Ya en la
Antigua Grecia, Hipócrates, físico y padre de la medicina, solía recetar ajo
para tratar diversas enfermedades. Hoy en día, la ciencia moderna ha
corroborado muchos de los beneficios de este “superalimento”.
Con
las lluvias que estamos teniendo estos días, se hace difícil la plantación de
ajos y, ya comienza a apremiar la realización de la misma, tanto en fecha como
en luna.
Pero
salvando estas pequeñas dificultades, y centrándonos en la plantación de los
mismos, he de comentar que los ajos en el huerto son un cultivo de invierno
sencillo, poco exigente y que ocupa poco espacio de terreno. Cultivar nuestros
propios ajos en el huerto de forma ecológica nos permitirá tener nuestra propia
reserva de tan usado condimento, evitando tener que comprar ajos introducidos
en cámaras frigoríficas y que han sido tratados con fungicidas e incluso
irradiados para evitar su germinación.
Para
saber cuándo y cómo plantar los Ajos en nuestro huerto, lo
primero que debemos concretar es de qué grupo de Ajos estamos hablando, ya que
básicamente hay de dos tipos: Ajos blancos y
Ajos morados.
Por
otra parte, una matización. Es habitual referirse popularmente al concepto de sembrar Ajos, cuando en realidad no son semillas los que
sembramos, sino sus bulbillos llamados dientes. Por lo tanto, debemos hablar de
cuándo y cómo plantar los Ajos.
En
España, el grupo de variedades de Ajos blancos
se plantan durante el otoño, mientras que las variedades
de ajos morados se plantan
en primavera.
El
ajo blanco, plantado durante los meses de octubre y noviembre, se recolecta
durante el mes de junio. Son Ajos que no se
conservan muy bien durante el invierno.
Los
morados, se plantan a partir de marzo y se recolectan un mes más tarde: en
julio. Estos Ajos, aunque son un poco más
pequeños, se conservan mucho mejor durante el periodo invernal.
El
ajo necesita de mucho sol, prefieren los climas templados y cálidos, pero
soporta bien el frío. Le gustan las exposiciones soleadas, es una especie
rústica por lo que también se puede sembrar en climas fríos y húmedos, pero
puede tolerar la sombra parcial, siempre y cuando no sea por mucho tiempo
durante el día o la temporada de crecimiento. El suelo debe estar bien cavado y
esponjoso.
Debemos de asegurarnos
de que el suelo tenga un buen drenaje. Al ajo le gustan los suelos ligeros (arenosos),
ya que los bulbos se forman peor en los terrenos arcillosos, pudiendo llegar a
pudrirse por un exceso de humedad.
Nos aseguraremos de
incorporar suficiente compost a la tierra para proveerla de nutrientes antes de
plantar el ajo.
Elegiremos
bulbos de ajo fresco, con grandes dientes evitando el ajo que se ha vuelto
blando o está dañado.
De cada
diente brotará una planta de ajo, esto lo deberemos de tener en cuenta a la
hora de calcular las cabezas de ajo a comprar, para realizar nuestra
plantación.
Para
su plantación en el huerto y tras preparar correctamente el terreno, se confeccionarán unos surcos separados unos 30
centímetros, unos de otros. Cada golpe de plantación de diente de ajo debe de
tener una separación de 15 centímetros. Y se introducen en el terreno de 3 a 5
centímetros, quedando totalmente cubiertos de tierra.
Conviene
realizar la siembra en luna menguante, siguiendo el calendario biodinámico, en
luna decreciente y en días de raíz.
Los ajos recién
plantados deben mantenerse húmedos para ayudar a que las raíces se desarrollen.
Procuraremos no excedernos en el agua, ya que el ajo no crece bien, o incluso
puede llegar a pudrirse, evitando en todo momento el encharcamiento.
Regaremos
únicamente si la primavera es muy seca, en mayo-junio y dejar de regar 15-20
días antes de ser cosechados.
A medida que
la temperatura va en aumento deberemos ir reduciendo el riego puesto que el ajo
necesita de unas temperaturas calurosas y secas para que los bulbos puedan
madurar.
Los bulbos
de ajo están listos para ser recolectados cuando se pueden apreciar los dientes
individuales en el bulbo y las hojas se vuelven amarillas o marrones.
A la hora de
la extracción de los bulbos de la tierra deberemos de tener especial cuidado de
no dañarlo puesto que es muy fácil provocarles magulladuras que afearán el
bulbo.
Seguidamente
procederemos a lavarlos dejándolos secar posteriormente en un lugar bien
ventilado o en la propia tierra al sol durante unos días si no hay días de
lluvia. El ajo puede quemarse con el sol, así que procuraremos no dejarlos al
sol por mucho tiempo.
Para su
almacenamiento las hojas secas pueden trenzarse, en forma de “ristra” y de esta
manera se pueden colgar en tu despensa o cocina. Esto es decorativo y útil.
A
continuación, relaciono una lista con 10 beneficios del ajo confirmados
científicamente y que, probablemente, desconocemos o no habíamos prestado
atención.
- El ajo
contiene un compuesto llamado alicina, el cual tiene potentes propiedades
medicinales.
- El ajo
posee un alto valor nutritivo, pero contiene muy pocas calorías.
- El ajo
contiene antioxidantes que pueden ayudar a prevenir el Alzheimer y la demencia.
- El ajo
mejora los niveles de colesterol, lo que puede disminuir el riesgo de
enfermedades cardíacas.
- Los compuestos activos del ajo pueden reducir la presión sanguínea.
- El ajo puede combatir enfermedades, incluido el
resfriado común.
- Comer ajo puede ayudar a desintoxicar el cuerpo de
metales pesados.
- El ajo puede mejorar la salud ósea.
- Los suplementos de ajo pueden mejorar el rendimiento
atlético.
- El ajo puede prolongar tu vida.
En definitiva, se ha demostrado que el ajo tiene
efectos beneficiosos en las causas comunes de enfermedades crónicas, por lo que
tiene sentido afirmar que puede prolongar la vida.
El ajo es un alimento fácil de incluir en tu dieta y
tiene un sabor increíblemente delicioso.
El ajo complementa la mayoría de platos sabrosos, en
especial las sopas y salsas, y su fuerte sabor también puede añadir gusto a
comidas más sosas.
La dosis mínima eficaz para lograr efectos
terapéuticos es la ingesta de un diente de ajo con las comidas, 2 o 3 veces al
día.
El compuesto activo del ajo, la alicina, solo se forma
cuando machacamos o partimos ajo crudo. Si lo cocinas antes de machacarlo, sus
beneficios no serán los mismos.
Además, la mejor manera de consumir ajo es crudo, o
machacarlo y cortarlo y dejarlo durante un rato antes de añadirlo a la comida.
No obstante, hemos de tener en cuenta que el ajo
también tiene algunos inconvenientes, por ejemplo, el mal aliento. Además,
también hay personas que son alérgicas a este alimento.
Por lo general si padecemos un trastorno hemorrágico o
estamos tomando medicamentos anticoagulantes, deberemos de consultar a nuestro
médico antes de aumentar el consumo de ajo.
Concluyendo, durante miles de años, existió la
creencia de que el ajo tenía propiedades medicinales. En la actualidad, estas
propiedades han sido confirmadas por la ciencia y hoy sabemos que este alimento
puede prevenir el Alzheimer, reducir el colesterol y la presión sanguínea y
hasta mejorar nuestro rendimiento
físico. En definitiva, el ajo puede prolongar nuestra vida.
Frase del día:
" Somos lo que hacemos de forma repetida. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito." Aristóteles (384 a.c. - 322 a.c.) filósofo y científico de la Antigua Grecia.