los necesarios durante el resto del año.

El horario de riego es algo a tener también en cuenta, y en esta época del año conviene que sea a mediodía, ya que es a esa hora del día cuando existen menos riesgos de heladas.

Aunque es cierto que las bajas temperaturas reducen la actividad de las plagas, siempre podemos encontrarnos con algunas plagas más resistentes, las cuales pueden seguir siendo un problema, tales como:

·      Pulgones: Incluso en invierno, pueden encontrar el calor necesario en el invernadero o bajo cubiertas de plástico.

·      Hongos: La humedad excesiva y la mala circulación del aire favorecen su aparición.

·      La prevención es clave: deberemos asegurarnos de que nuestras plantas estén bien espaciadas para una buena circulación del aire, actuando rápidamente ante los primeros signos de infestación.

Y, ¿Que plantamos en nuestro huerto de invierno? Las "verduras de invierno" incluyen variedades resistentes como coles, tubérculos y hortalizas de raíz, además de lechugas que también pueden cultivarse y cosecharse en la temporada primaveral.

En nuestro huerto podemos cultivar una amplia variedad de cultivos de invierno sin muchas restricciones. Como siempre, es importante asegurarnos de que las verduras tengan suficiente espacio y nutrientes, y que se complementen bien con sus vecinas.

El primer aspecto a tener en cuenta a la hora de cultivar verduras de invierno es saber qué tipo de alimentos se plantarán. Algunos como la col, puerros, habas o lechugas son buenas opciones, ya que en esta fecha se desarrollan sin inconvenientes. Los expertos aconsejan que se siembre en lugares soleados para que agarren con fuerza y estén sanos.

La siembra puede iniciarse a partir de septiembre, no obstante aquí os dejo una pequeña lista de algunas verduras y hortalizas que se pueden cultivar en esta época, así como algunos consejos que os pueden servir de ayuda al cultivarlas:

Puerros y Coliflores.


 

 

Berzas de invierno.

Col: Tiene numerosas opciones para ser plantada en los meses más fríos, puesto que aguantan muy bien las heladas. Un aspecto a tener en cuenta antes de cosecharla es escoger una variedad que resista a las temperaturas frías.

Coliflor: Este tipo de alimento guarda muchas similitudes con la col; aguanta muy bien los grados bajo cero. Si se desea tener una buena cosecha, se debe preparar correctamente el terreno, ya que esta planta necesita muchos nutrientes para poder crecer.

Guisantes: se siembran de octubre a diciembre, o de febrero a mayo, empieza a dar frutos cerca de dos meses después de la siembra y como observación, decir que crece mejor en zonas húmedas pese a que también le gusta el sol. El riego deberá ser más o menos frecuente.

Acelgas: El cultivo de las acelgas se puede realizar durante todo el año. Entre sus beneficios destacan por contener mucha fibra y ser rica en vitaminas como la C, E y A.

Espinacas: Con un periodo de siembra bastante amplio, que va desde agosto a febrero, la siembra se puede llevar a cabo directamente a voleo, o en líneas y con aclareo posterior. La cosecha la obtendremos entre 2-3 meses después de la siembra. Tolera la sombra y la humedad, y su riego debe ser más o menos frecuente.

Lechuga: Sin duda la hortaliza más consumida, sobre todo si se vive en una zona con un clima templado. El tiempo de espera para que se desarrolle es entre 20 y 60 días.

Ajos: El ajo de invierno produce bulbos más grandes que los cultivados en primavera. El período idóneo para sembrar ajos suele ser de noviembre a febrero, en el hemisferio norte. Es un cultivo de ciclo largo que germina tímidamente en invierno, crece y engorda a lo largo de la primavera, y no se cosecha hasta finales de junio, tras haberse secado en tierra. Los ajos tiernos o ajetes son el mismo ajo pero cosechado durante la primavera, cuando todavía está tierno y antes de que engorde el bulbo.

Ajos.

Puerros.

Los ajos no requieren de condiciones o cuidados muy especiales durante su cultivo. Sólo necesitas unos dientes de ajo sanos y en buen estado.

Haz un pequeño surco en la tierra (de 3 a 6 cm de profundidad es suficiente) y coloca los dientes de ajo directamente en la tierra.  Asegúrate de que la punta del ajo queda orientada hacia el exterior (hacia arriba) porque de ahí es de donde brotará el tallo.

Deja una distancia entre ajo y ajo de unos 15 cm.

Es un cultivo que requiere luz, por lo tanto, ubícalos en una zona que reciban luz directa. Los ajos aguantan muy bien las temperaturas frías, así que no te preocupes mucho por las temperaturas bajas.

Lo más importante se podría decir que es controlar los riegos. De hecho, si los tienes cultivados en el exterior y reciben agua de lluvia no tendrás que regarlos, porque necesitan muy poca agua, tan poca como un riego o dos al mes.

Habas: Son plantas de desarrollo otoñal e invernal. Dependiendo del microclima, la época de siembra varía. Es importante una adecuada elección de la variedad y el respeto de su ciclo.

Por debajo de 0 ºC pierden la flor, iniciando el rebrote en cuanto se moderan las temperaturas.

Moderación con los riegos, sobre todo en la floración: Crecen de forma óptima con niveles de humedad constantes. El estado de tempero es ideal para ellas, por lo que intentaremos mantenerlo el mayor tiempo posible por medio de binados (escardas) o con acolchados. En floración debemos moderar el aporte de agua, pues el exceso provoca la caída de la flor. Es más importante conservar la humedad en la tierra que regar.

Para el proceso de siembra pondremos las semillas a remojo el día anterior. Se entierran 2 o 3 semillas a una profundidad de 4 o 5 cm, distanciando cada hoyo unos 30 o 40 cm. La distancia entre las filas ha de tener como mínimo 60 cm, distancia que aumentaremos según la humedad ambiental de la zona. A mayor separación entre filas, mejor aireación y menos riesgo de problemas criptogámicos. Procuraremos evitar excesiva densidad de plantas, incluso hay quien entre dos filas deja un pasillo de 80 cm para asegurarles una buena ventilación.

La cosecha es escalonada y puede prolongarse durante la primavera, teniendo cuidado al recolectar los frutos ya maduros con cuidado para no causar daños a la planta.

Esta es una buena planta para iniciarse en la obtención y conservación de nuestras propias semillas. Para ello, guardaremos la mejor mata de habas sin cosechar desde el principio y la dejaremos granar, después ataremos en hileras las habas para dejarlas secar al aire, que luego desharemos para guardar las semillas en botes bien cerrados hasta el cultivo del siguiente año.

En algunas zonas practican el despuntado de las ramas a partir de la sexta o séptima flor. Esta poda provoca un aumento del tamaño de las vainas y a la vez dificulta el desarrollo del pulgón negro.

Zanahoria: Es una de las hortalizas más comunes. Siendo su época de siembra de octubre a febrero, hay variedades que se siembran durante todo el año. La siembra se puede realizar a voleo o en líneas, y su recolección llegará a los 4-5 meses desde la siembra. Respecto a la exposición solar, no tiene preferencias, desarrollándose bien tanto al sol como a la sombra. Y en lo que al riego se refiere es aconsejable que sea más o menos frecuente y regular.

Cebollas: Se pueden plantar en septiembre y octubre para cosecharlos desde finales del invierno. Los calçots se consiguen sembrando bulbos maduros de cebolla ‘Blanca grande tardía de Lérida’.

Aunque para cultivar un huerto de invierno la principal desventaja, en algunas zonas, sea la necesidad de un invernadero por la inversión que supone, son una opción perfecta para iniciarse en la siembra y sacarle la máxima rentabilidad posible.

Por otra parte, es una alternativa excelente para personas veganas, vegetarianas o celíacas, puesto que se conoce todo el proceso total desde que se planta el alimento hasta que se consume.

Frase del día:

Tiene más el que está más contento con menos.” Diógenes.