El
olivo un árbol mitológico. Según la mitología griega, el olivo nació por una disputa entre la diosa Atenea y el dios Poseidón;
los dos querían ser protectores de la ciudad de Atenas. Los dioses del Olimpo
elegirían a quien diese a los ciudadanos el mejor regalo. Poseidón, con su
tridente, creó un caballo; Atenea, un olivo. Los dioses escogieron el olivo de
Atenea (de él obtendrían madera, alimento y aceite para iluminarse), por eso la
ciudad se llamó Atenas.
Su
área característica de crecimiento es la ribera del Mediterráneo. Es una planta
de hoja perenne y, según las áreas
geográficas de crecimiento, presenta variedades diferentes, verdes en la parte
superior y grises plata en la inferior, perdurando en el árbol, una media de,
tres años.
Olivo
con cebo para la mosca de la fruta.
El tronco aparece gris-verde y liso hasta,
aproximadamente, los diez años; luego se vuelve nudoso, con surcos profundos y
retorcidos y toma color oscuro, casi negro. Las
raíces tienen muchas ramificaciones superficiales que desarrollan la mayor
parte de la actividad de absorción nutritiva. Se extienden horizontalmente
hasta 2-3 veces la altura de la planta y penetran en el suelo, pudiendo llegar,
en los suelos más fértiles, hasta 1,5 ó 2 metros de profundidad.
El
olivo es un árbol robusto, capaz de resistir,
en invierno, temperaturas por debajo de los 6/7 grados bajo cero, y de soportar
largas sequías en verano.
La
primavera corresponde al despertar vegetativo del árbol, después de la pausa de
los meses fríos y en esta estación, se hace necesario abonar la tierra, trabajarla
para favorecer el almacenamiento del agua y, sobre todo, podar
el árbol.
Este
abonado primaveral suministra al olivo las sustancias y los minerales
necesarios, rectificando la relación de los contenidos en el terreno o
integrándolos.
El
olivo es capaz de sobrevivir en entornos áridos;
sin embargo, en determinados momentos de su ciclo vegetativo, es importante que
pueda gozar de una aportación hídrica adecuada. En verano es cuando se produce
el desarrollo y crecimiento de los frutos. Durante estas fases del crecimiento
una excesiva falta de agua provoca la caída de los frutos o, en el mejor de los
casos, se disminuye gravemente su tamaño.
Se
pueden considerar 4 ciclos en el árbol:
- De 0 a 7 años: implantación improductiva (a los 5 años se realiza un trasplante)
- De
los 7 a los 30 años, aproximadamente: crecimiento con aumento continuo de la
productividad (el principio de la producción, con sistemas tradicionales, se da
a los 15/20 años; con sistemas modernos, a los 5/10 años)
- De
los 35 a 150 años: madurez y producción masiva.
- Más
allá de los 150 años: se inicia el envejecimiento, aunque con productividad
notable durante siglos y, ocasionalmente, milenios.
Una vez que hemos dotado a nuestro olivo de
todos los cuidados necesarios llega el momento de la recolección, esta se
produce dependiendo de la zona y el destino que le demos a nuestras aceitunas,
de mesa o para la producción de aceite.
En
esta entrada las destinaremos para mesa y aliñadas.
Aliñar
tus propias aceitunas, además de ser muy fácil, tiene entre otras ventajas
conseguir un producto cien por cien natural,
rico, sano y, sobre todo, a tu
gusto.
Las
aceitunas, a aliñar, pueden ser verdes o negras y, a su vez, podemos
prepararlas de tres formas: enteras, rajadas y machacadas. La diferencia
fundamental es que las enteras se conservan durante más tiempo pero llegan a
tener menos sabor, mientras que las machacadas hay que consumirlas en menos
tiempo y adquieren sabores con más intensidad.
La variedad más importante de aceituna de mesa ha sido, desde siempre, la manzanilla y la más cotizada la gordal. Además también encontramos la cacereña, que es negra y la morona. Las
aceitunas negras se suelen preparar enteras y debido a que tienen un menor
amargor suelen necesitar menos tiempo para su elaboración.
Hemos
de tener presente que, si queremos preparar aceitunas, rajadas o machacadas, antes de meterlas en agua debemos proceder con el
“sajado” o “machacado” de las mismas.
Sajador de aceitunas.
Para “sajar”
las aceitunas hay unas tablas de madera con agujeros de distintos
tamaños, con cuatro cuchillas por agujero, que cortan la aceituna al hacerla
pasar a través de ellos.
Sin
embargo, para el “machacado” de
las aceitunas se usa una especie de prensa pequeña que, mediante
una palanca con muelle, aprieta la aceituna hasta que encuentra la resistencia
del hueso y ésta se abre dejando a la vista el mismo.
Machador
de aceitunas.
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Machador
y Sajador de aceitunas.
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En
la preparación artesanal de las aceitunas para su consumo podemos distinguir 2
fases: endulzarlas o quitarles el amargor y la segunda, el aliño en sí.
Fase 1: Proceso para suavizar o neutralizar el amargor de las aceitunas.
Hay dos formas de actuar en este proceso: una
rápida (aproximadamente 10 horas) usando sosa caústica, y otra más lenta, y que
sin embargo ha sido la más usada de forma tradicional, que consiste en
sucesivos lavados con agua y posterior bañado de las aceitunas en agua salada.
El
agua utilizada en este proceso puede ser cualquiera, siendo recomendable que no
tenga alto contenido en cloro. El agua caliente a diferencia de la fría puede
acelerar el proceso de elaboración de las aceitunas.
Así
pues procederemos a colocar las aceitunas, a poder ser, en un recipiente de
barro esmaltado suficientemente grande (en caso de no disponer de éste, se
podrán usar unas garrafas o barreños de plástico, o cualquier recipiente que no sea
metálico).
En un recipiente verteremos agua, hasta cubrir las
aceitunas, y dependiendo de la cantidad de las mismas echaremos unos puñaditos
de sal, procediendo con este acto durante diez días, aproximadamente,
dependiendo del amargor de las mismas.
Para
saber cuándo han perdido las aceitunas su amargor y por tanto están listas para
pasar al siguiente proceso, tan sólo hay que probar alguna de las más verdes o
de las que al estar machadas no han perdido su hueso y si ya no amargan podemos
dar paso al aliñado.
Aceitunas
Sajadas.
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Aceitunas
Sajadas, Zoom.
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Fase 2: Aliño, proceso para darle el sabor que queramos.
Es la fase crucial, ya que el sabor final depende de
los ingredientes del aliño. En esta fase daremos el sabor deseado a
las aceitunas, para la cual se disponen de cientos de recetas transmitidas de
generación en generación, siendo algunas típicas de determinadas zonas.
Para este proceso debemos de tener en cuenta la
intercalación de capas de aliño en las aceitunas, terminando siempre con una capa de aliño.
El recipiente deberá de permanecer tapado durante todo
el proceso de curación, siendo de vital
importancia el envase del aliño.
¿Y
por qué no unas curiosidades sobre las aceitunas?
- Sabías
que cada aceituna contiene, solo, 9 calorías de media.
Aunque su contenido en grasa es alto, un 20%
aproximadamente, son grasas Omega-3 y Omega-6, beneficiosas para la salud y
reductoras del colesterol.
- Que
debido a su bajo poder calórico son aptas para cualquier receta de cocina, así
como para muchas salsas y cremas.
- ¿Sabías
que para la obtención de un litro de aceite se necesitan 5 kg de aceitunas?
- La
aceituna es uno de los pocos alimentos que reúne los cuatro sabores básicos que
detecta el paladar: amargo, dulce, salado y ácido. ¡Más versátil imposible!
Resultado
final.
No
me cabe la menor duda de que en un futuro, a la aceituna se le añada el nuevo
sabor acuñado, no hace mucho tiempo, por el profesor Kikunae Ikeda y proviene
de la combinación de los términos umai ‘delicioso’ y mi ‘sabor’, hablamos del
UMAMI, cuyo significado es “sabroso”.
El
llamado quinto sabor se ha hecho un hueco en la cultura occidental. Y aunque ya
ha pasado un poco su boom, cabe señalar que hay muchos alimentos habituales en
los que está presente.
Sí,
al parecer, el llamado quinto sabor
es de los primeros que aprecian nuestras papilas gustativas de
lactante. Ya un poco más creciditos, advertimos el regusto del umami en los quesos,
los pescados, los mariscos, en verduras como los espárragos, los champiñones,
al beber té verde e incluso al paladear jamón serrano o unas anchoas.
Frase del día:
“ Una persona escucha solo lo
que entiende.”