domingo, 24 de noviembre de 2024

Riego y cuidado de la cebolla

Un enfoque sistemático nos ayudará a maximizar el rendimiento de nuestro cultivo de cebollas y a asegurar una cosecha saludable y de calidad.

Las cebollas son uno de los ingredientes más utilizados en las cocinas de todo el mundo y se estima que surgieron originalmente en el centro-oeste de Asia. A lo largo de la Edad Media, su cultivo se extendió a los países del mediterráneo donde se seleccionaron las variedades de bulbo grande, origen de las variedades modernas. España es el segundo exportador de este producto, por detrás de Holanda.

Está claro que la cebolla es uno de los alimentos más consumido en la dieta mediterránea por su sabor y sus beneficios para la salud.

En el supermercado se puede conseguir fácilmente, al igual que los ajos, pero, ¿qué te parece cultivar este manjar en tu propio huerto? Se puede y es más fácil de lo que crees.

Conozcamos algunas de las mejores prácticas para el cultivo, desarrollo y crecimiento de unas hermosas cebollas:

Las variedades de cebolla y fechas de plantación son dos factores estrechamente unidos, que determinan en gran medida el éxito de los resultados.

Hay variedades de cebollas de día corto, medio y largo, especialmente desarrolladas para obtener los mejores resultados en cada una de las diferentes épocas del año. Así mismo existen diferentes clases de cebolla como la cebolla amarilla, blanca, rojo, dulce, etc. La elección dependerá del clima y del gusto del consumidor.

Una de las mejores épocas para plantar cebollas es a finales de otoño y con la luna en fase menguante. Deberemos de seleccionar unas buenas semillas. Lo más sencillo es conseguir plantones, ya desarrollados, para plantarlos en tierra directamente.

Se ha documentado que las cebollas son altamente susceptibles a la salinidad de la zona de las raíces, así como a altos niveles de cloruro, con una disminución del peso de la planta de hasta un 50% con alta salinidad y con altos niveles de cloruros.

A la hora de efectuar la plantación se recomienda un suelo bien drenado y rico en materia orgánica. La labranza y la incorporación de abono orgánico ayudan a mejorar la fertilidad.

La siembra puede realizarse por semilla o mediante plántulas, pudiendo usar surcos o eras. La distancia entre plantas debe de ser adecuada para permitir un buen desarrollo.

Cuando trasplantemos el plantero a su lugar definitivo, nunca debemos plantar nuestras cebollas a mucha profundidad, con 2-3 cm será más que suficiente. Así mismo es recomendable cortar, tanto las puntas de las raíces como los tallos, 1/3 de su longitud. Lo ideal es cortar las hojas, antes de plantarlas, dejando unos 12-15 cm de parte verde.

A la hora de plantar las cebollas en el suelo, lo efectuaremos en un marco de plantación de 30×15 cm, 30 cm entre líneas y 15 cm entre planta y planta. Hay muchos hortelanos que las dejan a 10 cm entre planta y planta pero se puede dar el caso que la cebolla ensanche bastante y se rocen unas con otras lo que daría lugar a muchos problemas, por ejemplo la competencia por los nutrientes.

La cebolla requiere un riego regular, especialmente durante el crecimiento. Sin embargo, es importante evitar el encharcamiento. Lo correcto es mantener el suelo húmedo, especialmente durante la germinación y el crecimiento inicial.

Sin duda alguna el riego es una de las partes más importantes en el cultivo de la cebolla. La cebolla es una planta muy sensible a los cambios de humedad en el suelo, por lo que la práctica de riego más recomendable es el sistema de riego por goteo.

Este sistema, riego por goteo, es el más recomendable para regar cebollas ya que proporcionará la cantidad necesaria de agua y, asimismo, haremos un uso eficiente de la misma y evitaremos que la planta sea atacada por hongos.

La cebolla necesita mucho sol, principalmente cuando se forman los bulbos. Se trata de una planta de clima templado que necesita calor para desarrollarse bien, además de que el calor favorece su conservación.

Por otro lado, un buen consejo para que las cebollas crezcan sanas, fuertes y con un buen tamaño es utilizar nitrato de potasio en su cultivo. El nitrato de potasio es perfecto para que las plantas reciban la proporción correcta de nitrato y amonio.

Se recomienda una fertilización equilibrada, con un enfoque en nitrógeno, fósforo y potasio. Las aplicaciones deben hacerse en etapas, según el crecimiento de la planta. Aplicaremos fertilizante rico en nitrógeno durante el crecimiento vegetativo y potasio durante la formación del bulbo.

Con respecto a plagas y enfermedades es fundamental monitorear las posibles plagas como la mosca de la cebolla y enfermedades como el moho negro. El uso de pesticidas orgánicos, de manera responsable, puede ser una opción para combatirlas.

Las cebollas pueden tardar de 90 a 180 días en madurar, dependiendo de la variedad. Para saber que la cebolla ha madurado y es apta para su recolección, su hoja debe estar completamente amarilla y seca. Ese es el momento para comenzar a cosechar. De esta manera, se retira con cuidado la cebolla de la tierra y se coloca a secar en un lugar soleado durante dos días. Posteriormente se guardan en un lugar fresco, seco, ventilado y evitando la luz directa para prolongar su vida útil.

Las cebollas no se caracterizan por poseer una elevada área foliar, por lo tanto no cubren gran parte del terreno. Esto es aprovechado por malezas, que toman los recursos libres del terreno y pueden llegar a crecer sin parar hasta competir con la cebolla. Una posible solución es utilizar algún tipo de acolchado, para evitar que salgan, o cobertura de malla.

Procuraremos no efectuar la plantación de cebollas en terrenos donde se ha abonado hace poco, sino más bien el año anterior, ya que por lo general se suelen dar bien en suelos rústicos, pero con el inconveniente de que el bulbo será menor.

Una buena idea sería plantar cebollas en un terreno donde el año anterior hayas abonado con estiércol o plantado alguna leguminosa, así tendrá el suelo el nitrógeno necesario. Así mismo es recomendable no plantar cebollas en el mismo lugar cada año.

Consejos a tener en cuenta para obtener unas buenas cebollas:

·       En suelos arcillosos, haremos ligeras cavas para eliminar la capa superficial que se crea después de regar y que perjudica a los bulbos.

·   Tanto el exceso de abono como el exceso de riego de las cebollas es perjudicial para su salud.

·     Deja de regar las cebollas al menos dos semanas antes de la cosecha si planeas secarlas.

·      Aplicar la técnica del pisado para acelerar su proceso de secado y favorecer que el bulbo cierre bien. Se debe realizar 10 días antes de la recolección, en ese momento los tallos deberían estar marchitos, así que deberemos de aplastarlos contra el suelo o doblarlos. Si prefieres consumirlas frescas, recoléctalas día a día, priorizando las más grandes.

Frase del día:

La clave es mantener la compañía de gente que te aporta, cuya presencia saca lo mejor de ti.” Epíteto.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

El huerto de invierno

¡Octubre no es el fin de la temporada para nuestros cultivos! Incluso en invierno, nuestro huerto puede seguir ofreciéndonos productos increíbles. Muchas coles, tubérculos y algunas lechugas prefieren el clima fresco y, a veces, saben mejor cuando han estado expuestos al frío, ¡incluso con temperaturas bajo cero!

Pero… ¿Por qué este cambio en el sabor? Simplemente porque las heladas activan procesos en algunas plantas que convierten el almidón en azúcar, lo que mejora su sabor. Además, el frío constante sin heladas también contribuye a un sabor más delicioso. Cuando la planta reduce su metabolismo, el azúcar y los sabores se concentran más en remolachas, tubérculos y hojas, sin que la planta los procese más.

Para el huerto tradicional, el otoño supone el final de una temporada, la de los abundantes frutos del verano, y el principio de otra marcada por el frío. El otoño es una estación con un clima muy variable, que puede ir desde días casi veraniegos hasta noches bajo cero.

Se acerca el invierno y, con él, el frío. En esta estación, que se caracteriza además de por el frío, por días cortos y noches largas, puede que nos resulte complicado cultivar en nuestro huerto debido a las condiciones climáticas. Las heladas que se pueden llegar a producir por el frío intenso de algunas zonas, pueden resultar devastadoras para nuestro huerto, pero aunque no llegue a helar, deberemos dedicarle unos cuidados especiales.

Si no disponemos de un huerto lo suficientemente amplio deberemos de proporcionar un espacio a los cultivos de invierno que vamos a cultivar. Empezaremos, como de costumbre, retirando los cultivos que tengamos a medida que se van agotando. Así mismo procederemos a la limpieza del terreno de las posibles malas hierbas. Posteriormente removeremos la tierra para airearla.

Bancal de invierno labrado.

Bancal de invierno ya plantado.

Una de las ventajas de sembrar verduras en esta estación es que requieren menos cuidados que en verano. Gracias a que el agua tarda más tiempo en evaporarse, se necesita poco riego, en algunos casos bastará con una o dos veces a la semana, por lo que el ahorro en agua es bastante significativo. Otro punto a favor es que como la temperatura es baja, hay menos riesgo de plagas de insectos y la tierra no sufre tantos daños.

Pero no todo son buenas noticias. Una de las desventajas a la que se enfrenta este tipo de plantación es que necesita días cálidos o una mayor exposición solar para crecer en condiciones favorables.

Los cultivos de invierno, además de proporcionarnos verduras frescas durante los meses más fríos, tienen varios beneficios para nuestro huerto:

·    Mejora la salud del suelo: Los cultivos de cobertura, como las leguminosas, pueden fijar nitrógeno en el suelo.

·       Disminución de plagas y enfermedades: El frío controla naturalmente muchas plagas.

·           Disminución en la frecuencia de los riegos.

·       Diversificación en nuestra dieta: Los cultivos de invierno pueden añadir una nueva dimensión a nuestra alimentación.

Cultivar en invierno puede parecer desafiante al principio, pero los resultados, tanto en términos de productos como de satisfacción personal, son inmensamente gratificantes.

Como he dicho anteriormente el riego, en esta época, resulta obvio que la zona en la que nos encontremos determinará mayormente la frecuencia de riego necesario. Así, en las zonas del norte, y dadas las elevadas precipitaciones, es posible que no solo la frecuencia de riego centre nuestra atención, y tengamos que dedicar parte de nuestro esfuerzo a vigilar el drenaje de la tierra.

Por el contrario, en territorios menos fríos y más secos, sí que deberemos estar más atentos al tema del riego, si bien es cierto que la frecuencia y volumen de los aportes de agua necesarios, lógicamente, son bastante menores que los necesarios durante el resto del año.

El horario de riego es algo a tener también en cuenta, y en esta época del año conviene que sea a mediodía, ya que es a esa hora del día cuando existen menos riesgos de heladas.

Aunque es cierto que las bajas temperaturas reducen la actividad de las plagas, siempre podemos encontrarnos con algunas plagas más resistentes, las cuales pueden seguir siendo un problema, tales como:

·      Pulgones: Incluso en invierno, pueden encontrar el calor necesario en el invernadero o bajo cubiertas de plástico.

·      Hongos: La humedad excesiva y la mala circulación del aire favorecen su aparición.

·      La prevención es clave: deberemos asegurarnos de que nuestras plantas estén bien espaciadas para una buena circulación del aire, actuando rápidamente ante los primeros signos de infestación.

Y, ¿Que plantamos en nuestro huerto de invierno? Las "verduras de invierno" incluyen variedades resistentes como coles, tubérculos y hortalizas de raíz, además de lechugas que también pueden cultivarse y cosecharse en la temporada primaveral.

En nuestro huerto podemos cultivar una amplia variedad de cultivos de invierno sin muchas restricciones. Como siempre, es importante asegurarnos de que las verduras tengan suficiente espacio y nutrientes, y que se complementen bien con sus vecinas.

El primer aspecto a tener en cuenta a la hora de cultivar verduras de invierno es saber qué tipo de alimentos se plantarán. Algunos como la col, puerros, habas o lechugas son buenas opciones, ya que en esta fecha se desarrollan sin inconvenientes. Los expertos aconsejan que se siembre en lugares soleados para que agarren con fuerza y estén sanos.

La siembra puede iniciarse a partir de septiembre, no obstante aquí os dejo una pequeña lista de algunas verduras y hortalizas que se pueden cultivar en esta época, así como algunos consejos que os pueden servir de ayuda al cultivarlas:

Puerros y Coliflores.


 

 

Berzas de invierno.

Col: Tiene numerosas opciones para ser plantada en los meses más fríos, puesto que aguantan muy bien las heladas. Un aspecto a tener en cuenta antes de cosecharla es escoger una variedad que resista a las temperaturas frías.

Coliflor: Este tipo de alimento guarda muchas similitudes con la col; aguanta muy bien los grados bajo cero. Si se desea tener una buena cosecha, se debe preparar correctamente el terreno, ya que esta planta necesita muchos nutrientes para poder crecer.

Guisantes: se siembran de octubre a diciembre, o de febrero a mayo, empieza a dar frutos cerca de dos meses después de la siembra y como observación, decir que crece mejor en zonas húmedas pese a que también le gusta el sol. El riego deberá ser más o menos frecuente.

Acelgas: El cultivo de las acelgas se puede realizar durante todo el año. Entre sus beneficios destacan por contener mucha fibra y ser rica en vitaminas como la C, E y A.

Espinacas: Con un periodo de siembra bastante amplio, que va desde agosto a febrero, la siembra se puede llevar a cabo directamente a voleo, o en líneas y con aclareo posterior. La cosecha la obtendremos entre 2-3 meses después de la siembra. Tolera la sombra y la humedad, y su riego debe ser más o menos frecuente.

Lechuga: Sin duda la hortaliza más consumida, sobre todo si se vive en una zona con un clima templado. El tiempo de espera para que se desarrolle es entre 20 y 60 días.

Ajos: El ajo de invierno produce bulbos más grandes que los cultivados en primavera. El período idóneo para sembrar ajos suele ser de noviembre a febrero, en el hemisferio norte. Es un cultivo de ciclo largo que germina tímidamente en invierno, crece y engorda a lo largo de la primavera, y no se cosecha hasta finales de junio, tras haberse secado en tierra. Los ajos tiernos o ajetes son el mismo ajo pero cosechado durante la primavera, cuando todavía está tierno y antes de que engorde el bulbo.

Ajos.

Puerros.

Los ajos no requieren de condiciones o cuidados muy especiales durante su cultivo. Sólo necesitas unos dientes de ajo sanos y en buen estado.

Haz un pequeño surco en la tierra (de 3 a 6 cm de profundidad es suficiente) y coloca los dientes de ajo directamente en la tierra.  Asegúrate de que la punta del ajo queda orientada hacia el exterior (hacia arriba) porque de ahí es de donde brotará el tallo.

Deja una distancia entre ajo y ajo de unos 15 cm.

Es un cultivo que requiere luz, por lo tanto, ubícalos en una zona que reciban luz directa. Los ajos aguantan muy bien las temperaturas frías, así que no te preocupes mucho por las temperaturas bajas.

Lo más importante se podría decir que es controlar los riegos. De hecho, si los tienes cultivados en el exterior y reciben agua de lluvia no tendrás que regarlos, porque necesitan muy poca agua, tan poca como un riego o dos al mes.

Habas: Son plantas de desarrollo otoñal e invernal. Dependiendo del microclima, la época de siembra varía. Es importante una adecuada elección de la variedad y el respeto de su ciclo.

Por debajo de 0 ºC pierden la flor, iniciando el rebrote en cuanto se moderan las temperaturas.

Moderación con los riegos, sobre todo en la floración: Crecen de forma óptima con niveles de humedad constantes. El estado de tempero es ideal para ellas, por lo que intentaremos mantenerlo el mayor tiempo posible por medio de binados (escardas) o con acolchados. En floración debemos moderar el aporte de agua, pues el exceso provoca la caída de la flor. Es más importante conservar la humedad en la tierra que regar.

Para el proceso de siembra pondremos las semillas a remojo el día anterior. Se entierran 2 o 3 semillas a una profundidad de 4 o 5 cm, distanciando cada hoyo unos 30 o 40 cm. La distancia entre las filas ha de tener como mínimo 60 cm, distancia que aumentaremos según la humedad ambiental de la zona. A mayor separación entre filas, mejor aireación y menos riesgo de problemas criptogámicos. Procuraremos evitar excesiva densidad de plantas, incluso hay quien entre dos filas deja un pasillo de 80 cm para asegurarles una buena ventilación.

La cosecha es escalonada y puede prolongarse durante la primavera, teniendo cuidado al recolectar los frutos ya maduros con cuidado para no causar daños a la planta.

Esta es una buena planta para iniciarse en la obtención y conservación de nuestras propias semillas. Para ello, guardaremos la mejor mata de habas sin cosechar desde el principio y la dejaremos granar, después ataremos en hileras las habas para dejarlas secar al aire, que luego desharemos para guardar las semillas en botes bien cerrados hasta el cultivo del siguiente año.

En algunas zonas practican el despuntado de las ramas a partir de la sexta o séptima flor. Esta poda provoca un aumento del tamaño de las vainas y a la vez dificulta el desarrollo del pulgón negro.

Zanahoria: Es una de las hortalizas más comunes. Siendo su época de siembra de octubre a febrero, hay variedades que se siembran durante todo el año. La siembra se puede realizar a voleo o en líneas, y su recolección llegará a los 4-5 meses desde la siembra. Respecto a la exposición solar, no tiene preferencias, desarrollándose bien tanto al sol como a la sombra. Y en lo que al riego se refiere es aconsejable que sea más o menos frecuente y regular.

Cebollas: Se pueden plantar en septiembre y octubre para cosecharlos desde finales del invierno. Los calçots se consiguen sembrando bulbos maduros de cebolla ‘Blanca grande tardía de Lérida’.

Aunque para cultivar un huerto de invierno la principal desventaja, en algunas zonas, sea la necesidad de un invernadero por la inversión que supone, son una opción perfecta para iniciarse en la siembra y sacarle la máxima rentabilidad posible.

Por otra parte, es una alternativa excelente para personas veganas, vegetarianas o celíacas, puesto que se conoce todo el proceso total desde que se planta el alimento hasta que se consume.

Frase del día:

Tiene más el que está más contento con menos.” Diógenes.

jueves, 24 de octubre de 2024

Aliño de aceitunas verdes

Aliñar nuestras propias aceitunas es un proceso que nos brinda satisfacción y una conexión más directa con los alimentos que consumimos. Además, siempre tendremos un producto para sorprender a nuestras visitas.

Si dispones de un olivo en tu huerto, quizás hayas decidido que de este año no pasa y que, por fin, te piensas lanzar a cosechar toda la producción. Sí, el propósito es aderezarla y obtener unas ricas aceitunas caseras con las que agasajar a tus invitados y, por supuesto, a ti mismo también.

Si eres de los que crees que la preparación de aceitunas es un campo reservado para unos pocos escogidos, vas a comprobar que la tarea es mucho más sencilla de lo que parece. Una vez que tengas un buen cesto de cosecha, toca ponerse manos a la obra.  

Existen infinidad de aliños. Así que, dependiendo de nuestros gustos, nos decantaremos por uno u otro. Incluso varios de ellos si nuestra cosecha ha sido abundante y nos permite lanzarnos a la preparación de un par, o más, de recetas.

En cualquier caso, recuerda que no podemos embarcarnos en su aderezo sin antes haber eliminado el amargor consustancial a la aceituna. Por lo tanto, previamente necesitan ser sometidas a un proceso que las ayudará a desprenderse de este amargo sabor. Recuerda que tal como salen del árbol son muy amargas y no son nada comestibles.

¿Y cómo lo hacemos? Pues los secretos y diferentes formas de preparación los puedes consultar en este mismo blog, introduciendo la palabra “aceitunas” en el buscador del blog. Otra forma de consultar es pinchar en la barra superior de los diferentes años en el apartado “De Interés” posteriormente “Sobre Aceitunas” y por último en cada uno de los diferentes enlaces donde explico el procedimiento del proceso.

No obstante podemos innovar y quitar este amargor con el tiempo de permanencia en una salmuera que podemos preparar. Nunca se sabe si vamos a dar con un nuevo y exitoso sabor.

Hoy prepararemos un aliño de aceitunas verdes

Como he dicho anteriormente, para confeccionar este aliño no es preciso realizar ningún tipo de acción para disminuir el amargor de las aceitunas, de ello se encargará el tiempo de permanencia en el guiso que prepararemos.

Para este proceso únicamente utilizaremos aceitunas verdes, retirando las posibles negras que hayamos recogido al recolectarlas. Las aceitunas negras al permanecer tiempo en la salmuera tienden a reblandecerse.

En primer lugar procederemos a lavar bien las aceitunas en agua, puede ser del grifo.

Así mismo procederemos a la limpieza, exhaustiva, del interior de una garrafa, puede ser de cristal o de plástico. El tamaño dependerá de la cantidad de aceitunas que tengamos para aliñar.

Introducimos las aceitunas en la garrafa. No llenaremos la garrafa en su totalidad. Lo ideal es llenarla hasta completar las 3/5 de su capacidad, dejando el espacio restante para el agua, los ingredientes y espacio para poder remover las aceitunas en su momento.

Vertimos agua en la garrafa hasta completar las 4/5 partes de su capacidad. La otra 1/5 parte quedará para los ingredientes y el espacio para remover el aliño.

Añadimos sal (ojo sal fina). La cantidad dependerá del volumen de aceitunas a aliñar. Como cantidad orientativa diré que para dos kilos de aceitunas añadiremos 2/5 partes de un paquete de sal fina.

Incorporamos al aliño los ingredientes que darán el sabor a nuestras aceitunas y removemos el aliño con un instrumento de madera, con cuidado para no dañar las aceitunas.

Ingredientes (para el aliño de 2 Kg de aceitunas):

·      Orégano: 1 cuchara sopera colmada.

·      Tomillo: 2 ramitas de tomillo verde.

·      Romero: 2 ramitas de romero verde.

·      Ajo: 5 dientes de ajo (sin pelar ni machacar)

·      Pimiento rojo: cortado en gajos un poquito grandes.

·      Limón: ½ limón cortado en rodajas.

·      Laurel: 2 hojas de laurel.

·      Sal: 2/5 partes de un paquete de sal fina.

·      Agua: Conviene que sea de botella ya que la del grifo no se lleva bien con las aceitunas, este agua tiende a reblandecer las aceitunas.

Una vez que tenemos nuestro aliño preparado lo guardaremos, para que macere, en un sitio oscuro y evitando la exposición al sol.

No realizaremos más acciones únicamente, y una vez al mes, removeremos el aliño, con el fin de que se mezclen los ingredientes y no se asienten en el fondo.

Este preparado puede durar varios años (entre 2 y 3) permaneciendo en este aliño y en este recipiente.

A la hora de comenzar con su consumo, si observamos que están sosas, se les puede añadir un poco de sal. Por eso, en el proceso de elaboración, es aconsejable no excedernos en la sal, siendo preferible añadir sal si fuese necesario a la hora de comenzar con su consumo.

Las conclusiones clave de la experiencia de preparar nuestras propias aceitunas son muchas, entre las que podemos destacar:

·      Control total sobre el sabor y la calidad: Al aliñar nuestras propias aceitunas, tenemos el control completo sobre los ingredientes utilizados. Podemos ajustar el nivel de sal, ácido, especias y hierbas según nuestro gusto personal, creando combinaciones únicas y personalizadas.

·      Es un proceso natural y artesanal: Aliñar aceitunas en casa es un proceso tradicional que nos reconecta con prácticas culinarias ancestrales. La curación y el aliño nos permiten transformar un alimento amargo y difícil de comer en algo sabroso y versátil.

·      Paciencia y recompensa: El proceso de curación de las aceitunas requiere tiempo, ya que es necesario eliminar su amargor y luego dejarlas marinar para que absorban los sabores del aliño. Esto implica una espera que puede durar semanas o meses, pero la recompensa es un producto final delicioso y único que no puede comprarse en cualquier tienda. La paciencia es fundamental, pero el resultado lo vale.

·      Ahorro y sostenibilidad: Curar y aliñar aceitunas en casa puede resultar más económico a largo plazo, especialmente si se cuenta con acceso a un olivo o a aceitunas frescas de algún mercado local.

·      Satisfacción personal: Aliñar nuestras propias aceitunas nos da una sensación de logro y creatividad. Desde la selección de los ingredientes hasta el disfrute del producto final, es una actividad que nos conecta con el placer de hacer las cosas por nosotros mismos y de disfrutar de un aperitivo que hemos preparado con nuestras propias manos.

En resumen, el aliño casero de aceitunas nos permite disfrutar de un producto más sabroso, saludable y personalizado, con el valor añadido de la autosuficiencia y el respeto por los métodos tradicionales.

Frase del día:

Los grandes resultados requieren grandes ambiciones.” Heráclito.

sábado, 12 de octubre de 2024

El huerto urbano

Parece que con ellos trajéramos el campo a nuestra vida urbana, pero debemos ser conscientes de que presentan inconvenientes, algunos de ellos importantes.

Como ya he mencionado varias veces, la diferencia entre un huerto y una huerta radica en el espacio y el contexto en que se desarrollan, así como en la escala de producción y los objetivos que se persiguen.

La ubicación de un huerto urbano se encuentra en entornos urbanos, como balcones, terrazas, patios, azoteas, o incluso en espacios comunitarios dentro de la ciudad.

Panorámica de mi huerto.

El tamaño, generalmente, es de pequeña escala, adaptado a espacios reducidos.

Su objetivo suele estar orientado al autoconsumo y al fomento de la sostenibilidad y la educación ambiental. Es una forma de acercar la naturaleza a la vida urbana.

Se suelen cultivar hortalizas, hierbas aromáticas, y en algunos casos árboles frutales. La diversidad de plantas suele ser limitada debido al espacio disponible.

Por el contrario, la ubicación de una huerta se encuentra en entornos rurales o periurbanos, generalmente en terrenos más amplios.

El tamaño es de mayor escala, con extensiones más amplias de tierra dedicadas al cultivo.

Como objetivo puede estar orientada tanto al autoconsumo como a la producción para la venta en mercados locales o incluso a nivel industrial. También puede formar parte de una explotación agrícola más amplia.

Se cultivan una mayor variedad de hortalizas, frutas, legumbres y otros productos agrícolas. La diversidad y cantidad de plantas es mayor debido a la extensión de la tierra.

Cosechas semanales de primeros de Junio.

Se utilizan técnicas tradicionales de cultivo en suelo, aunque también pueden incluir prácticas más modernas de agricultura, dependiendo de la orientación (convencional, ecológica, etc.)

En resumen, un huerto urbano es una versión más pequeña y urbana de una huerta, adaptada a las limitaciones de espacio de la ciudad y enfocada en el autoconsumo y la sostenibilidad. La huerta, por otro lado, es más extensa y productiva, y puede tener un propósito comercial o de subsistencia más amplio.

Una vez claros estos conceptos pasemos a la entrada que nos ocupa, en ella hablaremos de los posibles peligros para la salud de los huertos urbanos.

Los huertos urbanos ofrecen muchos beneficios, pero también pueden presentar algunos riesgos para la salud si no se cultivan adecuadamente. Estos peligros suelen estar relacionados con la contaminación ambiental, el uso de suelos contaminados, y la aplicación de productos químicos.

Natural ≠ seguro

La intención es lo que cuenta pero, en esta ocasión, esa voluntad puede afectar seriamente a nuestra salud. Metales tóxicos como el plomo, el cadmio, el mercurio, el cromo o el zinc habitan ya en el suelo de las áreas urbanas, especialmente en aquellas zonas próximas a carreteras y parques industriales.

Los efectos tóxicos dependen del tipo de metal, de la concentración y, en algunos casos, de la edad de la población expuesta.

Sin embargo, el terreno no es lo único que influye en el grado de contaminación del cultivo. El agua de riego o la deposición atmosférica son también dos elementos de suma importancia.

A continuación veremos algunos de los principales riesgos del cultivo en un huerto urbano: 

Contaminación del suelo:

·  En áreas urbanas, los suelos pueden estar contaminados con metales pesados como plomo, cadmio o mercurio, debido a la actividad industrial, el tráfico de vehículos o el uso anterior del terreno. Los cultivos pueden absorber estos metales, que posteriormente pueden entrar en la cadena alimentaria y afectar la salud de las personas que consumen esos productos. 

·      Así mismo, el suelo también puede contener otros contaminantes químicos como hidrocarburos, que provienen de combustibles fósiles, asfalto y otras fuentes urbanas.

Contaminación del agua:

·    Si se usa agua contaminada para regar los cultivos, esta puede transferir patógenos o químicos nocivos a las plantas. Esto es un riesgo en ciudades donde las fuentes de agua pueden estar contaminadas por desechos industriales o domésticos.

·      El agua de lluvia que corre sobre superficies contaminadas antes de llegar al huerto también puede arrastrar contaminantes hacia las plantas.

Contaminación del aire:

·      Los contaminantes atmosféricos en zonas con alta contaminación del aire, las partículas en suspensión, gases tóxicos (como dióxido de nitrógeno y ozono), y otras sustancias pueden depositarse en las hojas de las plantas. Algunas de estas sustancias pueden ser absorbidas por las plantas o simplemente contaminar la superficie de los productos, lo que representa un riesgo si no se lavan adecuadamente.

Los huertos urbanos casi nunca son ecológicos, se estima que los alimentos cultivados en ciudad tienen una huella de carbono 6 veces mayor. 

 Uso de pesticidas y fertilizantes:

·  El uso inadecuado o excesivo de pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos puede contaminar los cultivos, convirtiéndolos en un peligro para la salud si se consumen.

·      Incluso los fertilizantes orgánicos, como el compost, pueden ser peligrosos si contienen patógenos o residuos químicos.

Las plagas y enfermedades:

·      Los huertos urbanos pueden ser un foco de plagas y enfermedades si no se gestionan adecuadamente, y algunas de estas pueden ser perjudiciales para la salud humana si contaminan los cultivos.

Por lo tanto, antes de lanzarnos al cultivo de verduras y hortalizas en un huerto urbano, deberemos de tener en cuenta una serie de medidas preventivas y de seguridad, tales como:

1.   Realizar pruebas de suelo para detectar la presencia de metales pesados u otros contaminantes antes de iniciar el cultivo en un huerto urbano.

2.   Podemos hacer uso de contenedores y tierra limpia para evitar el contacto con suelos contaminados, se pueden utilizar contenedores elevados o camas de cultivo con tierra comprada y garantizada como limpia.

3.   Riego seguro usando fuentes de agua seguras y evitando el uso de aguas de origen desconocido.

4. Evitar o minimizar el uso de productos químicos y optar por métodos orgánicos de control de plagas y fertilización.

5.  Otro elemento que también influye es el tipo de cultivo, pues algunas plantas absorben con mayor facilidad los metales tóxicos a los que están expuestos. En este grupo se encuentran los tubérculos, los vegetales de hoja verde como las acelgas o las espinacas, y las hortalizas de raíz como las patatas y las zanahorias.

6. Siempre deberemos lavar bien los productos cosechados antes de consumirlos para eliminar cualquier contaminante superficial.

No obstante, una tendencia juega a favor de los huertos urbanos y, probablemente, hará que en los próximos años disminuya el posible peligro que puedan entrañar: las ciudades se están tomando en serio el problema de la contaminación.

Probablemente, todo esto se notará en los suelos, que progresivamente presentarán mejores condiciones para la agricultura. De hecho, un reciente estudio realizado en Nueva Orleans (Estados Unidos) así lo indica. Aunque esta investigación no está directamente relacionada con los huertos urbanos, muestra cómo en los últimos años se ha reducido el nivel de plomo tanto en el suelo como en la sangre de los niños que viven en la ciudad.

Uno de los tomates recolectados este año.

Si se toman las precauciones adecuadas, los huertos urbanos pueden ser seguros y beneficiosos para la salud, pero es importante ser consciente de los riesgos y gestionarlos correctamente.

Frase del día:

Lo malo de ser puntual es que llega uno a un lugar y no hay nadie allí para apreciarlo.”