Refrán del día:
" Cuando en diciembre veas nevar, ensancha el granero y el pajar."
Durante
todos estos días he estado enfrascado en la vendimia, pisado de la uva y
primera fermentación del mosto. Como las lluvias han sido muy escasas el azúcar
existente en la uva es más elevado que otros años por lo que en esta campaña
bajará, un poco, la producción, pero en la que la calidad de la uva hace prever
una "Añada Histórica".
He recolectado 5 barquillas como la de la imagen, quedando en la parra, al menos 2 más, que se destinarán al consumo de mesa.
En estos momentos me encuentro en el proceso de "la maleo láctica" habiendo pasado ya por los siguientes:
Desenrraspado o Despalillado:
Para la primera fermentación de los vinos se separa el raspón o parte leñosa del racimo de la uva, mediante una máquina llamada despalilladora, en mi caso, y al ser poca cantidad, a mano. Esto se realiza para que durante la fermentación no se transmitan sabores herbáceos y amargos al mosto. Añadiremos metabisulfito potásico, entre 50 y 100 mg/kg o Anhídrido Sulfuroso.
Estrujado:
Para que la uva se abra, se rompe el hollejo o piel para que libere más fácilmente su jugo. Esta operación se realiza mediante máquinas llamadas estrujadoras o pisadoras, en mi caso como se hacía antiguamente, "a pie".
Fermentación Alcohólica:
Los vinos tintos sufren dos fermentaciones. La primera de ellas es la denominada fermentación alcohólica o tumultuosa. Una vez despalilladas las uvas de los racimos y estrujadas o pisadas se vuelcan en depósitos de madera o acero inoxidable, donde el mosto va fermentando debido a las levaduras existentes en la uva, transformando los azucares en alcohol etílico y otros elementos, además de desprender anhídrido carbónico.
A su vez, al encontrarse el mosto en contacto con las partes sólidas de la uva, va extrayendo de éstas el color de los denominados antocianos, taninos, etc.
Recibe este nombre de fermentación tumultuosa como consecuencia de la gran actividad desarrollada por las levaduras que al metabolizar los azúcares producen gran cantidad de gas carbónico. Este gas empuja hacia arriba a los hollejos formando una barrera natural denominada "sombrero" que debe remojarse para favorecer la disolución de las materias colorantes y otros elementos en el mosto.
Para ello se realiza el "remontado", cada 24 horas, que consiste en extraer liquido de la parte inferior del depósito mediante una manguera y depositarlo en la parte superior. Además para que el sombrero no se haga excesivamente compacto debe ser removido cada cierto tiempo. A esto último se le conoce con el nombre de “Bazuqueo”.
Dependiendo del tipo de vino que se quiera obtener se dejará realizando este proceso más o menos tiempo, habitualmente entre 7 y 10 días y a una temperatura de entre 24 a 29ºC. Es muy importante que la temperatura no pase nunca de los 30ºC, ya que a partir de esa temperatura vuelven a tomar actividad las bacterias que avinagran el vino.
Tras este período, si la fermentación ha seguido su curso, el mosto ya se ha convertido en vino yema. Posteriormente se procede al desencubado, que consiste en trasegar el vino yema y la madre (la parte liquida de la "Boina" que está flotando en el mosto).
Desencubado del vino "Yema" y la "Madre"
A continuación se estruja o prensa el "Hollejo" (la parte sólida de la "Boina"); el mosto-vino obtenido de este prensado (la madre) es recomendable añadirlo al vino yema, ya que es donde se encuentran todos los precursores aromáticos. La pasta seca que queda al final del prensado "Hollejo", suele ser usada para la elaboración de Orujos por destilación, tratamientos en Spas o la fabricación de cosméticos.
Prensado de los “Hollejos”
Fermentación Maloláctica:
Fermentación maleo láctica es el proceso de transformación del ácido málico en ácido láctico, el primero tiene un sabor más herbáceo y amargo, mientras que el segundo es más agradable y suave al paladar, al tiempo que aporta una mejoría aromática al vino. Esta segunda fermentación le proporciona al vino finura y suavidad.
Cuando se ha trasegado el vino yema, junto con lo prensado de los Hollejos (la madre), a la cuba de fermentación, esta se ha de llenar dejando únicamente unos tres dedos de distancia hasta el tapón, añadiremos meta bisulfito potásico (Sulfito) y taparemos con tapón airlock para permitir el borboteado.
En su defecto utilizaremos un tapón, al que previamente se le habrá hecho un agujero y al que se le añade un tubo flexible por el que saldrá el CO2 de la fermentación maleo láctica. El final del tubo se introduce en un tarro con agua. Es importante que no entre oxígeno en las garrafas para evitar el contacto del vino con el oxigeno y aumentar el riesgo de que se convierta en vinagre.
Verificar que la fermentación vaya teniendo lugar (tienen que salir burbujas de CO2 del tubo que está introducido en el tarro de agua).
La temperatura ideal para todo el proceso de fermentación maleo láctica es de 20º centígrados. Durante este tiempo se va apagando poco a poco la fermentación primaria de la levadura debido a la falta de oxigeno y la bacteria “bacillus gracile” comienza a convertir el ácido málico, resultante de la primera fermentación, en ácido láctico+CO2.
Sustituto del tapón "airlock"
Una vez finalizada este fermentación, el vino tinto es sometido a varios trasiegos y tratamientos de filtrado, estabilización y clarificación, según vaya a ser su destino pero tendentes en principio a lograr la limpieza del producto a embotellar.
Trasiego:
En los vinos nuevos se produce una clarificación espontánea, depositando en el fondo de las cubas "las madres" (lías, fangos). Es aconsejable que estos sedimentos no estén mucho tiempo junto al vino para ir disminuyendo la turbidez. Por esta razón se trasiega el vino a cubas limpias frecuentemente. Este proceso airea el vino, siendo esto conveniente al principio, para ayudar al buen acabado de la fermentación y la estabilización del vino, permite la evaporación de sustancias volátiles resultantes de la fermentación y de gas carbónico.
Las cubas suelen disminuir un poco su nivel, debido a la evaporación o la absorción por parte de la madera, rellenándose con vino para evitar que la capa superficial este en contacto con el aire, corriendo riesgo de picado acético.
En la limpieza de las cubas se utiliza anhídrido sulfuroso, generalmente quemando una pastilla de azufre de 5 g, para evitar bacterias de avinagrado y mohos.
Esta operación se realizará 2 veces más en los vinos de crianza, con un período de 30 días cada una.
Clarificación:
Aunque en el trasiego muchos elementos en suspensión son retirados del vino, otros más ligeros no llegan a decantar por si solos. Para ello se agrega al vino sustancias coloides de origen vegetal o animal. Antiguamente se realizaba con sangre de animales o claras de huevo. Actualmente suele realizarse con gelatinas. Éstas sustancias arrastran hacia el fondo impurezas en suspensión del vino.
El proceso de clarificación mediante claras de huevo consiste en añadir en cada barrica unas claras de huevo (entre 2 y 8 por barrica, según el vino) que previamente habrán sido cuidadosamente separadas de la yema del huevo y ligeramente emulsionadas. El vino es entonces "batido" a conciencia con un batidor, que no es otra cosa que una gran vara que permite obtener una mezcla perfecta del vino con la clara de huevo. La albúmina de la clara de huevo al entrar en contacto con el alcohol del vino se coagula, iniciándose así el proceso de clarificación. Son necesarias tres semanas para obtener una clarificación perfecta.
Este paso en ocasiones va seguido de un filtrado, que consiste en pasar el vino por un elemento poroso para retirar las partículas en suspensión resistentes a la clarificación. Con esto se evitan posos en la botella.
Embotellado:
El encorchado dispersa aire en el vino, provocando un deterioro de éste al transformar los hierros que contiene, hasta que transcurrido un tiempo el oxígeno es asumido por el vino, encontrándose en unos meses estabilizado de nuevo.
Frase del día:
“Si te frena el fracaso, nunca alcanzarás el éxito.” Gabor Somorjai.”