La
sabiduría popular, de todos aquellos agricultores que llevan toda su vida
dedicándose a las labores del cultivo de la tierra, es muy extensa, y una vez oí
comentar a uno de ellos que, “Cuando la
luna mengua se siembra todo lo que va hacia abajo y cuando la luna crece se
siembre todo lo que va hacia arriba.”
Y es que, la Luna, el satélite del planeta en el que vivimos, tiene un importante efecto, no solo en las mareas, sino también en las plantas, (y hay quien dice que hasta en los humanos.) Pero además, dependiendo de la fase en la que se encuentre, veremos unos efectos u otros, así tendremos que en:
- Cuarto creciente: La disponibilidad de luz lunar va en aumento y las plantas tienen un crecimiento equilibrado, en el que se favorece el crecimiento de follaje y raíz. En esta fase es buen momento para sembrar las semillas, ya que germinarán más rápido y de forma más homogénea.
- Luna llena: en esta fase la savia se moviliza con más rapidez por toda la planta, desde las raíces hasta las hojas, flores y frutos. Esto es debido a que la luz se va incrementando, de modo que es buen momento para hacer trasplantes y abonar.
- Cuarto menguante: en esta fase los rayos lunares van perdiendo intensidad, por lo que las hojas irán creciendo cada vez menos, pero se observará un gran crecimiento del sistema radicular. Si tenemos que trasplantar o realizar tratamientos anti-plagas, ahora es la ocasión ideal.
- Luna nueva: en esta fase los rayos lunares pierden todavía más intensidad, y el crecimiento de las plantas se ralentiza más, llegándose a considerar un período de reposo en las plantas. ¿Qué tareas realizar? Básicamente, de mantenimiento: entutorados, aporques y eliminación de chupones y plantas que salgan de forma espontánea.
Así
mismo se recomienda que “Todas las
plantas que nacen a ras de la tierra”, como lechugas, acelgas, espinacas,
col, etc., cuyo producto para el consumo son las hojas frescas, se deberán
sembrar en la fase de luna menguante, porque cuando se plantan en luna
creciente, tienden a subir a flor prematuramente, fenómeno más destacado
particularmente en las lechugas, (las
plantas se van en vicio, argumentan los campesinos).”
Una vez conocidos los influjos que la luna tiene sobre
las plantas, pasemos ahora al cuerpo de la entrada del día de hoy: El cultivo del
ajo.
Dice el Abuelo, haciendo uso del refranero “los ajos
por Navidad, ni nacidos ni por sembrar”… Pues eso, es tiempo de sembrar ajos.
Yo, ya los tengo plantados.
Se
trata de un producto muy utilizado en nuestra cocina y con múltiples
propiedades beneficiosas para nuestro organismo. Ya sean blancos o morados, plantar ajos es una buena manera de iniciarse en
las tareas de la huerta y la siembra puesto que es una de las labores más
sencillas que existen, y podremos obtener
nuestros propios ajos fácilmente.
Interior y exterior de una
“cabeza de ajo morado.”
Deberemos de tener en cuenta ciertas premisas a la
hora de proceder a la plantación y cultivo de los ajos,
a saber:
- En primer lugar, se recomienda la plantación de semilla de ajo seleccionada, libre de enfermedades.
- Aprovecharemos para plantar solamente los dientes externos de la cabeza de ajo, descartando la parte interna, ya que los dientes interiores son más pequeños y menos productivos. Estos últimos podremos utilizarlos para consumo o plantarlos para obtener ajos tiernos. La siembra del ajo.
- El ajo prefiere las tierras ligeras, nada apelmazadas y bien drenadas, no sentándole bien las tierras pesadas y demasiado húmedas. No es bueno retrasar la siembra mas allá de enero, como nos recuerda el refrán castellano, "Cada día que pasa de enero, un ajo pierde el ajero". En este sentido, coincidiendo con la luna llena y menguante, y siempre que el tiempo lo permita, podremos realizar su plantación.
- En cuanto al abonado, es una planta que crece bien aprovechando los restos de cultivos precedentes, (no es aconsejable la plantación de ajos en el mismo lugar que estuvieron plantados el año anterior). Eso sí, mejoraremos el tamaño de la cosecha si añadimos un poco de abono o compost bien maduro. La ceniza de madera, por su alto contenido en potasio, también ayuda a que los ajos crezcan sanos y den una buena cosecha.
- En cuanto al marco de plantación, se recomienda plantarlo en filas dejando entre 10 y 15 centímetros entre ajo y ajo. La profundidad a la que los plantaremos oscilará entre 3 y 5 cm, y con la punta del diente de ajo hacia arriba. Entre fila y fila dejaremos un espacio de 25 a 30 cm, ya que la separación entre las mismas ayudará a que circule mejor el aire y a que no se propaguen las enfermedades. Sigue este enlace para conocer algo más sobre la plantación de los ajos.
- No conviene acolchar con paja los ajos. Se trata de un cultivo que resiste muy bien las heladas y el cultivo en tierra desnuda. El Ajo no es una planta muy exigente en clima, aunque adquiere un sabor más picante en climas fríos.
- Suele darse un riego, si no hay tempero, antes de plantar. Plantaremos con tempero y sólo se volverá regar si la tierra se seca. Si la primavera es lluviosa, se comportará como un cultivo de secano hasta abril, fechas en las que debido a las mayores temperaturas será necesario dar un segundo riego, y tal vez otro en mayo. En cualquier caso el último riego se debe aplicar a los 15 o 20 días antes de la cosecha, para dejar las cabezas de ajo lo más secas posibles en el momento de la recolección, lo que mejorará su conservación. El ajo se considera una planta de secano. Antes de la recolección de los ajos deberemos de proceder al atado de los ajos, esto consiste en efectuar un nudo a los tallos, con lo que conseguiremos que el bulbo aumente de tamaño.
- Si queremos favorecer que las plantas tengan más frutos, deberemos restringir los riegos durante la luna llena y el cuarto creciente, así mismo deberemos de aportarles azufre, para que puedan producir la alicina.
La recolección del ajo se suele llevar a cabo en el mes de Junio, yo
concretamente los recolecto a finales de dicho mes, por San Pedro. Eso sí,
deberemos recolectarlos antes de agosto,
porque así como al ajo no le gusta nada la humedad, la planta tampoco soporta
los meses secos y calurosos en exceso del verano.
Los
expertos aconsejan que el mejor momento para cosechar los ajos es cuando las
hojas exteriores se comienzan a secar y sólo se mantienen verdes 5-6 de las
hojas centrales. Este punto de madurez es el ideal pues la cabeza de ajos se
encuentra completamente formada y se mantiene todavía prieta y firme.
Después de proceder con su arrancado es recomendable dejarlos, para su secado, unos días en
la misma tierra donde se han criado.
Una vez secos se realiza el cortado del ajo, labor
completamente manual que consiste en cortar los tallos de los ajos a 3 cm
de la cabeza y eliminar las raíces. Hay otra opción para su conservación y consiste
en trenzar los tallos para confeccionar una ristra, para su conservación.
Ahora
bien, si lo que queremos cultivar son ajos tiernos, se puede plantar la cabeza
entera, sin eliminar de ella las pieles protectoras de cada diente. Las
plantaremos a un palmo de distancia unas de otras. La recolección se hace
prematuramente, sin esperar a que se inicie la formación del bulbo. Es más, un
ajo tierno que haya iniciado la bulbificación habrá perdido gran parte de su
calidad como tal.
Pequeño
truco para cuando hayas de pelar varios dientes de ajo y no desesperar en el
intento.
Golpea
la cabeza de ajos, por la parte superior, con la mano o con la base de una
cacerola, para separar los dientes. Coloca estos en un bol de metal grande y
pon otro, invertido, similar encima, creando
una especie de esfera. Introduce los dientes de ajo, que antes
has separado y agita con fuerza los boles, así tendrás todos los dientes
pelados rápidamente.
Frase
del día:
“❀ El
auténtico amigo es el que sabe todo sobre ti y sigue siendo tu amigo.” Kurt
Donald Cobain (1967 – 1994 Cantante, músico
y compositor estadounidense, conocido por haber sido el cantante, guitarrista y
principal compositor de la banda grunge Nirvana.