Las abejas tienen una memoria sorprendentemente buena. Pueden recordar la ubicación de flores y fuentes de agua a varios kilómetros de distancia y compartir esa información con otras abejas en la colonia mediante la «danza de la abeja».
La primavera ha llegado y, junto con ella, el buen tiempo y las flores. Esta época del año es fundamental para la reproducción y el crecimiento de las colonias de abejas, ya que las plantas empiezan a florecer y hay una mayor cantidad de néctar y polen disponible. En este contexto, los enjambres de abejas se vuelven más comunes.
Las abejas juegan un papel esencial en la polinización de las plantas, incluidas muchas de las que producen los alimentos que consumimos. Sin las abejas, y otros polinizadores, la producción de alimentos se vería gravemente afectada, y la biodiversidad en general sufriría pérdidas importantes.
Cuando el calor comienza a apretar y el vigor de la colmena crece es cuando se sabe que el enjambre comienza a formarse. El campo ofrece mucha comida, las poblaciones de abejas se multiplican rápidamente y el espacio interior de las colmenas, lleno de alimento, cría y obreras, se vuelve incómodo, caluroso e irritante, por eso tienden a dividirse por un proceso natural que se denomina “enjambrazón”.
Hay
pocos espectáculos naturales tan fascinantes como ver salir un enjambre de
abejas en un día soleado de primavera. Miles y miles de abejas salen a toda
velocidad de la colmena y comienzan a volar en círculos. Cada vez son más y van
conformando una nube que se espesa y nubla el cielo. Organizadas a través de
complejos sistemas de comunicación, se dirigen a un punto cercano donde se
posan formando una piña.
Formar un enjambre de abejas es la forma que tienen las colonias de abejas para multiplicarse. Básicamente, la familia se divide en dos partes. Una de ellas sale al exterior y busca un lugar donde formar una nueva colmena. La otra parte permanece en la ubicación original. Así, de una colmena se producen dos o más.
Un porcentaje de la población el cual no está definido por ningún factor como tamaño o raza, acompañada por su reina vieja, deja su colmena para posarse en la rama de un árbol o algún sitio cercano, como rocas o cuevas, hasta que las abejas exploradoras encuentran un lugar donde proseguir el desarrollo de una nueva colonia. Este es el mecanismo natural por el cual se produce la división de la colonia.
En un día cálido y tranquilo, entre la mitad y dos tercios de la colonia abandona la colmena con la reina vieja. Es lo que se denomina enjambre primario.
Previo al enjambre, las obreras en la colmena empiezan a preparar celdas reales (realeras), donde se desarrollarán varias reinas jóvenes a partir de las mejores larvas de menos de tres días de edad. Las obreras levantan estas realeras de enjambrazón, que son de gran calidad. Lo normal es que produzcan varias reinas jóvenes, incluso decenas y siempre es la reina nueva (recién nacida) la que ocupa el lugar en la colmena original. La nueva reina es fecundada previamente, en los vuelos de fecundación.
Cuando las abejas enjambran sin haber preparado una celda real antes, los zánganos se aparean con las obreras buscando mantener la colmena. Sin embargo, esto es en vano ya que la obrera, al no haber desarrollado el aparato reproductor, no podrá fecundar los huevos. Este fenómeno es detectable cuando el apicultor no detecta cría de obreras, pero si hay demasiadas celdas de cría de zángano. Será cuestión de tiempo para que la población desaparezca por completo.
Cuando ya están a punto de nacer las reinas vírgenes empieza la parte más compleja del proceso de la enjambrazón. Es el momento en que el enjambre se prepara para salir al exterior.
Desde horas o días antes de la salida, abejas exploradoras concentran todos sus esfuerzos en buscar un nuevo lugar para establecer su nueva colmena. A veces es un emplazamiento provisional, como la rama de un árbol. Otras veces van directas a un punto definitivo, como una colmena vacía, o una oquedad en una roca o un árbol.
Antes de la salida del enjambre al exterior un pequeño grupo de abejas dentro de la colmena, aproximadamente 200, son las que precipitan la enjambrazón. Estos individuos son muy veteranos y, posiblemente, muy influyentes dentro del grupo.
El caso es que estas abejas emiten un determinado sonido parecido al pitido de una flauta. Con ese sonido activan la salida del enjambre, que en un momento concreto, se lanza al exterior y alza el vuelo.
El enjambre va compuesto por varios miles de obreras que cargan en sus buches con miel para unos días. Muchas llevan, además, polen en las patas que no han podido descargar en la colmena. Al ir llenas de comida, las abejas tienen dificultad para doblar su abdomen para utilizar sus aguijones. Por ese motivo, los enjambres no suelen ser agresivos ni producir picaduras, además “están de mudanza” y no tienen casa que defender, aún así es recomendable no molestarlas ni hacer movimientos bruscos.
Viajan también con el grupo unas decenas de zánganos y, por supuesto, la reina antigua, que abandona así su colonia para ir a formar otra.
Antes de la partida se ha puesto a la reina a dieta, de este modo deja de poner, pierde peso y el volumen de su abdomen disminuye, lo que le permite abandonar la colmena y volar.
Cuando la reina está también en vuelo, las exploradoras empiezan a llamar al enjambre desde un punto concreto. Será el primer lugar de parada. Para informar de dónde debe concentrarse la familia, las exploradoras abren una glándula que ocultan en su abdomen. Al abrir el abdomen y liberar esta glándula, se emite al aire una sustancia olorosa que las abejas reconocen como el olor de su colmena, (como curiosidad, saber que cada colmena posee un olor único y exclusivo que identifica a la colonia).
Este transmisor químico se esparce por el aire y es rápidamente captado por el enjambre, que en cuestión de minutos, se posa en el punto elegido por las exploradoras, que suele estar a pocos metros de la colmena de partida.
En ocasiones, y sin que los motivos estén claros, la salida falla. Las abejas no se ponen de acuerdo para tomar una dirección concreta y, poco a poco, vuelven a la colmena de la que han salido.
Otras veces coincide la salida simultánea de dos enjambres que se mezclan en el aire y frecuentemente se posan en el mismo lugar, uniéndose en uno solo de gran tamaño. En estos casos, las dos reinas habrán de luchar para decidir cuál se queda con el dominio de esa nueva familia resultante de la fusión.
Una vez que el enjambre se ha posado, se produce el momento más conocido y vistoso: la formación de la piña de abejas. Si es una rama, colgarán de ella como una auténtica piña hecha de miles de insectos. Ese es también el momento perfecto para capturar el enjambre.
Generalmente, aunque no hay una norma fija, el enjambre pasa varias horas en el primer punto de parada. En ocasiones puede ser más de un día. Durante ese tiempo, las exploradoras buscan un lugar definitivo, que puede estar incluso a kilómetros de la colmena de origen.
En este momento, las exploradoras compiten entre sí para convencer al enjambre de las bondades del lugar que han encontrado. La que aporte mejores argumentos será la que consiga llevar a la colonia al nuevo emplazamiento.
Además se ha logrado determinar que las abejas tienen preferencia por lugares de una determinada capacidad mínima, que estén elevados sobre el suelo, que tengan una entrada pequeña y fácil de defender y que sean estancos. Lo que no está claro es qué orientación prefieren.
Los procedimientos de recuperación del enjambre se realizan mejor en las horas centrales del día, para permitir que todas las abejas entren en la nueva colmena. Además, estas operaciones no siempre tienen éxito, porque las abejas pueden haber elegido ya un nuevo hogar y se verán empujadas de nuevo a abandonar la colmena.
Para evitar una nueva "fuga", es aconsejable colocar en la colmena un panal con cría al descubierto, lo que incitaría a las abejas a detenerse y ocuparse de ella. Otro consejo útil es dejar siempre una colmena vacía abierta cerca del colmenar durante el periodo de enjambrazón. Esto ofrece a un posible enjambre una morada segura e inmediatamente accesible en la que refugiarse.
Mientras el enjambre se aposenta en su nueva casa, en la colmena de origen sigue la vida. Generalmente, con un enjambre primario es suficiente para regular el vigor y recuperar el confort interior.
En la colmena, las nuevas reinas irán naciendo. A veces, una de ellas nace antes y mata a las demás antes de que eclosionen. Otras veces, las obreras no permiten estas muertes hasta que una de ellas está fecundada. Incluso hay ocasiones en que nacen varias y deben luchar hasta que la más fuerte prevalezca y se fecunde.
Cuando esto sucede, la nueva reina inicia la puesta y la colonia recupera el ritmo normal. Sin embargo, hay casos en los que la marcha del primer enjambre no es suficiente y la fiebre de la enjambrazón sigue activa. Entonces, no es raro que la colmena produzca un nuevo enjambre que partirá con una, o varias, de las reinas vírgenes a la cabeza. Estos enjambres menores se denominan jabardos o enjambres secundarios.
Los jabardos, o enjambres secundarios, son un verdadero problema para los apicultores. El control actual de enjambres nos dice que la salida de un enjambre de abejas es un problema, porque debilita mucho las colonias y pone en dudas las cosechas de miel. A veces, un enjambre se lleva más de la mitad de las abejas, con lo que la colmena puede verse muy mermada.
A pesar de esto, un enjambre de gran tamaño colgado de una rama es una alegría y una promesa de una nueva colonia. Sin embargo, un jabardo no lo es. La salida de jabardos es indicativa de que algo no se ha controlado bien en la colmena.
Los jabardos son más frecuentes a medida que avanza la primavera, sobre todo si el campo está fuerte y ofrece mucho alimento. También hay colmenas cuya genética es más propensa a la enjambrazón y, por tanto, a los jabardos. Y, a menudo, son consecuencia de malos controles.
Cabe destacar que, una vez la colmena haya desenjambrado y se haya producido el primer jabardo o enjambre primario, podría haber sucesivos jabardos, que se denominarían enjambres secundarios, terciarios, cuaternarios, etc. Al ser muy pequeños, por lo general, también se les suele llamar “jabardillos”
Ahora bien, veamos por qué se producen los Jabardos:
Lo normal es que, tras salir el enjambre primario, nazca una reina virgen que, rápidamente, se deshaga de sus hermanas de camada destruyendo sus celdas todavía operculadas. También puede suceder que nazcan dos reinas a la vez, lo que desembocará en una lucha entre ellas y la más fuerte se hará con la colonia, eliminando a las que todavía están en las celdas. A partir de ahí, esa reina inicia su proceso normal de fecundación y desarrollará la colonia que ha heredado.
Sin embargo, esto no siempre sucede así. En función de cómo esté el campo y de las condiciones de comodidad dentro de la colmena, las abejas pueden impedir que la reina mate a sus hermanas, que acabarán naciendo.
Hay varias razones para esto, que se pueden dar de forma separada o todas a la vez:
· Las obreras no confían en la calidad de la primera princesa nacida y evitan que mate a las otras.
· La colmena sigue muy llena y el calor y la incomodidad no han disminuido con la salida del enjambre primario.
· El
campo ofrece tanto alimento y la colmena está tan llena que las
obreras sienten que no se apaga el impulso de enjambrar. Es lo que muchos
apicultores llaman “calentón de la colmena”.
Sea por uno de estos motivos, o por todos, las obreras permiten que nazcan otras princesas y no dejan que la primera de ellas mate a sus hermanas. Al contrario, las mantienen custodiadas o “secuestradas” en sus realeras, donde las alimentan, pero sin dejar que salgan.
En esas condiciones, las obreras inducen a la reina nacida a salir con un nuevo enjambre, el llamado jabardo o enjambre secundario.
Este nuevo enjambre será mucho más pequeño que el primero y abandonará la colmena unos diez días después de la salida del primario.
Cuando sale, el jabardo suele volar más lejos que un enjambre primario. Recorre más metros y se posa en un lugar en el que no pasa demasiado tiempo.
Además, son colonias muy inestables, porque dependen de una reina virgen. No es raro que, una vez capturados y colocados en una colmena, vuelvan a escaparse.
La composición de los jabardos es la siguiente:
· La reina virgen que nació en primer lugar.
· Una o más reinas vírgenes de las que han estado secuestradas.
· Algunos miles de obreras (no muchas).
· Algunas
decenas de zánganos.
Mientras el jabardo inicia su vida independiente, en la colonia sigue el curso de la naturaleza. Si las obreras ya se han calmado y se les ha pasado “la fiebre de la enjambrazón”, permitirán que una de las reinas vírgenes que han quedado en la colmena mate a las demás y se fecunde.
En cambio, si consideran que es necesario mantener el proceso en marcha, dejarán que otra de esas reinas lidere un nuevo jabardo, que se denominará enjambre terciario (o cuaternario).
Esta sucesión de enjambres no es positiva. Debilita a la colmena madre, que tarda mucho en reanudar su ritmo normal, pierde gran cantidad de población y ve completamente alterada su actividad. A veces pasan varias semanas entre la salida de la primera reina y la fecundación de una princesa que asuma la colonia, lo que puede suponer la pérdida de la cosecha por los retrasos que acumulará la familia. Por tanto, es necesario evitar tanto la enjambrazón principal como la marcha de jabardos.
Para impedir que se produzcan jabardos, lo mejor es evitar también que salgan enjambres. Una colmena que no enjambra es una colonia volcada en producir y aumentar sus reservas, justo lo que el apicultor necesita.
Una forma interesante de averiguar de dónde ha salido el enjambre es observar los síntomas de la colmena: las colmenas que están a punto de enjambrar suelen tener muchas obreras ociosas en la piquera y alrededores, incluso apiñadas en forma de “barba”. Si una colmena tiene “barba” y de pronto ya no la tiene, lo más probable es que esa colmena haya enjambrado.
Si al revisar esta colmena, la salida del enjambre será más evidente si falta mucha población en el interior. Entonces toca evitar la salida de jabardos. La forma más sencilla es destruir todas las celdas reales restantes, excepto una. De esa forma, las obreras ya estarán obligadas a aceptar esa nueva reina y apagarán su instinto enjambrador.
Además, será necesario ampliar el espacio de la colmena para evitar que el proceso se repita en unas semanas.
Así, sin posibles princesas alternativas y con espacio para expandirse y trabajar, la colonia se centra de nuevo en la producción y el peligro de los jabardos quedará conjurado.
Si, a pesar de todos los esfuerzos, los jabardos logran salir, el apicultor debe decidir qué hacer con ellos. Hay varias posibilidades:
· Devolver el jabardo a la colmena: La primera opción interesante es devolver ese pequeño enjambre a la colmena de la que ha salido.
· Establecerlo como nueva colonia: Se captura el enjambre secundario y se introduce en una colmena.
· Juntar dos o más jabardos: Al reunir dos jabardos, se logra un enjambre algo más potente y con más posibilidades de superar la temporada.
· Juntar el jabardo con un núcleo débil: Los jabardos son muy interesantes para reforzar núcleos de poco desarrollo.
· Juntar el jabardo con una colmena débil
o zanganera: La misma lógica se puede utilizar
para reemplazar la reina de una colmena débil y reforzarla, o para
corregir una colmena que se ha vuelto zanganera. En este caso, se sacuden
al aire todas las abejas de la zanganera para que la obrera ponedora quede
fuera. Después, se introduce el jabardo y se deja que las abejas de la colmena
zanganera se unan a las del enjambre secundario que se le ha sumado.
Tener
una colmena en nuestro huerto es una práctica muy beneficiosa, tanto para el
huerto como para las abejas.
Con ella conseguiremos:
· Polinización eficiente: Las abejas son excelentes polinizadoras. Tener una colmena cerca de nuestro huerto incrementa la polinización de las plantas, lo que resulta en una mayor cantidad y calidad de frutos y vegetales.
· Aumento en la biodiversidad: Al mejorar la polinización, se favorece la diversidad de las plantas en el huerto, lo que puede mejorar la salud del ecosistema local.
· Producción de miel: Además de los beneficios para el huerto, también se puede obtener miel, cera de abejas y otros productos derivados, como propóleos.
Si
consideras colocar una colmena en tu huerto, es importante tener en cuenta la
ubicación para que las abejas tengan fácil acceso a flores, agua y sombra.
Por lo tanto…, Si ves un enjambre, no trates de eliminarlo por tu cuenta usando productos químicos como pesticidas y venenos. Esto no sólo es perjudicial para las abejas, sino que también puede dañar otras formas de vida para nuestro huerto.
En estos meses tan calurosos es muy importante asegurar una correcta ventilación de la colmena (abriendo todo lo posible la piquera), ya que un exceso de temperatura puede derretir los panales, con la consiguiente muerte de la colonia.
Un signo de falta de ventilación es observar a las abejas “hacer la barba” o “morrera” en la parte frontal de la colmena. Cuando las condiciones internas son demasiado calientes o incómodas, tienen este comportamiento, que implica agruparse en el exterior de la colmena, esto ayuda a regular la temperatura y suele ocurrir durante los meses más cálidos o cuando hay falta de espacio. Proporcionar más espacio puede aliviar este problema.
Además, la barba también podría ser señal de enjambrazón, ya que puede ocurrir cuando la colmena se llena y hay una falta de espacio, lo que lleva a las abejas a agruparse fuera de la colmena.
La importancia del agua para las abejas
Hay dos cosas para las que las abejas necesitan el agua. La primera de ellas, por supuesto, es la alimentación, dado que el alimento que las abejas nodrizas proporcionan a las crías, el llamado “pan de abeja”, compuesto por miel y polen, lleva también un elevado porcentaje de agua. La segunda, es para refrescar la colmena.
Durante los meses de verano las abejas necesitan agua para refrescar la colmena, dado que la temperatura en su interior debe permanecer en el entorno de los treinta y cinco grados, para que los panales de cera no se deterioren.
Para conseguir que a pesar del calor que pueda hacer en el exterior de la colmena la temperatura en su interior se mantenga en esos límites, durante la época estival las abejas pecoreadoras cogen agua en charcas, acequias, charcos etc., y la acarrean a la colmena, donde la almacenan en el interior de celdillas vacías.
Otras abejas se sitúan en la entrada de la colmena y, mirando hacia su interior, se ponen a batir las alas, como si de un ventilador se tratase. De este modo, consiguen que el aire circule desde el interior de la colmena y, al evaporarse el agua almacenada, se produce un descenso de la temperatura.
En el supuesto de que facilitemos la consecución de agua a las abejas poniéndoles recipientes con agua, estos recipientes no deben estar enfrente de las salidas de las colmenas pues en esa zona las abejas dejan caer las heces y los individuos que mueren. Se calcula que cada colmena necesita entre dos y cuatro litros de agua por día.
¿Cuánto vive una reina y una obrera?
En el caso de las obreras depende. En la época activa, primavera-verano, una abeja obrera tiene un desgaste importante, por lo cual vive aproximadamente 40-45 días. Sin embargo, si esta obrera nace en otoño y vive todo el invierno, tiene un ciclo de vida de por lo menos 120 días.
Una reina en su etapa más productiva dura entre un año y año y medio. Aunque puede vivir de tres a cinco años.
Y…, Una curiosidad más: ¿Por qué bailan las abejas?
Lo hacen para comunicar a sus compañeras información sobre la distancia, la dirección y la magnitud en la que se encuentran los alimentos o las flores, el polen, el néctar y las fuentes de agua.
¿Pero, cómo lo hacen? Las abejas de exploración van en busca de alimento, una vez que encuentra el lugar más cercano, regresan a la colmena para comunicarse con sus compañeras a través de un llamado “baile de meneo” debido a las vibraciones que se generan mientras se realiza.
En este punto, cada movimiento adquiere un significado preciso. Las abejas se reúnen alrededor de la abeja exploradora: si la fuente de alimento está cerca, como a 50 metros de su colmena, la abeja realiza un baile circular, si la distancia es mayor, el baile adquiere la apariencia de un "ocho”.
Danza en círculo, Floración muy cercana. |
Danza Octana, Floración distante. |
Y nuevamente, si se mueve desde el círculo hacia arriba, significa que el lugar está en la dirección del sol, si por el contrario corta hacia abajo, las otras abejas entienden que es necesario ir en la dirección opuesta.
Si la abeja corta el círculo formando un ángulo, las demás entienden que deben volar hacia la derecha o hacia la izquierda con respecto al sol, dependiendo del ángulo que forme con respecto a una línea vertical imaginaria.
El número de repeticiones del baile parece estar relacionado con lo rentable que es la fuente de alimento, así como con la velocidad con la que se vuelve a repetir la "figura de ocho"
Frase del día:
“El pasado no tiene poder sobre el momento presente.”