Tener un laurel en casa, o en nuestro huerto, no solo aporta beneficios prácticos, como el uso culinario y medicinal, sino que también puede mejorar el entorno visual y emocional de nuestro hogar o huerto.
El laurel es un arbusto aromático de hoja perenne que además de ofrecer color, estructura y belleza durante todo el año, tendremos siempre a mano uno de los ingredientes básicos en muchos guisos.
Las culturas griega y latina lo convirtieron en sagrado y se lo adjudicaron al dios Apolo, cuyos sacerdotes iban coronados con hojas de laurel.
Pero los romanos fueron los que simbolizaron la gloria, coronando a sus generales "invictus" en la guerra con ramas de laurel, y también a sus emperadores por la paz mediante el ejercicio del poder. Está considerado como símbolo de la victoria.
La variedad más común es el Laurus nobilis, la de la zona mediterránea, que se conoce comúnmente como laurel, lauro, loreto o laurel de Apolo.
Este árbol, que puede llegar a medir más de 10 m de altura, es de copa densa y frondosa, tronco derecho y de color gris de madera muy dura. Sus hojas coriáceas, son de un llamativo color verde oscuro más clara por el envés, ovales y muy aromáticas. Las flores de color amarillento-parduzco tienen forma de inflorescencia racimosa y están unidas a la base por un pedúnculo corto. Son unisexuales, las flores masculinas poseen de 8-14 estambres, mientras las femeninas presentan 4 pétalos. Aparecen entre los meses de marzo y abril, pero no se recolectan.
Los frutos tienen forma de baya ovoide, de entre 1-1.5 cm de longitud, aparecen en otoño, recogiéndose cuando maduran, al adquirir un color negro. Las semillas del laurel se recogen a principios de diciembre y se siembran en marzo.
Es habitual su cultivo por su agradable aroma, por su valor como especia y, además, por su capacidad de formar setos muy tupidos, que permiten incluso la creación de arte topiario (práctica de jardinería que consiste en dar formas artísticas a las plantas mediante el recorte con tijeras de podar) y separaciones en exteriores, como cortavientos o para limitar la visibilidad.
Al ser una planta de origen templado, prefiere climas como el mediterráneo, sin temperaturas extremas al alza ni, especialmente, a la baja. Las heladas tienen la capacidad de causar daños importantes a la planta y la nieve tiende a acumularse partiendo sus ramas por el exceso de peso, al ser de hoja perenne.
El lugar idóneo para ubicar nuestro laurel es donde reciba luz solar parcial o sombra. Aunque puede tolerar la luz solar directa, prefiere ambientes más frescos.
Si el clima es seco lo mejor es buscarle una ubicación en sombra o semisombra, mientras que en climas húmedos o más fríos preferirá exposiciones directas al sol. No le molesta algo de sombra pero si las heladas. En interior, será necesario buscarle espacios lo más soleados posibles, y controlar su crecimiento con podas adecuadas.
El laurel no es exigente con el suelo, ahora bien, este ha de ser ligero, con algo de humedad y tener un buen drenaje, ya que los encharcamientos le son muy perjudiciales. Tampoco es demasiado exigente con el pH de la tierra, pero hay quien dice que los suelos un poco alcalinos le son más beneficiosos.
Esta
planta, cuando está plantada en el suelo, no necesita apenas riego, resistiendo
incluso en meses secos de verano sin problemas. Lógicamente y como todas las
plantas, si cultivas tu laurel en maceta sí necesitará de
riegos más frecuentes, pero recuerda ponerlo siempre en una
maceta con agujeros de drenaje y retirar el agua sobrante del plato tras el
riego. Debe regarse cuando la capa superior del sustrato esté seca al tacto. El
exceso de agua puede provocar problemas en la raíz.
Fruto del Laurel.
Como no es un arbusto exigente en cuanto a nutrientes, bastará con abonarlo en los meses cálidos durante los primeros años de su vida, con fertilizante orgánico o rico en nitrógeno.
Una vez alcanzado su tamaño deseado, puede dejar de abonarse para que no se extienda más y simplemente se mantenga. Evita el exceso de fertilizante, ya que el laurel no requiere grandes cantidades.
Al ser un arbusto de hoja perenne y de follaje espeso, el laurel es perfecto para podarlo siguiendo formas, cónicas o piramidales, esta resistente planta puede podarse en cualquier época del año en la que no haya riesgo de temperaturas muy altas o muy bajas próximamente.
No es una planta propensa al ataque de plagas, sin embargo puede ocurrir que, por diferentes circunstancias, acabe siendo atacada por la cochinilla que segrega una especie de melaza sobre la que crece un hongo negro, la negrilla, dando la sensación de hojas quemadas. También puede ser atacado por minadores que terminan secando las ramas.
Otra plaga que puede atacar a nuestro laurel es la socarrina, un hongo que mancha o seca la hoja, y que no debe confundirse como consecuencia de sequía. Fungicidas de cobre es la mejor opción para la cura. Oídio es otro hongo que debilita la planta y cubre las hojas con un polvillo blanco.
La Trioza alacris, es un pulgón conocido porqué provoca la deformación de las hojas del laurel. Esta deformación consiste en el enrollado hacia el reverso de un lateral de la hoja, acompañado de hipertrofia y decoloración. La hoja afectada queda en forma de media luna con la mitad sana en el lado externo.
Coloca una capa de mantillo alrededor del árbol para retener la humedad, controlar las malas hierbas y proporcionar nutrientes adicionales.
Es preferible usar las hojas del laurel frescas, aunque también pueden secarse las ramitas y las hojas en un lugar seco y a la sombra. Puedes almacenarlas en bolsas o botes con cierres herméticos durante prácticamente un año. Haz un ramillete con las hojas atándolas con una cuerda.
Las hojas de laurel se recogen en primavera tras la floración de la planta, cuando contienen la mayor concentración de aceite, aunque al ser un árbol de hoja perenne pueden cortarse durante todo el año. Los frutos se recolectan en otoño, cuando están totalmente maduros.
Las hojas no se comen únicamente se añaden en las comidas para darles sabor retirándolas antes de servir. Sin embargo, otra forma de aprovecharlo en las comidas es en polvo. Por último recordar que, como todos los excesos, su elevado consumo puede ser perjudicial, ya que puede llegar a intoxicar nuestro organismo. Un consumo prudente es lo más recomendable.
Si queremos formar un árbol, deberemos dejar uno o varios vástagos de los que salen del suelo y quitar todos los demás, dejándolos crecer e ir dándoles la forma de árbol. Todos los años tendremos que cortar los vástagos que vuelven a salir del suelo ya que si no formará un arbusto.
Frase del día:
“ La sonrisa es una curva que lo endereza todo. ”