La ceniza o cenicilla (también conocida como Oídio) es una enfermedad causada por un hongo que, en el caso de la vid, se desarrolla en el exterior de los órganos verdes de la cepa. Es característico el color gris ceniza que deja en estas zonas el micelio, que es el sistema radicular del hongo, aparece por falta de lluvia. El hongo come la savia, no deja crecer los granos de uva y los rompe.
Oídio o ceniza es como se le conoce a una enfermedad de las plantas provocada por hongos patógenos que provocan daños y síntomas similares pero específicos según las plantas a las que infectan.
Las esporas llegan a las plantas a través del viento y para extenderse necesitan humedades relativas altas, entre el 40 y el 80%, y temperaturas entre 20 y 27ºC. Temperaturas por encima de 30 ºC dificultan su desarrollo, mientras que a partir de los 35 ºC se inhibe la germinación
No necesita agua para infectar a la planta pero este elemento, junto a las altas temperaturas le afecta.
Suele ser habitual en momentos del año en los que las noches son frescas y los días soleados.
Los síntomas y daños son:
· Manchas
blancas en las hojas creadas por la formación de los micelios que si las tocas
se limpian pero dejan una marca amarilla.
· Si
se extiende, forma una capa de polvo blanca sobre las hojas y tallos.
· Cuando
las manchas se expanden, acaban afectando a las hojas y partes
verdes secándolas. Primero las hojas amarillean y se vuelven marrones
por necrosis.
Medidas preventivas:
· Elegir variedades poco sensibles o resistentes. La mejor forma de hacerlo es guardando las semillas de aquellas plantas que han resistido mejor a esta enfermedad o incluso que no se hayan infectado.
· Respetar los marcos de cultivos y dejar distancia suficiente entre plantas para favorecer la aireación.
· Si observamos alta densidad de plantación, plantas que al crecer están demasiado cerca unas de otras, o partes verdes muy desarrollada de una sola planta impidiendo el paso del aire, es recomendable hacer un aclareo que permita circular el aire.
· Acolchar
para favorecer que la humedad se mantenga en el suelo y no suba hacia
las partes aéreas al evaporase.
Tratamientos:
· Tratamientos
preventivos realizando podas de la
parra, así como el deshojado y desnietado, para facilitar la circulación del aire
y sol, evitando un microclima favorable para el desarrollo del oídio.
· Abonaremos
correctamente evitando el exceso de nitrógeno que favorece, igualmente, el
desarrollo del oídio.
· Tratamientos curativos con azufre en espolvoreo o mojable. Aplicándolo por la mañana temprano o al atardecer, evitando las horas más calurosas del día.
· Hongo
antagonista Ampelomyces quisscualis. Se trata de un hongo parásito
exclusivo de Oídio con el que poder hacer un control biológico.
Aunque a nivel climático, el mayor enemigo de la vid son las granizadas, ya que estropean los granos y dañan las hojas y troncos, otro de los grandes peligros para este cultivo es el oídio y el mildiu en vid, unas enfermedades que pueden causar un gran daño a la planta y sus frutos.
El momento más delicado para la vid, cuando es más fácil que se infecte y desarrolle oídio, es entre el inicio de la floración y el cerramiento del racimo. Una vez que la uva deja de crecer y empieza su maduración, en el envero, el hongo que causa el oídio deja de atacar el racimo.
La viticultura es una práctica ancestral que se ha perfeccionado a lo largo de los siglos. Para mantener una viña o parra saludables y asegurarnos una cosecha de uva de alta calidad, es esencial conocer el momento y la técnica adecuados para sulfatar las parras.
Vamos a ver cuáles son los momentos más adecuados para la sulfatación en la viticultura, haciendo hincapié en la utilización de azufre y fungicidas para combatir enfermedades como el oídio, el mildiu y la botrytis cinérea, así como para proteger la viña de plagas que pueden dañar la producción de uva.
El azufre es un elemento clave en la viticultura. Se utiliza en forma de fungicida para prevenir y controlar enfermedades fúngicas. Actúa inhibiendo el crecimiento de los hongos y evita que se propaguen en las hojas y racimos de la viña. La aplicación de azufre es especialmente efectiva en la primavera, cuando las condiciones húmedas pueden favorecer el desarrollo de estas enfermedades.
Durante la primavera, cuando las yemas comienzan a brotar y las hojas aparecen en la parra, es el momento ideal para iniciar el tratamiento. Es importante estar atentos a las señales de desarrollo de enfermedades, como manchas en las hojas o racimos, y actuar de inmediato con la aplicación de azufre u otros fungicidas específicos.
Este hongo de oídio inverna en las yemas, en los sarmientos, las hojas y la corteza de las cepas. Cuando comienza la brotación de las yemas, suelen darse las condiciones ambientales para que el hongo salga de su letargo y empiece su desarrollo.
Cuando alcanza la madurez comienza la reproducción asexual con la formación de gran cantidad de conidios (esporas asexuales que, a menudo, están pigmentadas y son resistentes a la desecación) transportadas por el viento, propagan la enfermedad a cualquier parte verde de la planta.
A partir de este foco primario puede tener varias contaminaciones, si las condiciones climáticas son favorables, durante todo el desarrollo vegetativo de la vid.
Al final de la vegetación, el desarrollo del hongo también se detiene disponiéndose a pasar el invierno en la forma de micelio (fase asexuada) en el interior de las yemas o en forma de peritecas (fase sexuada) en los sarmientos.
Esa apariencia de color gris ceniza que provoca el micelio del hongo puede llegar a extenderse por todos los órganos verdes de la cepa, aunque los mayores daños provocados por el oído en la vid se producen en los racimos. El mildiu, por otro lado, provoca manchas en las hojas y racimos.
Así pues, los principales síntomas más comunes provocados por una afección del oídio serían:
· La
aparición de manchas blanquecinas en las partes verdes de la planta, tales
como las hojas, los racimos de uva, los brotes o los tallos. Estas constituyen
uno de los síntomas más tempranos de la aparición del oídio, tras ser alcanzada
la planta por las esporas del hongo.
· Según va avanzando la infección por oídio, las manchas blancas crecen, se intensifican y ganan densidad.
· En los estadios más avanzados, el oídio puede llegar a provocar que las hojas se sequen, adquiriendo una tonalidad marrón. Si no hay tratamiento, esto puede llegar a reproducirse también en los racimos de uva, que se van encogiendo progresivamente hasta terminar secándose también.
· En
las últimas fases del ataque del oídio, se puede producir la caída de las hojas
secas y de los racimos de uva.
La enfermedad hace que la piel de las uvas deje de crecer y esto provoca que, al hacerse grande el fruto, la piel se raje. Eso afecta de manera directa a la cantidad y la calidad de la producción derivada del cultivo de la vid, pero, además, tiene otras consecuencias indirectas, ya que estas “heridas” constituyen vías de entrada para podredumbres fúngicas.
Por lo tanto, para un control eficaz del oídio en vid, resulta necesario el uso de productos fitosanitarios de manera preventiva. Sobre todo, es importante tratar aquellas zonas que hayan sido afectadas por la enfermedad en años anteriores, para prevenir que vuelva a desarrollarse. El mejor momento para hacerlo es cuando los brotes de la vid tienen 8-10 cm, al inicio de la floración, en el cuajado cuando la flor pasa a transformarse en un fruto del tamaño de un guisante, o justo antes del envero, cuando se cierra el racimo. Además, en aquellas variedades de uva que sean más sensibles, es posible que sea necesario un segundo tratamiento.
También
se recomienda desinfectar las vides y deshojar a nivel de los racimos para que
los productos fitosanitarios penetren más fácilmente, así como para que las
plantas se aireen mejor.
Frase del día:
“El
que es bueno para poner excusas rara vez es bueno para cualquier otra cosa.”
Benjamín Franklin.