Al oídio se le
conoce también por otros nombres según la región geográfica; otros nombres por
los que se conoce este hongo de la viña son: ceniza, cenicilla, polvillo,
polvo, cendrada, cendrosa, sendreta, malura, roya, blanqueta…
El proceso infeccioso del oídio
evoluciona a lo largo de las distintas estaciones del año, atravesando en cada
una de ellas una fase diferente.
El hongo afecta a todas las partes
verdes de la planta: hojas, sarmientos y racimos. La infección presenta
síntomas diferentes en cada una de estas partes.
En las hojas, los síntomas pueden aparecer tanto en el
haz como en el envés, en ambos casos suele observarse un polvillo blanco
ceniciento, que puede limitarse a algunas zonas, o bien ocupar toda la
superficie de la hoja.
En los sarmientos los síntomas se manifiestan a través
de manchas difusas. Esta pigmentación, inicialmente es de color verde oscuro,
pasando a tonos más oscuros al avanzar la vegetación y hasta negruzcos según
aumenta la lignificación de la viña. Los ataques fuertes pueden ocasionar un
mal agostado de sarmiento, con la consiguiente disminución de reservas en las
yemas.
En la imagen se observa, a la
izquierda, sarmientos tratados y sanos y, en la parte derecha, sarmientos
afectados claramente por el oídio.
En los racimos se localizan
los daños más importantes, al principio aparece como un cierto
polvillo, blanco grisáceo, que recubre en poco tiempo todo el grano.
Los daños producidos por el oídio más importantes se
localizan en los racimos, pues el hongo del oídio detiene el crecimiento de la
piel del grano, por lo que es frecuente que se agriete, produciendo unos daños
directos en la cantidad y calidad de la cosecha.
Si los ataques son fuertes, los granos detienen el
crecimiento de la piel. Acaban reventándose y las pepitas salen al exterior,
secándose los granos.
La pérdida de la cosecha, si no se
toman las medidas de prevención oportunas, puede ser total y, en el mejor de
los casos, puede llegar a afectar hasta el 60% en el peso de los racimos.
Estados de desarrollo y ciclo anual del
oídio:
El hongo
inverna en el
interior de las yemas y en los sarmientos. Cuando comienza la brotación, suelen
darse las condiciones ambientales para que el hongo salga de su letargo y
empiece su desarrollo.
Cuando alcanza la madurez comienza la reproducción asexual con la formación
de gran cantidad de conidias,
que transportadas por el viento, propagan la enfermedad a cualquier parte verde
de la planta.
A partir de este foco primario puede tener varias contaminaciones, si las
condiciones climáticas son favorables, durante todo el desarrollo vegetativo de
la vid.
Al final de la vegetación, el desarrollo del hongo
también se detiene disponiéndose a pasar el invierno en la forma de micelio
(fase asexuada) en el interior de las yemas o en forma de peritecas (fase
sexuada) en los sarmientos.
Climatologías favorables
para el oídio:
La temperatura, la humedad y la iluminación son los factores que condicionan el
desarrollo de este hongo.
La temperatura es el factor
que más influencia tiene en el desarrollo de la enfermedad:
- A partir de 15ºC: comienza su desarrollo.
- Entre 25 y 28ºC: es el rango óptimo de temperaturas para su desarrollo.
- A partir de 35ºC: detiene su desarrollo.
- A partir de 40ºC: estas temperaturas tan altas son letales para el oídio.
La humedad ambiental también es muy importante e
influye en el desarrollo de la enfermedad. Con humedades relativas altas germinan las conidias.
Al contrario que el mildiu, las lluvias abundantes
frenan su desarrollo.
Estrategia
y protección contra el Oídio:
En función de lo propensa que pueda ser la vid a ser
atacada por oídio, el número de tratamientos aplicables será, como máximo, de
cuatro para productos sistémicos (se extiende
por la savia de la planta) y como mínimo de seis para los azufres.
A pesar de emplear productos
sistémicos, no hay que dejar de aplicar algún tratamiento de azufre en
cualquiera de sus formas por su polivalencia.
Los momentos más oportunos para realizar los
tratamientos fitosanitarios son:
- Cuando los racimos se hacen visibles (estado fenológico), teniendo la mayoría de los brotes entre 5 y 10 cm.
- Al comienzo de la floración (inicio del estado fenológico.
- Con granos de tamaño guisante-garbanzo.
- Al principio del envero (cuando comienza a cambiar la uva de color).
En variedades sensibles y en zonas o años propicios puede ser necesario realizar tratamientos adicionales.
El único método de protección eficaz del oídio actualmente es el químico.
Algunas materias
activas para su control son:
Azufre,
ciprocozanol+Azufre, dinicozanol, dinocap, fenarimol+Azufre, flusilazol,
hexaconazol, myclobutanil, nuarimol, penconazol, permanganato
potásico, pirifenox, triadimenol, triflorina, etc.
Recomendaciones en los tratamientos
Como el oídio de la viña es un hongo
externo, los tratamientos deben empezarse pronto, es decir, de forma
preventiva. Siempre será más fácil que tener que curar la enfermedad e incluso
erradicarla.
Como resumen, podemos decir que la
primera aplicación será con un producto sistémico con el fin de paralizar o no
dejar entrar la enfermedad. Las siguientes aplicaciones pueden realizarse con
sistémicos o con azufres o alternando unos y otros. Esto ya queda a criterio
del agricultor según su problema.
Se hace necesario y fundamental no
tratar con Azufre con temperaturas superiores a los 32ºC puesto que se pueden
producir quemaduras en las hojas. Aplicar el azufre a primeras horas de la mañana
o últimas de la tarde, para evitar quemaduras que pueden darse con temperaturas
altas.
Frase del día:
" La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce." (1712 - 1778) Polímata suizo-francófono, además de escritor, pedagogo, filósofo, músico, botánico y naturalista.